La primera versión de La Momia (1932) es una glamourosa delicia de misterio y exotismo “de estudio” propia del viejo Hollywood. La segunda (1959), un brumoso y muy británico film de terror al mejor estilo Hammer. La última versión de esta historia (1999) es una divertidísima película de aventuras pulp, algo lastrada por el abuso de efectos digitales, pero simpática a más no poder.
Tres buenas películas, cada una con un estilo propio, y los tres principales referentes del cine de maldiciones egipcias. Aún así, personalmente, siempre he tenido la sensación de que la Gran Película de este subgénero está todavía por hacerse.
Las historias de momias o ruinas malditas del viejo Egipto siempre han funcionado mejor en el medio literario. El enigma y la ensoñación que envuelven todo lo referente a estos desolados y antiquísimos parajes son elementos más difíciles de reflejar en imágenes que en palabras, pero siempre es de agradecer que los cineastas vuelvan a introducirnos en inexplorados templos y nos lean papiros que no deberían ser leídos.
Exceptuando la trilogía moderna de La Momia (que no se puede considerar como “cine de terror”) hacía mucho que no veía ninguna película de fantasías egipcias. Quizá la última fue la fallida aunque curiosa La Sombra del Faraón (Russell Mulcahy, 1998).
Aunque situada en una pirámide precolombina, sí resultó más que interesante la adaptación de la novela Las Ruinas, dirigida por Carter Smith en 2008. Un film agobiante y claustrofóbico, pese a suceder principalmente en un escenario exterior, en el que un grupo de chavales viven una pesadilla por acercarse a un viejo templo maya “con sorpresa”.
Uno sospecha que Las Ruinas es el modelo a seguir por el director Grégory Levasseur a la hora de realizar La Pirámide, si bien el resultado no llega a ser tan bueno, no tanto por la poca originalidad de la historia (algo que da igual en una cinta de serie B sin pretensiones, como es el caso) como por la pobre ejecución de la misma.
En esta película, producida por Alexandre Aja, unos arqueólogos y un equipo de grabación hacen una incursión rápida en una antiquísima pirámide de tres caras que acaban de encontrar. Decimos “rapidísima” porque las autoridades les obligan a salir por patas al transcurrir la acción durante esa “Primavera Árabe” que tanto prometía y que tan malas cosas ha traído.
Obviamente, las cosas se tuercen y los personajes quedan atrapados en la pirámide del título, un lugar lleno de trampas y de monstruitos mutantes que, nos explican, son nada menos que gatos Sphynx. Yo he visto esos gatos en el mundo real y no son tan monstruosos. De hecho, son carísimos.
Junto a los gatos digitales hay otra presencia maligna que no voy a revelar, pero que también es espantosa y baratamente digital.
La constante presencia de cámaras grabándolo todo hace pensar que La Pirámide se planteó inicialmente como un ejercicio más de found footage, pero algo debió pasar en el desarrollo de la idea, y el film termina siendo una combinación de esta técnica con la narración tradicional, todo con un aspecto improvisado y poco atractivo.
Las oportunidades de desarrollar el suspense, la claustrofobia, el terror o la sorpresa que ofrecía el guión terminan echadas a perder por una dirección poco hábil y unos actores más bien regulares.
Seguiremos rezando a Anubis por la llegada de la Gran Película de Terror Egipcio.
Sinopsis
Las antiguas maravillas del mundo siempre han albergado maldiciones que han perseguido a todos aquellos exploradores que han osado destapar sus secretos. Una de las más conocidas es la maldición del faraón, la cual se venga de todos los aventureros que profanen las tumbas sagradas de las pirámides.
En 1699, un barco polaco que transportaba dos momias fue perseguido por visiones espectrales y tormentas inhumanas. En 1803, cuatro miembros de una expedición entraron en la pirámide de Jafra (Kefrén) y nunca salieron. Y en 1922, la tumba de Tutankamón fue abierta y se desarrolló una serie de muertes espeluznantes entre el equipo de excavación.
Durante los siguientes 90 años, no se profanó ninguna tumba más. Hasta ahora.
Un equipo de arqueólogos de Estados Unidos está apunto de descubrir algo con lo que no contaban: una pirámide perdida como ninguna otra en el desierto de Egipto. Cuando abren el cerrojo de los aterradores secretos que están allí enterrados, se dan cuenta de que no sólo están atrapados allí dentro, sino que están siendo perseguidos.
Es posible que para la doctora Nora Holden (Ashley Hinshaw) y su padre Miles (Denis O’Hare) sea el descubrimiento más importante de sus carreras. Con la ayuda de un satélite de tecnología de escaneado de la NASA, han destapado los tres primeros lados de la pirámide egipcia que lleva enterrada en el desierto más de 5.000 años. Seguidos de la documentalista Sunni Marshe (Christa Nicola) y su operador de cámara Terrence «Fitzie» Fitzsimmons (James Buckley) y el experto en robótica Michael Zahir (Amir Kamyab), el equipo está decidido a explorar la misteriosa pirámide.
Sin embargo, debido a las protestas que azotan a la cercana ciudad de El Cairo, la seguridad de la expedición no está garantizada y los oficiales del lugar ordenan la inmediata evacuación del lugar. Desesperado por aprovechar lo que podría ser su última oportunidad de entrar en la pirámide, el equipo se aventura en solitario. Pero lo que van a encontrar en la oscuridad de la pirámide llevará al límite a cada uno de ellos.
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