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Crítica: «Jackass Forever» (Jeff Tremaine, 2022)

La comedia física todavía funciona, eso es indiscutible. Desde los tiempos del cine mudo, el slapstick nos ha regalado infinidad de caídas, resbalones, tortazos y carreras cuyo espectador final, si las cosas no van bien, suele ser el traumatólogo.

Inevitablemente, el slapstick también ha evolucionado. Jackie Chan lo combinó con acrobacias y artes marciales. Poco después, la generación del video doméstico le dio un toque de falsa espontaneidad. Fue así como surgieron esas grabaciones donde un saltador de trampolín se estampa contra una piscina helada, o un viandante perplejo cae por un terraplén forrado de cáctus. Para aprovechar el filón, la televisión japonesa dio un nuevo giro a la idea, y con un guiño sadomasoquista, estrenó concursos en los que nadie garantizaba la integridad mental o física de los participantes.

¿Cabía ir un poco más allá? Supongo que esa fue la idea de Jeff Tremaine, Spike Jonze y Johnny Knoxville cuando presentaron a la MTV el proyecto de Jackass. El resultado fue un reality indefinible, emitido entre octubre de 2000 y febrero de 2002. En Jackass había golpes (muchísimos), pruebas suicidas, bromas de quinceañero, contusiones, groserías de alto calibre y constantes risotadas.

En definitiva, Jackass consistía en hacer el burro a niveles incomprensibles para la mente humana.

Los encargados de someterse a este tormento fueron el propio Knoxville, Bam Margera, Chris Pontius, Dave England, Steve-O, Ryan Dunn, Ehren McGhehey, Preston Lacy, Jason «Wee Man» Acuña, y Brandon DiCamillo.

Sin el más mínimo asomo de vergüenza, acotando un espacio vital en el que magullarse los genitales o dejarse pisotear por un toro parece divertido, los integrantes de Jackass formaron una fraternidad que ya es parte de la cultura pop.

Tras la desaparición del programa, llegaron a la pequeña pantalla varias secuelas. Además, de manera periódica, el elenco original ha aceptado reunirse en películas del mismo formato. El santo y seña que aún galvaniza el proyecto parece ser este: «Si no te rompes alguna costilla ni te partes de risa al recibir una descarga eléctrica, ¿por qué vives? ¿Acaso hay algo más gracioso y estimulante que fracturarse la mandíbula en un juego infantil?».

En un nivel del 1 al 10 de imprudencia, Jackass no baja del 8. Esta meta descerebrada, sumada a una sorprendente tolerancia al dolor, es lo que ha mantenido unido al grupo, más allá de algunas bajas inevitables (Margera se dio a la mala vida y Dunn murió en un accidente).

Por supuesto, el tiempo no pasa en balde, y este grupo de veteranos tiene demasiados achaques y cicatrices como para seguir con el mismo ritmo. ¿Cómo se prepara uno para envejecer cuando ha pasado cientos de veces por urgencias? De hecho, me imagino que consumen analgésicos de todos los colores.

Sin embargo, este encuentro final, Jackass Forever, mantiene la sensación de peligro y no rebaja el listón de la indecencia. También parece que alguno de los protagonistas tiene ganas de tirar la toalla, pero tampoco lo puedo asegurar.

Ojo, porque cualquier estudiante de urología puede entrenar aquí la mirada. Ya verán que estos tipos no tienen reparos a la hora de mostrar los rincones más privados del cuerpo (Tras torturarse, eso sí, con Dios sabe qué instrumento). Al principio, sorprende, y al cabo de un rato, a uno le acaba pareciendo «casi» normal. Contra todo pronóstico, el delirio es contagioso, y el asco o el pudor pasan a segundo plano.

También les digo que no me van estas guarradas. Así soy yo y así me han educado.

Como despedida del grupo, Jackas Forever funciona de forma entrañable. Hay un toque de nostalgia y la camaradería parece sincera. Es verdad que uno se pregunta qué va a ser de estos tiarrones que se carcajean al ver una herida, pero la catarsis es genuina, y si uno acepta las reglas ‒reprimiendo las náuseas ante el despliegue escatológico‒, puede llegar a entender por qué esta sencillísima película tiene tantos seguidores.

