Cuando se cumple el aniversario de la muerte de su madre, Mia (Sophie Wilde), una joven de 17 años, siente que la soledad condiciona su vida. Afectada también por la tristeza de su padre, encuentra consuelo en la casa de su amiga Jade (Alexandra Jensen). En el fondo, cuando está cerca de la familia de Jade, Mia siente que puede escapar de su propia realidad.
Un giro inesperado viene a cambiar las cosas: un video de Snapchat que refleja una posesión espiritual se vuelve viral en su instituto, y Mia ve en ello la ocasión de recuperar la atención de Jade, cada vez más próxima a su antiguo novio, Daniel (Otis Dhanji). Esa sesión de espiritismo parece un simple pasatiempo para adolescentes. A la manera de una velada de ouija, una mano de cerámica sirve como herramienta de canalización del plano sobrenatural. Lo que nadie espera ‒a excepción de los espectadores de la película, claro‒ es que la dimensión más perversa del Más Allá se haga presente en la existencia de Mia precisamente a través de ese juego inquietante y perturbador.
Háblame es el brillante debut cinematográfico de los gemelos australianos Danny y Michael Philippou, quienes han dejado atrás su exitosa experiencia en YouTube para rodar un escalofriante relato diseñado para cautivar a la audiencia más joven. Conocidos por su canal Rackaracka, que ha acumulado una asombrosa cantidad de seguidores, ambos creadores se aventuran ahora en el mundo del cine con esta historia de terror y posesiones.
La génesis de Háblame parte de una observación profunda de la realidad de los jóvenes australianos. En el film, aparte de diseñar secuencias inquietantes y sobresaltos, los directores se dedican a explorar una trama que abarca desde el escapismo juvenil hasta las adicciones y los problemas mentales. En este sentido, la película, si bien llega hasta nosotros como un entretenimiento comercial, logra sorprender con su enfoque auténtico y su capacidad para abordar temas relevantes bajo el velo del terror.
«El paso de la niñez a la edad adulta ‒señalan los realizadores‒ es algo que siempre nos resulta interesante: esa etapa en la que sigues asumiendo riesgos, pero en la que las consecuencias son más crueles; en la que intentas divertirte, pero ciertos sentimientos te convencen de una negatividad que no es real. Eres tu peor enemigo. Mia, nuestra protagonista, intenta lidiar con todas las cosas normales que le pasan a una adolescente, razón por la que es incapaz de asumir la muerte de su madre, ocurrida dos años atrás. Sus emociones reprimidas le crean una ansiedad constante. Por eso, cuando se le presenta la oportunidad de escapar de esta ansiedad experimentando con la posesión espiritual, aunque parezca aterrador, se lanza a ello… y le encanta. Al salir de su cabeza, Mia escapa de la incómoda realidad de su existencia cotidiana. Pero, como ocurre con muchos experimentos divertidos, puede convertirse fácilmente en una adicción tóxica. El ansia de liberación de Mia hace que sus emociones reprimidas se manifiesten como espíritus depredadores que la acechan y la poseen».
El film atrae por su estilo enérgico, influido por la experiencia de los hermanos en el mundo online. Con la colaboración de buenos profesionales, sus directores logran mantener una sensación de autenticidad en las posesiones y en los efectos visuales, lo que contribuye a una experiencia visceral y, por supuesto, muy entretenida. Los personajes son convincentes y auténticos, y destacan por su evolución y su habilidad para llevar adelante una trama medianamente compleja.
Háblame no solo apuesta por la inmersión visual en la trama. También destaca por su tratamiento del sonido y las voces alteradas, lo que agrega una dimensión atractiva a la experiencia del espectador. Los esfuerzos creativos de los directores y su dedicación para lograr la cohesión de todos estos elementos son palpables a lo largo de la película.
En definitiva, Háblame se eleva más allá de su premisa de simple pasatiempo. Con una mezcla hábil de temas conocidos y detalles bien hilvanados, la película cautiva y perturba, con una oferta que resuena más allá del simple terror.
En esta travesía desde YouTube al cine, los hermanos Philippou han demostrado un claro talento para crear una aventura que trasciende el mero susto, sumergiendo al público en una montaña rusa emocional, llena de suspense y revelaciones inesperadas.
Sinopsis
Cuando un grupo de amigos descubre cómo invocar espíritus utilizando una mano embalsamada, se enganchan a esta nueva sensación hasta que uno de ellos va demasiado lejos y abre la puerta al mundo de los espíritus, obligándoles a elegir en quién confiar: en los muertos o en los vivos.
Marty Pepper, supervisor de efectos visuales y jefe de postproducción, explica, «Los directores querían que todo pareciera lo más real posible y que las escenas de riesgo y los efectos se realizaran en la cámara. Dada su experiencia en películas de YouTube brutalmente realistas, supe desde el principio que el método ‘en cámara’ sería vital para contar la historia». En la fase de preproducción, se debatió en detalle el uso de efectos de maquillaje tradicionales y acrobacias físicas para conseguir el aspecto y la sensación adecuados. Los efectos visuales digitales se utilizaron para eliminar los cables, reconstruir secciones de los decorados y cambiar sutilmente las apariencias. La cámara tenía libertad para moverse y rodar lo que hiciera falta para contar la historia y luego, de ser necesario, lo ajustaríamos en postproducción. En la última toma del hospital, cuando Mia camina por el pasillo, por ejemplo, eliminamos todos los reflejos humanos ‘muertos’ de cada espejo, incluido el de Mia, y rompimos los dedos de Mia, todo en una toma continua».
Crear el realismo de la mano y las posesiones fue una prioridad que se trasladó al proceso de sonido. Emma Bortignon, diseñadora de sonido, lo explica en los siguientes términos: «La mano es un hilo conductor sonoro en toda la película. Intentamos ser lo más texturales posible, en relación con el sonido. Si alguien toca la mano, o tiene una interacción con la mano, tiene un sonido muy específico».
Asimismo, añade: «Hice muchos experimentos intentando dar con la textura sonora adecuada. Cuando la mano cae un par de veces y golpea el suelo, lo hace con un estruendo tremendo y en un momento dado incluso se desliza por el suelo. Utilicé el sonido de una lápida que es arrastrada por el cemento. Experimenté con muchos sonidos de cuero, de madera y de otros materiales para darle más textura. Además, cuando cualquier tipo de mano humana tocara la mano, cuando alguien la agarrara, tenía que sonar bastante sólida y pesada, debía tener peso, y al mismo tiempo ser un sonido muy estratificado de cerámica. A eso teníamos que llegar. Tenía que ser una experiencia muy visceral».
Sophie Wilde comparte esa idea: «Lo que más me sorprendió la primera vez que leí el guion fue que parecía una tema muy relevante, especialmente para los jóvenes y el público joven. La forma en que Danny escribe la jerga de los adolescentes australianos es tan auténtica que me pareció muy interesante verla en la pantalla. La historia en sí es muy original e interesante y me atrajo mucho la complejidad de Mia».
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