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Crítica. «Los odiosos ocho» (Quentin Tarantino, 2015)

Pese a la mutación perpetua del séptimo arte, hay cosas que se resisten a cambiar. Quizá por ello, los litigios en torno a Quentin Tarantino se saldan con la evidencia de que ha forjado un estilo propio. Hay algo orgánicamente trabado en toda la producción tarantinesca. Algo que sigue su camino al margen de las modas, y que convierte su emulación de otros cineastas en genial idiosincrasia. De ahí que nadie deba llevarse a engaño al sentarse a ver Los odiosos ocho, algo así como una nave nodriza del tarantinismo, con todos los aciertos, tics y gritos de guerra de este formidable cineasta.

Ya hemos admitido que la obstinación del realizador en ciertos recursos ‒la tensión violenta, el diálogo desbordante, el humor negro…‒ viene a ser su marca de fábrica. Pero es que, por encima de ello, Tarantino es un magnífico narrador, y asimismo un cinéfilo que bordea la obsesión. Precisamente por esto último, Los odiosos ocho es algo más que un western compuesto a la sombra de Sergio Corbucci y Sergio Leone, con ojo puesto en Condenados a vivir (1971), de Joaquín Luis Romero Marchent. De hecho, describirlo como un spaghetti-western también sería inexacto, porque las citas e influencias se acumulan y dicha etiqueta se queda pequeña para contenerlas.

Lo mismo vale para el argumento. ¿Es esta una versión delirante y furibunda de un misterio de Agatha Christie? La verdad es que tampoco, aunque más de uno podamos evocar Diez negritos al asistir a esta intriga mortal, que se resuelve en una lúgubre posada, perdida entre las nieves de Wyoming.

En realidad, a la hora de buscar un modelo para este relato rebosante de paranoia, sarcasmo y violencia, hay que confiar en lo que recientemente le confesó el propio Tarantino a Christopher Nolan: «La Cosa es la película que más ha influido en este trabajo. Es la única que enseñé al reparto. Incluso se la mostré a Kurt Russell. Le encantó verla con el elenco. (…) En realidad, también Reservoir Dogs estaba muy influida por La Cosa, así que el tema viene de muy atrás».

Esta confesión explica esos hilos que unen al clásico de culto que dirigió John Carpenter en 1982 con este relato excesivo, desbordante y feroz que Tarantino ambienta casi diez años después de la Guerra de Secesión. Ambas cintas comparten protagonista ‒Russell‒ y autor de la banda sonora ‒Ennio Morricone‒, así como la efusión sangrienta, el suspense, la claustrofobia de un escenario aislado y la permanente sensación de amenaza.

Ahora bien, que nadie espere encontrar en Los odiosos ocho alienígenas o grandes momentos de acción. De hecho, esta película expande su metraje con un ritmo reposado, incluso lento, que privilegia lo que realmente le importa a Tarantino: los diálogos barrocos, las parrafadas frenéticas, los coloquios tensos o maléficamente divertidos, las charlas de apariencia intrascendente que bien podrían desembocar en cuatro balazos…

Entiendo que esa opción, más acompasada y suave, puede inquietar a quienes son incapaces de verle la gracia a un plano de más de diez segundos, pero lo cierto es que Tarantino sabe seducir a sus admiradores con una propuesta única, perfectamente original, ubicada en una topografía humana que me parece fascinante.

Al margen de la habilidad narrativa del director y de la fotografía de Robert Richardson en Ultra Panavision 70, la mayor virtud de la película es su elenco. Para dar vida a los ocho villanos del film ‒recuerden: ninguno de ellos es un alma cándida‒, Tarantino ha contado con viejos amigos.

Samuel L Jackson y Kurt Russell son dos veteranos cazarrecompensas, Jennifer Jason Leigh es una fugitiva destinada a la horca, Bruce Dern encarna a un hiperbólico general confederado, Michael Madsen es un discreto cowboyTim Roth da vida a un atildado verdugo británico, Demián Bichir es el encargado mexicano de la posada y Walton Goggins interpreta a un nervioso ex-confederado que pronto ejercerá como sheriff.