En tiempos tan duros e imprevisibles como los que vivimos, sin grandes expectativas económicas o sociales, ver cómo unos señores de cierta edad se quedan en calzoncillos, y entre risas y bromas, se dejan picar por una araña adquiere un raro significado. ¿Resiliencia? ¿Estupidez? ¿Inconsciencia? ¿Aceptación de todo lo que se nos viene encima? Que Knoxville y los suyos se abracen y se animen constantemente también tendrá algo que ver.

Sinopsis

El equipo de Jackass ha vuelto para su cruzada final. Johnny Knoxville, Steve-O y el resto de la pandilla regresan para otra ronda de divertidas, salvajemente absurdas y a menudo, peligrosos retos, con un nuevo reparto. Johnny y el equipo van más allá en Jackas Forever.

Veinte años atrás, se estrenó la serie Jackass, protagonizada por un grupo de descerebrados inconscientes y temerarios que hacían retos y bromas pesadas para hacer reír a los demás. En 2010, Jackass 3D fue la tercera entrega de la franquicia que consiguió llegar al número 1 en taquilla.

Una década después… Knoxville volvió a tener ganas. Llamó a sus socios, Jeff Tremaine y Spike Jonze, para informarles de que había llegado el momento de reunirse. Había unas cuantas cuestiones importantes a las que tenían que dar respuesta, como: ¿Qué pasaría sí le ponían una barba de abejas en la salchicha a Steve-O? ¿Serían capaces de construir una cometa que hiciese volar sobre un campo de cactus a alguien que pesase 200 kilos? ¿Sería Knoxville capaz de amansar con un truco de magia a un toro enrabietado de dos toneladas de peso? (Spoiler: a los toros no les gusta la magia).

La banda había encontrado nuevos miembros con los que les gustaba reunirse y que podían ayudarles en su investigación. Todos juntos, hicieron cuanto pudieron para dar respuesta a esas y a muchas otras cuestiones. Unas cuantas lesiones y muchas carcajadas después, afirmaron: “¿Sabéis una cosa? ¡Esto serviría para hacer una película condenadamente buena!”.

Hace más de 20 años, las palabras “Soy Johnny Knoxville y te doy la bienvenida a Jackass” se pronunciaron por primera vez en la pantalla… y dio comienzo una epopeya.

En 1997, Johnny Knoxville se reunió con Jeff Tremaine para proponerle una idea que giraba en torno a probar en primera persona equipos de defensa personal: spray de pimienta, pistolas paralizantes, dardos táser… incluso ponerse un chaleco antibalas y dispararse en el pecho con una bala del calibre 38. A Jeff le pareció una gran idea y convenció a Knoxville para que lo filmara. Las imágenes resultaron tan divertidas e impactantes que decidieron llamar al director y amigo de la infancia de Jeff, Spike Jonze, y los tres se asociaron.

Combinando las pruebas de dispositivos de defensa personal de Knoxville con un montón de insensateces grabadas en video por sus amigos, hicieron una cinta de presentación. Y algo quedó claro desde el principio: tenían entre manos algo especial, algo que iba a provocar disonancias cognitivas.

Gracias a su curiosidad, su camaradería y su falta de miedo, nació la idea de jackass.

Únicamente la MTV tuvo el valor necesario para aceptarlos, y con un equipo modesto y un presupuesto minúsculo, la serie Jackass se estrenó en 2000. A Knoxville se le unieron sus amigos Steve-O, Chris Pontius, Ryan Dunn, Bam Margera, Dave England, Jason “Wee Man” Acuña, Ehren “Danger Ehren” McGhehey y Preston Lacy, dispuestos todos ellos a soportar humillaciones sin fin. Valió la pena, aunque sólo fuera para entretener a los miles de adolescentes de todo el mundo que veían tele de madrugada.

“Nunca pensé que podríamos ir más allá del programa piloto de la serie”, dice ahora England. McGhehey está de acuerdo: “La cinta VHS que nos enviasteis con el piloto era lo menos profesional que había visto en mi vida”. Pero aquellos primeros episodios, por granulada y casera que fuera la imagen, captaban el espíritu de lo que Jackass llegaría a significar para muchísimas personas. Representaba una energía que ya estaba presente en los skateparks y las urbanizaciones suburbanas de todo Estados Unidos, y que iluminaba a los inadaptados de todo el mundo.

