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Crítica: «Liga de la Justicia» (Zack Snyder y Joss Whedon, 2017)

No es mucho lo que un viejo lector de tebeos le pide a una película de estas características. Si lo pensamos bien, el problema ‒para quien quiera verlo‒ es que hemos convertido el subgénero de los superhéroes en algo que sólo llegó a ser raramente: algo profundo y tirando a serio, con una gravedad desproporcionada.

De hecho, si exceptuamos el periodo que arranca con la llamada «invasión inglesa» a fines de los ochenta, los tebeos de este linaje fueron siempre, a lo largo de su trayectoria previa, un divertimento ligero, optimista y repleto de giros increíbles. Ni más ni menos. La verosimilitud y el existencialismo nunca fueron algo a tener en cuenta.

Por eso mismo, el empeño puesto por Christopher Nolan y por sus seguidores a la hora de oscurecer en la gran pantalla a estos semidioses choca con el recuerdo de los comiqueros más veteranos (Por lo demás, no niego que rodar un film sobre héroes encapuchados en el que nadie sonría tiene su mérito.)

Una vez dicho esto, ya adivinarán qué es, en mi opinión, lo más grato de esta imperfecta y fallida Liga de la Justicia. Pues ahí lo tienen: su buen humor y ese dinamismo jubiloso que contradice a quienes prefieren ver a los héroes tumbados en el diván del psicoanalista.

La filosofía de esta olvidable superproducción ya está definida en su banda sonora, escrita por un músico de la vieja escuela, Danny Elfmann. Su partitura está llena de guiños nostálgicos ‒incluidas algunas citas de su propio Batman (1989) y del Superman (1978) de John Williams‒, y de paso, nos redime de esos coros y percusiones solemnes que tanto agradan a Hans Zimmer (quien, por cierto, también recibe aquí un homenaje).

Si tenemos en cuenta lo accidentado de su producción, supongo que podemos atribuir al guionista Joss Whedon esa levedad del film, despojado de todo aquello que no sea acción, toques de humor y guiños de compañerismo entre los protagonistas. Quizá esa falta de densidad dramática decepcione a algunos, pero qué se le va a hacer: Liga de la Justicia tiene la misma falta de ambición que la mayoría de los cómics que leíamos en los viejos tiempos. Y dado que la referencia de Whedon y de Snyder en el terreno de las viñetas es un autor como Geoff Johns, uno puede encontrar aquí de todo menos sentimientos tenebrosos. Por si no hubiera suficientes pistas, el film incluye tres o cuatro planos idénticos a planchas de Alex Ross, un artista siempre dispuesto a evocar la tradición clásica de los tebeos.

Insisto: la película tiene sus inconvenientes y más de un problema ‒un esqueleto narrativo muy deshilachado, una lógica televisiva, un villano pésimo y una saturación de efectos digitales, con aires de videojuego‒, pero eso no impide que uno se lo pueda pasar razonablemente bien a lo largo del metraje.

Entiendo que en esta era de adolescencia perpetua nos despistemos considerando a Batman el mejor personaje literario del siglo XX o a Wonder Woman un icono feminista, y que por consiguiente, les pidamos a sus aventuras lo mismo que a una novela de primer nivel. Pero ese espejismo sólo consigue fomentar la decepción. Los cómics y los films de superhéroes ‒benditos sean‒ no son otra cosa que una derivación del pulp, y al pulp no deberíamos solicitarle otra cosa que diversión, escapismo y sentido de la maravilla.

Después de sufrir la trágica pérdida de su hija, Zack Snyder fue sustituido en este proyecto por Whedon, y esa colaboración, pese a su tristísimo desencadenante, ha cambiado el rumbo del proyecto.

Liga de la Justicia no es un gran film, y quizá no debamos pedirle que lo sea. Es un entretenimiento juvenil, genérico, convencional, arquetípico y predecible, como suele ocurrir en la cultura pop, y su mayor baza es un puñado de actores que saben cómo deben modular este artefacto reflectante.