Oír a todos ellos en versión original es una auténtica fiesta. La variedad de acentos y de inflexiones es de tal calibre, que casi parece que Tarantino contó con un dialectólogo para construir sus diálogos. Tristemente, ese colorido idiomático de la cinta, que incluso contiene frases en español, se perderá sin remedio en la versión doblada.

Russell y Jackson, en cierto sentido, se interpretan a sí mismos, ajustándose brillantemente al cliché que les ha dado fama. Tim Roth juega a ser un británico de opereta, en consonancia con el divertido exceso que también caracteriza a Dern y a Bichir. Frente al escaso brillo de MadsenJennifer Jason Leigh luce un endiablado carisma. Por su parte, el magnífico Walton Goggins construye un personaje sureño que empieza siendo irritante y que poco a poco adquiere nuevos y sorprendentes perfiles.

Cabría hacer lecturas más densas de Los odiosos ocho ‒¿es la posada una metáfora de la tensión étnica y política en Estados Unidos?‒, pero no creo que eso beneficie al espectador que quiera disfrutar de este nuevo film de Tarantino.

Lo importante aquí es el placer del buen cine. Ensamblar tantos registros, sacándole punta incluso al vacío, es algo que sólo está en manos de un fabulador tan fértil como este director. Solo eso ya le hace valioso en estos tiempos de mezquindad creativa y producción en serie.

Sinopsis

Seis, ocho o doce años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza a toda velocidad por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar rápidamente al pueblo de Red Rock, donde Ruth, conocido en estos lares como «el Verdugo», entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado negro de la Unión convertido en cazarrecompensas de mala reputación, y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como una ventisca está a punto de alcanzarlos, Ruth, Domergue, Warren y Mannix se refugian en la Mercería de Minnie, una parada para diligencias de un puerto de montaña. Cuando llegan al local de Minnie, en lugar de recibirlos su dueña, se topan con cuatro rostros desconocidos. Bob (Demian Bichir), que se ocupa del negocio de Minnie mientras ella visita a su madre, se encuentra allí refugiado junto con Oswaldo Mobray (Tim Roth), verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras la tormenta cae sobre la parada de montaña, nuestros ocho viajeros descubren que tal vez no lleguen hasta Red Rock después de todo…

Los odiosos ocho también está protagonizada por Channing TatumJames ParksDana GourrierZoë BellGene JonesKeith JeffersonLee HorsleyCraig Stark y Belinda Owino.

Los odiosos ocho realizó su prometedor debut el 19 de abril de 2014 como una lectura escenificada en beneficio de Film Independent, una organización sin ánimo de lucro que defiende a los cineastas independientes. El Ace Hotel Theatre, una antigua sala de cine del centro de Los Ángeles, vio cómo se ocupaban las 1600 butacas de capacidad del local cuando los fans de Quentin Tarantino acudieron para una representación en vivo sin precedentes del trabajo más reciente del guionista y director.

Tarantino se encargó de leer las líneas descriptivas y las de acción de su guión, junto con un galardonado elenco de «habituales» del director, como Samuel L. JacksonKurt RussellWalton GogginsTim Roth, Michael MadsenBruce DernJames ParksDana Gourrier y Zoë Bell.

Russell desconocía la escala de la lectura cuando aceptó interpretar a John el Verdugo Ruth. Durante los tres días de ensayos, el actor oyó murmurar a sus compañeros de reparto sobre un «teatro»Russell recuerda: «Dije: ‘Un momento, ¿de qué estáis hablando?’».

«Y entonces me enteré de que íbamos a hacer esa lectura en un teatro con 1600 butacas para la beneficencia. Pensé: ‘Vale, eso es bueno’», reflexiona Russell«Era algo especial. Había mucha energía en el teatro. La gente estaba deseando escucharlo».