Jackass, siempre dispuesto a desafiar a las expectativas, se mantuvo durante tres temporadas. “Nunca pensé que irían más allá de la serie de televisión. Pensé que esto iba a ser algo que haríamos durante unos meses, y luego la vida seguiría, y ahí acabaría la cosa”, dice Pontius.

Pero la cosa no acabó allí. Tras el éxito de Jackass, el grupo recibió una oferta para que la cosa acabase con un largometraje. Producida por Dickhouse, dirigida por Jeff Tremaine y estrenada en los cines por Paramount, la película se realizó con un escaso presupuesto de 5 millones de dólares, que recuperó varias veces. Fue un gran éxito, que confirmó que la franquicia de Jackass era algo fuera de lo normal. El resultado de llevar el formato del programa a su conclusión lógica, con más de 50 retos, fue una correría desquiciada y sin límites, que mostró hasta qué punto eran amigos los miembros principales de la banda.

El éxito de Jackass transformó las vidas de todos los que participaron. Durante la siguiente década, la franquicia seguiría prosperando, con una segunda entrega en 2006 y una tercera, Jackass 3D, en 2010. Su éxito y notoriedad irían en aumento, ya que sus temerarios retos dejaron sin respiración a un par de generaciones de padres.

Sin embargo, Jackass siempre funcionaba, porque no eran sólo los retos, sino que la clave era que aquellos tipos simplemente congeniaban, habían encontrado una conexión fuera de serie, y la reforzaban dándose unos sustos de muerte los unos a los otros. Pontius dice: “la clave está en ser capaz de reunir a las personas adecuadas… y eso fue lo que hizo la revista Big Brother. Reunió a todos los excéntricos y tarados del mundo del skateboard. Acabamos conociéndonos todos, y eso es todo lo que pasó”.

A pesar de que podían desviar parte de las costaladas hacia los reclutas novatos que se habían unido al grupo, el equipo de Jackass quería hacer más salvajadas que nunca, en parte para demostrar que todavía podían hacerlo. El proceso de asignación de retos es sencillo, dice Tremaine: “Le preguntamos a Knoxville si está dispuesto a hacerlo. Si dice que no, lo más probable es que el reto pase a Steve-O o uno de los miembros originales. Si no, acaba yendo a Ehren. Y ahora hay cinco detrás de Ehren”. Knoxville añade que cada uno sigue teniendo su campo de especialización: “Si es algo que tiene que ver con el pene, es cosa de Pontius. Si tiene que ver con la caca, entonces es Dave. Si necesitamos un caballero de cuerpo entero, es Preston o Zack”.

Tremaine dice que “alrededor de la mitad” de las ideas están pensadas específicamente para ciertos miembros del reparto. “Unas cuantas están diseñadas para pillarles desprevenidos. Las demás ideas están básicamente a disposición del que se anime”. Tras diez años de preparar nuevas ideas, sin llamar la atención, la banda se sacó de la manga sus trucos más espeluznantes. En cuanto comenzó la producción, se lanzaron a por todas: “Nuestros seguidores saben que todos nos hemos hecho mayores, pero en el fondo somos jóvenes de corazón. Como dice el viejo refrán, ‘si no lo usas, lo pierdes’, pero nosotros seguimos haciendo lo que hemos hecho siempre. Algunos de nosotros ya no soportamos bromas tan pesadas, así que creo que por eso hubo que traer a los jóvenes novatos”, dice Wee Man.

Muchas de las ideas para las escenas de Jackass Forever se gestaron en los años que estuvieron separados, pero las bromas solo cobran vida cuando las cámaras empiezan a rodar. El grupo dice que “se gastaron novatadas unos a otros constantemente”, lo que provocó muchísimas carcajadas. Hay un montón de sorpresas, como: una “rampa humana”, un escorpión, un montón de vómitos lechosos, huevos rotos, una letrina portátil que estalla, y una interacción muy larga y muy incómoda con un oso.

Para rodar una prolongada escena con visión nocturna y gran tensión psicológica, la banda se esforzó más que nunca en poner nerviosos a los intervinientes. Para la mayoría de ellos, sigue siendo la escena más memorable. “Básicamente toda la escena éramos nosotros, una serpiente de cascabel y una habitación oscura como la boca del lobo. Mientras nos preparábamos, Jeff fue muy amable con nosotros, y Jeff no suele ser así de amable. No paraba de preguntar, ‘¿Estáis cómodos?’” dice Danger Ehren.

