Bien se podría haber presentado esta película como una adaptación de los cómics Weird War Tales de DC, donde se narraban distintas hazañas bélicas combinadas con elementos de terror paranormal o ciencia ficción.
Si algo se le puede echar en cara a Overlord es no haberse vuelto más loca en su puesta en escena, ya que cuenta una deliciosa historieta, rebosante de clichés del género bélico y con el recurso de unos nazis demenciales (bueno, más demenciales que de costumbre).
Quizá esté rodada de una manera algo sobria y apagada, pero, pensándolo bien, esa seriedad con la que nos cuenta algo estrambótico le da un toque de auténtica serie B de las de antes, prácticamente despojada de cinismo posmoderno o reescrituras del género.
Previsible en cada uno de sus fotogramas, uno encuentra cierta comodidad al encontrarse con estereotipos de toda la vida. No en vano, Julius Avery nos cuenta un relato sobre soldados americanos pateando traseros nazis, y descubriendo un plan científico maligno mientras tanto (No vamos a revelar de qué trata, pero es el de siempre).
La mayor parte de la acción transcurre en una devasta aldea y en su ominosa iglesia: un templo convertido en base alemana, en cuyas criptas se llevan a cabo experimentos indecibles.
El escenario es casi hammeriano, y tan encantador como los personajes principales. Entre ellos, el recluta-héroe principal que tiene que superar sus temores; el típico listillo macarra al que se solía llamar “Brooklyn” en estas películas (aquí se llama Tibbet); el soldado con aspiraciones literarias, el oficial de la Gestapo malo-malísimo, la aguerrida francesa que odia a los nazis…
Los más jóvenes encontrarán un gran parecido entre Overlord y los videojuegos de la saga Wolfenstein, pero en realidad este segundo largometraje de Julius Avery rinde tributo a una larga y satisfactoria tradición de libros de bolsillo, tebeos y películas de bajo presupuesto. Relatos que, sin dudarlo, van directos al grano, divirtiéndonos con peripecias de acción, sacrificio y nazis que explotan en pedazos, sin profundas reflexiones sobre la naturaleza de la guerra.
Pese a lo dicho hasta el momento, Overlord no es precisamente una película para todos los públicos. Puede que no sea una película adulta, pero la sangre y las tripas vuelan por doquier en una saludable combinación de efectos especiales tradicionales y digitales.
Aunque no alcance la brillantez de films como Doce del patíbulo, El desafío de las águilas o Los cañones de Navarone, este film profesa admiración por ese tipo de relatos y lo muestra de una manera, si no sobresaliente, al menos más que correcta.
¿La secuela para cuándo?
Sinopsis
A falta de escasas horas para el lanzamiento del Día-D, un grupo de paracaidistas estadounidenses salta en la Francia ocupada por los Nazis para llevar a cabo una misión que es esencial para el éxito de la invasión. Con la misión de destruir un radio transmisor instalado en lo alto de una iglesia fortificada, los desesperados soldados unen sus fuerzas con un joven lugareño francés para introducirse tras la muralla y derribar la torre. Sin embargo, en un misterioso laboratorio nazi instalado junto a la iglesia, los soldados americanos, superados en número por sus adversarios, habrán de enfrentarse a un enemigo como no se ha visto otro en la historia de la humanidad. Del productor J.J. Abrams, Overlord es una excitante aventura de acción llena de emociones y con un giro inesperado.
«Todo comenzó con un increíble guión escrito por Billy Ray«, dice el productor de Overlord y fundador de Bad Robot, J.J. Abrams. «Lo que más me gustó del concepto fue que comenzaba como una película clásica de la Segunda Guerra Mundial y de pronto se convertía en una película de monstruos de terror. Era una receta única. La idea de esos dos géneros coexistiendo me pareció que podía dar lugar a una atracción increíblemente intensa y divertida».
Abrams dice que quedó cautivado por la historia de Ray desde la primera página. «La secuencia inicial, en particular, me hizo pensar que era algo que se le podría haber ocurrido a Rod Serling. Era intensa y graciosa, y llena de personajes y acción… y eso que eran las primeras páginas del guión».
Jon Cohen, de Bad Robot, que fue productor ejecutivo de la película, quedó igualmente impresionado por el asombroso y original concepto de Ray, un guionista y director galardonado cuya voluminosa cartera de trabajo incluía éxitos como Plan de vuelo: Desaparecida, Los Juegos del Hambre y Capitán Philips.
«Overlord se ajusta como un guante a la filosofía de Bad Robot, a causa de su particular fusión de ideas», dice Cohen. «Es una fabulosa historia de personajes, y una emocionante película sobre la Segunda Guerra Mundial, pero también tiene humor, además de emociones y sentimiento, y en nuestras películas siempre nos esforzamos por combinar esos elementos. Overlord resulta ser la perfecta combinación de todo ello».
Equilibrar diferentes tonos y géneros para crear un híbrido único y gratificante es una de las especialidades de Bad Robot, dice Cohen, mencionando Calle Cloverfield 10 como ejemplo clásico.
El secreto para conseguir ese equilibrio, dice Abrams, puede resumirse en una palabra: personajes. «Una de las cosas que tratamos de hacer en Bad Robot es contar historias que se centren en la mayor medida posible en los personajes. Con Overlord, la idea era pasar la primera mitad de la película conociendo a estos jóvenes soldados estadounidenses, y después, poco a poco, llevar al público a una película de género de terror en la que el público se preocupa por los personajes, y les quiere».
Abrams considera que este enfoque es especialmente importante cuando se trata de largometrajes con monstruos. «No todas las películas que hacemos tienen monstruos, pero las películas como Overlord son mejores cuando te crees la historia, crees en los personajes y estás realmente absorbido por la situación. Dan mucho más miedo así».
Tuvimos que redactar muchos borradores para perfeccionar el salto de la película de la aventura militar a la ciencia ficción de terror, dice Cohen. «Billy es un escritor infatigable y no dejaba de presionar para mejorar y mejorar el guión. El objetivo era ir dejando unas cuantas pistas a lo largo de la trama, para que el cambio de género no fuese repentino y gratuito. Pero por otra parte, tampoco interesa mostrar tus cartas demasiado pronto, para que todo el mundo se dé cuenta de lo que está pasando realmente en la historia».
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