Por otro lado, tengan en cuenta que este tipo de películas debe poner de acuerdo a dos sectores del público separados por más de veinte años de edad: aquellos que compraban cómics en el pasado y sus hijos, que han sustituido los tebeos de papel por las videoconsolas, el déficit de atención y los vistosos salvapantallas.

Dejo para el final un aviso para impacientes: la cinta incluye dos escenas postcréditos.

Sinopsis

Impulsado por su nueva fe en la humanidad e inspirado por el acto altruista de Superman, Bruce Wayne consigue la ayuda de su nueva aliada, Diana Prince, para enfrentarse a un enemigo aún mayor. Juntos, Batman y Wonder Woman actúan rápidamente para encontrar y reclutar a un equipo de metahumanos con el fin de hacer frente a esta nueva amenaza. Pero, a pesar de la creación de esta liga de héroes sin precedentes (Batman, Wonder Woman, Aquaman, Ciborg y Flash), puede que ya sea tarde para salvar el planeta de una agresión de proporciones catastróficas.

Ben Affleck en el papel de Batman, Henry Cavill interpretando a Superman, Gal Gadot como Wonder Woman, Ezra Miller como Flash, Jason Momoa como Aquaman, y Ray Fisher como Ciborg. Amy Adams vuelve a interpretar el papel de Lois Lane, Jeremy Irons el de Alfred, Diane Lane el de Martha Kent, Connie Nielsen el de Hippolyta y Joe Morton el de Silas Stone. El universo de personajes se amplía con J.K. Simmons como comisario Gordon, Ciarán Hinds como Steppenwolf y Amber Heard como Mera.

Zack Snyder dice: «Simplemente la idea de unir a la Liga de la Justicia en el mismo campo de juego, entrando en el paisaje cinemático como equipo y embarcándonos en una extraordinaria aventura… ese simple concepto era inspirador».

Charles Roven, que ha producido más de media docena de películas de este género, dice: «Una de las razones por las que produzco estas películas es que es muy gratificante: hay que seguir los cánones, encontrar nuevas formas de darles vigor, reinventarlos para un medio diferente y crear tradiciones adicionales sobre la marcha. Y lo que se espera es que el resultado sea bueno para todos, tanto para los aficionados antiguos como para los nuevos. Y ahora, con todos estos personajes apareciendo juntos por primera vez, podemos introducir unos cuantos personajes nuevos para que el público los conozca y los siga en el futuro».

En la película, la pérdida de Superman, la pérdida de la esperanza, es el catalizador para que todo lo que sucede, en ambos lados. Pero hay poco tiempo para lamentarse, y aún menos tiempo para tomar medidas. La Tierra es vulnerable, y está a punto para el ataque debido a ese vacío. Y como el héroe que defendía la esperanza y la justicia ya no está, los componentes de la Liga deben unirse para combatir por el mundo al que él había salvado.

La productora Deborah Snyder añade: «Estos personajes tienen personalidades únicas, así como poderes y habilidades muy diferentes, y la oportunidad de unirlos para ver lo poderosos que pueden ser juntos ha sido emocionante. Por no mencionar la urgencia de su misión. No hay tiempo para practicar. Es un juego sobre el momento en que pueden unirse, porque se trata de un enemigo extremadamente formidable».

Para formar la Liga, la historia nos remonta a los confines de la Tierra y más allá: desde la arenosa Gotham hasta Central City, desde la populosa París hasta las remotas tierras heladas de Islandia, desde Themyscira hasta Atlantis, y desde la animada Metrópolis hasta la serenidad de Smallville. Si Bruce y Diana consiguen reclutar a los otros para esta extraordinaria batalla en la que todos sus mundos están en peligro, se unirán para formar el mayor equipo de superhéroes del universo de DC.

Zack Snyder afirma: «Es realmente genial disponer de actores tan increíbles para cada papel. Como cada una de las actuaciones es muy buena, las escenas tienen un alto nivel y los personajes que conocemos de las páginas de cómics se sienten como personajes muy reales».

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.