Lacey añade: “En cuanto se cerró la puerta, supe que teníamos un problema. Aquello estaba negro como la noche. Y la serpiente era perfectamente audible. Wee Man estaba allí, y también estaba temblando, y después tanteé con la mano y descubrí que Chris estaba desnudo y me dije: “¿Qué demonios hace Pontius desnudo en una habitación con serpientes?”. Tras uno o dos minutos en ese sótano, empecé a caer en la cuenta, “Espera, espera… aquí no hay serpientes”, esta gente no se arriesgaría a que les hiciésemos daño a las serpientes. Ese fue el momento en el que me asusté de verdad.” Tremaine dice: “Me gusta porque es diferente a nuestro material habitual. En realidad, es puramente psicológico. Realmente no estás haciendo daño a nadie, pero los ves en pleno ataque de pánico”.

Al final, las triquiñuelas psicológicas dieron resultado. Steve-O dice: “No sé si alguna vez me he reído más que cuando vi el video de ese reto. Es la escena más enfermizamente divertida de toda la película.”

Como siempre, Knoxville estaba dispuesto a protagonizar algunos de los retos más peligrosos y ambiciosos. Para el reto “Vuelo de Ícaro”, se embutió en un traje con unas enormes alas para salir disparado de un cañón y acabar estrellándose en un lago. “Lo que más me gustó de las cosas que hizo Knoxville fue la parte de Ícaro, en la que se convirtió en un ángel que salía disparado del cañón humano”, dice Lacey. “Fue impresionante. Me recordó mucho a las cosas que hacíamos antes, ¿sabes? Fue un clásico de Johnny Knoxville. Prácticamente podías oírle decir: “Hola, soy Johnny Knoxville. Bienvenidos a Jackass«.

Mucha gente, incluido el reparto y el equipo de producción, pensaba que tal vez no habría otra entrega de la franquicia. Y precisamente en el momento en el que todo el mundo se estaba haciendo a la idea, Jackass forever salió de la nada, como una enorme mano que propinase un sonoro zas, en toda la boca, a los seguidores. ¿Será esto el final? ¿Se encargarán los novatos de soportar el peso de la gloria y seguir hacia el futuro? Sólo el tiempo lo dirá, pero por ahora está claro que, pase lo que pase, jackass es para siempre. La franquicia ha tenido una gran influencia en generaciones de niños de comportamiento indeseable, incluido el nuevo reparto.

Mientras tanto, los protagonistas han cambiado: se han hecho mayores, han tenido hijos, ya no salen tanto de fiesta, y la incorporación de los novatos también ha cambiado las cosas: “Lo dan todo. Han crecido, literalmente, viéndonos hacer lo que hacemos y se sienten agradecidos por formar parte de ello. Aceptan entusiasmados todo que se propone y siempre dicen ‘yo lo hago. No me importa. Déjame participar en esto’“, dice England. Sin embargo, lo que no ha cambiado nada es el espíritu de Jackass. Cuando el equipo se reunió, se dio cuenta de que era capaz de reactivar rápidamente la magia, incluso con los novatos: “Estábamos bastante nerviosos, emocionados… todos teníamos la sensación de que estábamos preparados para aquello una vez más”, dice Lacey. “Todavía no sabíamos qué íbamos a hacer. Pero todo encajaba a la perfección.”

Para los que crecieron con Jackass, la franquicia siempre significará algo más que dolor y bromas repugnantes. Jackass es familia, camaradería y ser siempre capaces de sacar algo de donde no hay. Pontius dice: “Lo más importante para nosotros es lo que hacemos y eso está muy por encima del ego o el yo individual de cada uno. A todos, como grupo, nos encanta hacer feliz a la gente y reírnos y pasar el rato con los demás. Nos encanta lo que hacemos y no lo cambiaríamos por nada. No puedes estar siempre rodando películas de jackass, pero es lo más divertido que puedes hacer. Estos chicos son más que amigos, ya sabes, somos como una familia. Estamos unidos los unos a los otros, eternamente.”

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.