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Crítica: «Inmortals» (Tarsem Singh, 2011)

Durante una larga época Hollywood y CineCittà descubrieron una mina de oro en el peplum. En particular, el caso italiano es digno de estudio, porque los cineastas del país vecino supieron combinar como nadie antigüedad grecorromana, kitsch, mitología, culturismo con esteroides y decorados de cartón piedra.

¿A qué viene todo esto para hablar de Immortals? Nada más fácil: la película de Tarsem Singh es un peplum dignificado por un sensacional diseño artístico y un circense «más difícil todavía» en las escenas de acción.

Hay algo más, y es que, a diferencia de lo que era costumbre en el peplum italiano, aquí encontramos a un reparto que sabe lo que se trae entre manos. Henry Cavill es un Teseo más que convincente, y Mickey Rourke borda sin esfuerzo el papel de rey Hiperión, con esa voz ronca que suena a ginebra y a tabaco negro.

Junto a ellos, tienen oportunidad de lucimiento la bellísima –ay– Freida PintoLuke EvansKellan LutzJoseph MorganStephen DorffAlan Van Sprang, una escuálida Isabel Lucas y el maestro John Hurt.

Por supuesto, en un guión de esta naturaleza puede tener cabida cualquier disparate, y eso es muy de agradecer por parte de quienes aman el cine fantástico más delirante. Digo esto porque Immortals se apropia de un puñado de mitos –aunque les pille de nuevas la Titanomaquia, incluso a los más despistados les sonará el de Teseo y el Minotauro– y los reformula con una desvergüenza total, gracias a esa estética CGI popularizada por títulos como 300 y Sucker Punch.
En el plano visual, Immortals es un espectáculo barroco. No me sorprende, porque el responsable de la cinta, Tarsem Singh, es un prodigioso realizador de videoclips –REM: «Losing My Religion»–, spots publicitarios –Smirnoff, Coke, Nike–, y fantasías cinematográficas – The fall. El sueño de Alexandria (2008), La celda (2000)–, caracterizado por una estética exuberante.

Singh aprovecha como nadie una limitada paleta de colores para situarnos frente a cuadros vivientes que progresan a cámara lenta y que no esconden su homoerotismo.

¿El guión? ¿Y a quién le importa el guión? Las espadas vuelan, los héroes desafían la gravedad y todo es tan extraño que sobran los motivos para dejarse llevar.

El tono épico, en este caso, se plasma en un espectáculo sangriento. El resto es una exhibición fallera, típica de Singh.

Así define este artefacto el propio realizador: «Básicamente, este es un cruce entre Caravaggio y El club de la lucha. Es una dura película de acción, realizada con el estilo de la pintura renacentista». Dicho de otro modo: una sesión de fuegos artificiales, cuya falta de ambiciones no oculta la cultura visual de su autor.

Como sucede con el cine de Baz LuhrmanImmortals no interesará a quienes busquen profundidad psicológica o personajes memorables, pero tiene todo lo que uno puede desear en ese cine que parece un videoclip o un largo anuncio publicitario.

En todo caso, me temo que es un producto destinado a envejecer bastante mal.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Relativity Media, Atmosphere Entertainment MM, Hollywood Gang Productions. Cortesía de Universal Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.