La guerra de las galaxias, Alien, Cazafantasmas, Terminator, Parque Jurásico, Blade Runner… Películas que los miembros de la Generación X llevamos en el ADN. Las adoramos de manera religiosa, las hemos visto mil veces en todos los formatos posibles y Hollywood, sabiendo que somos la quinta más nostálgica que ha existido, todavía sigue ofreciéndonos secuelas, remakes y reboots a estas alturas.
A esta falta de frescura, hay que añadir que la oferta del cine comercial estadounidense se completa con la adaptación de héroes clásicos del cómic y de recientes novelas juveniles de éxito. Poco más.
Apenas hay nuevas franquicias, y uno diría que prácticamente no ha aparecido un nuevo héroe puramente cinematográfico desde el Neo de Matrix. Precisamente el actor que lo interpretaba (Keanu Reeves) protagonizó hace no mucho una película dirigida por un par de especialistas de escenas de riesgo de la saga Matrix (Chad Stahelski y David Leitch). El film se tituló John Wick y tuvo un estreno de repercusión más bien modesta. De hecho, en España ni siquiera se llegó a lanzar en salas comerciales y llegó directamente al mercado doméstico.
Casi todos pensamos que John Wick marcaba el fin de Keanu Reeves como estrella de Hollywood, siguiendo el camino de actores como Steven Seagal.
Pero resultó que muchos vimos la película casi por casualidad y descubrimos una de las mejores cintas de acción de los últimos tiempos. Un film con personalidad propia y carisma. Una de esas películas que dan ganas de ver más de una vez y recomendársela a las amistades.
¿Qué tiene de especial John Wick?
Primero: Una historia de una perfecta sencillez. Un hombre se queda viudo y su mujer le deja como recordatorio de su amor un precioso cachorro (la perrita Daisy). Unos “quinquis” irrumpen en casa del hombre, le dan una paliza, matan a la perrita y le roban el coche (un magnífico muscle car clásico). El jefe de los quinquis en cuestión es el hijo de un mafioso ruso, quien le indica que el tipo al que acaban de robar es un asesino retirado llamado John Wick. De hecho, Wick es el mejor asesino que ha existido. La mafia rusa le conoce como Baba Yaga. “No es el Hombre del Saco, sino el hombre al que envías para que acabe con el Hombre del Saco”. Obviamente, John desentierra sus armas y la matanza vengadora comienza.
Segundo: Acción bien rodada. Como los directores de la película son también especialistas y coordinadores de acción, se esfuerzan para que las coreografías, tiroteos y persecuciones se aprecien claramente, con lo cual no caen en esos vicios del reciente cine de acción occidental como son los planos cortos, los meneos de cámara o la confusión visual.
Tercero: Creación de un mundo propio. John Wick no transcurre en el mundo real. Es más bien un mundo de cómic (sin estar basado en ningún cómic) donde existe una sociedad de asesinos bien organizada y con férreas normas, incluyendo un hotel-santuario para estos profesionales y una moneda de cambio basada en doblones de oro.
Así pues, tras haberse ganado a pulso el cariño del público, llega la secuela, e incluso Dynamite Entertainment ha anunciado una serie de cómics basada en el personaje. Parece una perogrullada que haya que aclarar que la secuela se hace porque la primera entrega gustó, pero no lo es tanto en estos tiempos extraños, en los que los productores de Hollywood anuncian series de diez películas interconectadas antes de que se estrene la primera, sin saber si va a haber demanda o no.
¿Está este segundo capítulo a la altura de la primera película? Digamos que es una secuela estupenda, justo lo que cabría esperar desde el optimismo. Claro está, carece del efecto sorpresa de la primera entrega, y hay algún breve momento aislado en el que la acción no está tan bien rodada como se esperaría. Por otro lado, aunque la historia se sigue inclinando por la sencillez, no llega a ser tan gloriosamente simple y efectiva como la de la película original.
Pero, en todo caso, John Wick. Pacto de sangre es un festín para el aficionado a la acción de calidad. Hay grandiosas y muy originales secuencias de tiroteos, peleas y combates de coches. Todo es extravagante y, lo mejor de todo, amplía y consolida ese “mundo propio” en el que vive nuestro (anti)héroe. Aprendemos mucho más sobre cómo funcionan sus organizaciones criminales: sus códigos de honor, sus servicios, sus extraños profesionales, etc.
El film transcurre en unas versiones fantasiosas de Roma y Nueva York donde las viejas ruinas albergan fiestas de lujo (un poco al estilo de lo que se veía en Zoolander 2) o las estaciones de Metro de la Gran Manzana albergan homeless que, en realidad, forman parte de una extensa y muy organizada red criminal.
Esta nueva entrega, como sucede con las buenas secuelas, compensa la falta de originalidad reforzando la personalidad de la saga, dejando con ganas de más. Y muy posiblemente ese “más” llegue en un futuro próximo, tanto por el éxito comercial de la película como por el hecho de que el final de esta segunda entrega está totalmente abierto. Sin duda, como indica el título, es un “capítulo”, del mismo modo que era, por ejemplo, El Imperio contraataca.
Así pues, un aplauso a Keanu Reeves tanto por su enorme implicación en la película (a sus 52 años, participa personalmente en muchas de las secuencias de acción) como por haber apostado por un producto original que ni siquiera sabíamos que queríamos, pero que estábamos necesitando.
Sinopsis
El legendario asesino John Wick (Keanu Reeves) se ve obligado a salir de su retiro por un antiguo socio inmerso en un complot para controlar la siniestra hermandad internacional de asesinos. Obligado por un juramento de sangre, John viaja a Roma para ayudarle; allí se enfrentará a algunos de los asesinos más letales del mundo.
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