Ti West es un director especializado en terror que en alguna ocasión ha tanteado otros géneros como el thriller y el wéstern (la RAE me obliga a ponerle tilde a «wéstern» y escribir cosas como «cíborg», qué le vamos a hacer). Su filmografía es uno de los mayores ejemplos de ese adjetivo que tanto nos gusta sobar al escribir sobre películas: «irregular». Pero hay que aplaudir West siga haciendo lo suyo, pese a que su filmografía haya contado con algún que otro batacazo, como el mencionado wéstern El valle de la venganza, que le mantuvo seis años apartado del cine y dirigiendo televisión.
Los aficionados al cine de miedo ya le dábamos por «extinto» cuando, en 2022, estrenó X, un notable slasher de texturas retro (lo que mejor se le da a Ti West es replicar el aspecto del viejo cine-cine) a mayor gloria de la actriz de culto Mia Goth, y con la presencia de una Jenna Ortega a puntito de estrenar su exitosa serie Miércoles.
Sin llegar a ser un fenómeno de taquilla, la película funcionó bien (no en España, a causa de una accidentada distribución), por lo que podría esperarse una secuela, pero lo que sorprendió a casi todos es que el director anunciara su inmediato plan de expandir X a una trilogía formada por una precuela y una secuela.
Dicho y hecho: Pearl, un melodrama sangriento con toques de comedia negra ambientado en 1918, se estrenó el mismo año que X (no en España, donde nunca llegó a los cines ni prácticamente a ningún sitio), provocando más polarización que X y, también, más fanatismo por Mia Goth, una actriz notable más allá de su peculiar aspecto y evidente fotogenia, quien también ejercía aquí de productora del film.
Goth vuelve a protagonizar y producir el cierre de la trilogía, una película ambientada en 1985 que trata sobre el estrellato, la peligrosa jungla de Hollywood y la amenaza constante del puritanismo más fanático. Mia Goth ya ha cumplido los 30 años, y pese a su eterna cara de niña, la británica es una auténtica veterana del negocio del espectáculo desde que su rostro correspondía a su edad, habiendo comenzado como modelo (oficialmente) a la edad de los 14 años.
MaXXXine refleja el vértigo, la aventura y la gloria de fama al mismo tiempo que la dureza y crueldad del show business, a veces mezclando ambas cosas, una visión de Hollywood que posiblemente mucho tenga que ver con cómo ve este mundo la productora/estrella.
O quizá no, quizá todo el guion sea una mera excusa de Ti West para recrear el Hollywood de 1985 y determinado cine de esos tiempos. Los fetichistas de la imagen cinematográfica retro no podemos echarle en cara darse ese gustazo, que en ciertos momentos logra estupendos resultados, en especial en esos escenarios nocturnos de Downtown Los Ángeles, llenos de basura y gente poco recomendable, fotografiados con una peculiar iluminación neo-noir que remite al cine de explotación de aquella era, pero también a películas algo más reconocidas por la crítica como The Driver (1978), Terminator (1984) o La pasión de China Blue (1984).
Dentro de una película donde la cinefilia de Ti West está integrada en el propio esqueleto del argumento, la principal referencia es el cine de Brian De Palma. Si han leído otras reseñas de MaXXXine, se habrán hecho a la idea de que el argumento del film es ridículo y no tiene ni pies ni cabeza, o que algunos de los actores están muy sobreactuados (maravilloso histrionismo de Simon Prast) y que lo único que hace West es meter guiños a otras películas y fusilar el trabajo de Brian De Palma de películas como Doble cuerpo (1984). Todo esto es más cierto que falso, pero… ¿Recuerdan a aquellos críticos rancios de los 70 y 80, incluso de los 90, que decían exactamente lo mismo sobre el cine de Brian De Palma? Que se trataba de una copia mala de Hitchcock, que era todo forma y nada de fondo (signifique lo que signifique eso), que era un sensacionalista, etc. Pues si cambiamos «Hitchcock» por «De Palma», nos daremos cuenta de que corremos el riesgo de haber sido tan cortos de miras y estar tan errados como aquellos carcamales respecto al cine Ti West.
Desde el punto de vista de quien escribe estas palabras, MaXXXine goza de un magnífico escenario y personajes más o menos apetitosos, pero está llena de oportunidades perdidas, no referentes al guion (de hecho, un guion de giallo típico de las películas más locas de Brian De Palma), sino a la propia realización. Son pocos los momentos en los que se exprimen las oportunidades de crear buen suspense, de lanzarse al exhibicionismo visual (que no es algo tan malo como nos quieren hacer creer) o de desarrollar secuencias de acción resultonas. Un tiroteo en el clímax del film se muestra de forma tan pobre y plana como el de cualquier serie barata de policías de la tele, haciéndonos pensar en cómo lo habría solucionado el director de Scarface o Los intocables de Eliot Ness. Es más, la veneración de West a De Palma en esta película es tal que se vuelve en su contra, y tarados como un servidor se tiran toda la película imaginando cómo habría dirigido todo eso el propio Brian De Palma.
Habiendo soltado todo este rollo, respiremos hondo y volvamos a la sensatez: Ti West es un director principalmente inofensivo y no merece tantas pasiones acaloradas, en especial las pasiones negativas. Sus películas son una de cal y otra de arena, pero subyace una cierta visión personal en todas ellas, lo cual ya es un punto a favor. La trilogía X muy posiblemente irá siendo valorada en consecuencia a lo largo del tiempo, y si no es olvidada por completo, ya será un triunfo.
(Además, la escena de Buster Keaton en MaXXXine es memorable).
Sinopsis
Hollywood, años 80 del siglo pasado. Maxine Minx, estrella del cine para adultos y aspirante a actriz, tiene por fin su gran oportunidad. Pero mientras un misterioso asesino acecha a sus compañeras, un rastro de sangre amenaza con revelar el siniestro pasado de Maxine.
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