«Tengo un miedo tremendo a los escenarios», reconoce Tim Roth«La lectura era como una mezcla de cine y teatro. Fue extraordinariamente divertido. Cuando acabamos, estaba agotado. Todos estaban acelerados, entusiasmados y nerviosos. Quentin montó un buen número y fue todo un espectáculo».

«El público se puso como loco», recuerda Walton Goggins, que interpreta a Chris Mannix, y agrega que había un sentimiento común de orgullo entre los actores tras la lectura: «En ese momento, nos miramos todos y nos sentimos igual: era irrelevante si la película llegaba a hacerse o no. Estábamos allí para vivir una experiencia única en la vida y, si además llegara a hacerse, sería la guinda sobre el pastel».

Aunque Tarantino pretendía que la lectura fuera un evento independiente, la abrumadora acogida que recibió inspiró al director a replantearse inmortalizar Los odiosos ocho en celuloide. «La gente se puso en pie para aplaudirnos al terminar la lectura, lo que fue increíble», recuerda Samuel L. Jackson, que interpreta al mayor Marquis Warren. «Nos miramos pensando: ‘¿Cómo podría no hacer la película después de esto?».

Aproximadamente unos ocho meses después, comenzó el rodaje de Los odiosos ocho en Telluride, Colorado.

Por glorioso que resultara rodar en Ultra Panavision 70 para el reparto y el equipo, el auge de la cinematografía digital casi ha reducido a la obsolescencia a la cinematografía tradicional. El año pasado, Tarantino se alió con varios estudios y los cineastas Christopher Nolan y J. J. Abrams para brindar su apoyo a Kodak, lo que permitió a la compañía seguir produciendo película fotográfica. A su vez, el apoyo de Kodak fue esencial para hacer realidad Los odiosos ocho.

Abrir nuevos y viejos caminos no fue tarea fácil. Una vez que Tarantino y el director de fotografía Robert Richardson decidieron seguir adelante con Ultra Panavision 70, Bob HarveyJim Raudebush y Dan Sasaki, de Panavision, se reunieron y restauraron material que forma parte de la historia del cine. Panavision sacó quince lentes de su almacén y exposiciones, entre ellas lentes utilizadas en la secuencia de la carrera de cuadrigas de Ben-Hur, y las reconstruyeron para su uso con cámaras actuales.

La decisión de utilizar Ultra Panavision se tomó cuando Richardson y Tavenner fueron a realizar pruebas a la sede de Panavision. Richardson se topó con un archivo de lentes de Ultra Panavision y preguntó a Dan Sasaki, de Panavision, si había alguna forma de poner al día las lentes de modo que pudieran usarse con cámaras modernas.
Sabiendo que las lentes tendrían que funcionar en condiciones extremas, SasakiRichardson y el primer ayudante de cámara Gregor Tavenner llevaron a cabo una serie de pruebas para comprobar que las lentes pudieran soportar el frío y la humedad. «En general, era increíble que pudieras llevarte esas lentes por ahí y que funcionaran casi a la perfección. Fue como descorchar una botella de vino tinto verdaderamente cara de los 50», postula Tavenner.

Las lentes antiguas superaron las expectativas y recordaron al reparto y al equipo la riqueza que el proceso aportó a las épicas obras maestras panorámicas de la década de 1960. «Es un verdadero placer estar filmando en un formato que hace justicia a la fotografía de exteriores. Por fin, tienes un sistema de cámara que puede grabar los detalles en toda su gloria. Permite acceder a mucha más información en la película. Queda realmente precioso, y recuerda en parte a ese asombro que todos sentimos de niños al ver esa gran imagen proyectada en una sala de cine», opina Tavenner.
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © FilmColony, The Weinstein Company. Cortesía de eOne Films Spain. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.