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Crítica: «Free Guy» (Shawn Levy, 2021)

De la cultura del vídeojuego sé muy poco, por no decir casi nada. Soy, por consiguiente, un espectador inadecuado para valorar como es debido Free Guy. Desconozco si es un reflejo adecuado de ese repertorio audiovisual, o si redondea como es debido el perfil de los gamers, de los diseñadores o de los personajes y entornos digitales que tanto les apasionan.

Supongo que, al no llevar encima ese equipaje, me libro de ciertos prejuicios y puedo hacer un balance algo menos comprometido de la película.

En realidad, la cinta de Shawn Levy bebe de muchas fuentes, pero su verdadera cualidad es la ligereza. Viéndola, uno recuerda Matrix, El show de Truman, Pleasantville, Tron o Ready Player One, pero lo cierto es que Free Guy no tiene un temperamento trascendente. Y eso que toma conciencia ‒siempre en un segundo plano‒ de asuntos filosóficos como el libre albedrío o la objetivación de las experiencias en un mundo virtual.

Esa modestia le sienta estupendamente a lo que viene a ser un espectáculo familiar, entrañable y muy colorista, que pone en marcha las condiciones perfectas para el romance y el humor. En este sentido, y por buscarle un aire de familia, Free Guy guardaría cierta relación con el reciente remake de Jumanji.

El guión de Matt Lieberman y Zak Penn es predecible pero eficaz. No obstante, lo que anima realmente la película es el carisma de su reparto, empezando por un Ryan Reynolds que domina todas las reglas de la simpatía.

Con una gestualidad inagotable, Reynolds da vida a un empleado bancario que repite día tras día la misma rutina, sin saber ‒al comienzo‒ que solo es un personaje secundario de un videojuego. Por decirlo con precisión, el tal Guy es un NPC (non-player character): es decir, una figura que solo contribuye a dar ambiente, como los extras en una película.

La coprotagonista del film es Jodie Comer, en un doble papel con el que se luce como la programadora Millie y la heroína de acción Molotovgirl. Taika Waititi interpreta  al histérico creador del videojuego, y reforzando al elenco de secundarios, nos encontramos con la fugaz o casi invisible presencia de Channing Tatum, Chris Evans, Tina Fey, Hugh Jackman, Dwayne Johnson y John Krasinski. Aunque sus cameos a veces se limitan a poner voz a un personaje ocasional, está claro que esto último contribuye a mejorar un producto que, de forma deliberada, alude a otras franquicias.

Sin necesidad de ser innovadora o sorprendente, Free Guy reúne muchos tópicos sobre la inteligencia artificial y los convierte en comedia para todos los públicos.

Gracias a esa extraña magia que hace que unas películas funcionen y otras no, incluso los chistes más rudimentarios encajan aquí como es debido. Eso explica que, a diferencia de otros pasatiempos veraniegos lanzados a bombo y platillo, Free Guy despierte de principio a fin una reacción favorable.

Sinopsis

Guy (Ryan Reynolds) es un cajero del Free City Bank que vive una existencia sencilla. Es un modelo de positividad y optimismo y siempre está dispuesto a tomarse una buena taza de café. Al igual que su mejor amigo, Buddy (Lil Rel Howery), siente pasión por la vida, pero todo cambia cuando Guy descubre que en realidad es un jugador de fondo en el ultraviolento videojuego de mundo abierto «Free City». Distribuido por Soonami Studios que dirige el codicioso magnate Antwan (Taika Waititi), «Free City» es un juego tremendamente popular donde reinan el caos y la devastación. Los jugadores viven una existencia salvaje dentro del juego y suben de nivel cometiendo actos de hostilidad y vandalismo que no responden a ninguna provocación. Guy conoce y se enamora de inmediato de la súper sexy Molotovgirl (Jodie Comer), que lo ayuda a navegar por el juego y comprender que la única vida que ha conocido no es real. Molotovgirl, cuyo nombre en el mundo real es Millie, tiene problemas con Soonami, ya que cree que Antwan robó los códigos de un juego que ella y su amigo, el programador de Soonami Keys (Joe Keery), vendieron a la compañía.

A medida que Guy empieza a asumir un papel más activo para ser una buena persona, un idealista en un mundo cínico donde no existen los límites, se convierte en un paladín tanto para los jugadores como para otros NPC (personajes no jugables) además de convertirse en el héroe de su propia historia… la que él mismo está reescribiendo. A medida que va creciendo la popularidad de Guy, Antwan se da cuenta de la peligrosa amenaza que representa para el futuro de «Free City» y, más concretamente, para su secuela «Free City: Carnage». Así que despliega a Keys y a un codificador Soonami llamado Mouser (Utkarsh Ambudkar) para que eliminen a Guy del juego de forma permanente. Ahora le toca a Guy ser el chico (‘guy’ en inglés) que salva su mundo a su manera.

En el verano de 2018, el realizador Shawn Levy estaba valorando su próximo proyecto cuando recibió un mensaje de texto de Ryan Reynolds. El mensaje decía: ‘Oye, ¿qué vas a hacer la primavera que viene? Porque creo que tengo algo para nosotros’. Sigo teniendo el mensaje de texto guardado en mi teléfono», dice Levy. «Así que leí el guión de Matt Lieberman para Free Guy y me reuní con Ryan al día siguiente. Comprendí inmediatamente que era la combinación perfecta de una gran idea: un actor al que admiraba y con el que quería trabajar y una oportunidad real de hacer algo singular, original y divertido».

Reynolds afirma: «Es poco habitual encontrar guión o un personaje con un arco dramático tan bien definido y eso me encantó».

Reynolds, uno de los protagonistas masculinos más versátiles de Hollywood, ha aprovechado su atractivo físico y su talento irreverente para la comedia en películas como La proposición, Van Wilder y El cambiazo y para convertirse en un héroe de acción en películas de enorme éxito como El invitado, X-Men Orígenes: Lobezno y, por supuesto, Deadpool y Deadpool 2.

«Hace años que Shawn y yo queríamos trabajar juntos. Hace mucho tiempo que soy fan suyo, no solo como artista, también como persona», explica Reynolds. «Creo que vio las mismas cosas que yo en la historia. Echo de menos historias en las que los deseos se cumplen, y esta me hizo pensar en eso. Creo que a Shawn también lo enganchó ese mismo aspecto de la historia».

Sabíamos que conllevaba muchísimo trabajo, así que nos sentamos enseguida con el guionista Zak Penn (Ready Player One) para repasar cada escena del guión y asegurarnos de que estábamos construyendo un mundo de la manera correcta. «Shawn es perfecto para elaborar mundos porque, no solo tiene una enorme experiencia en ese campo, también porque es tremendamente bueno en lo suyo», explica Reynolds.

Levy, cuyas películas incluyen la trilogía Noche en el museo, Noche loca y Acero puro, había pasado los últimos años afianzando su productora, 21 Laps. Fue una época fructífera que se materializó en la serie de éxito de Netflix Stranger Things y en el éxito de crítica y público La llegada, entre otros. Levy lo explica: «Cuando terminé la franquicia Noche en el museo decidí echarme a un lado, rechazar algunos proyectos y centrarme en afianzar mi compañía de producción. Tuvimos mucha suerte con La llegada y Stranger Things. Yo dirigía algunos episodios de Stranger Things cada temporada, así que no me resultó difícil rechazar películas que no me interesaban».

El guion de Lieberman (La familia Addams) y Penn es acción, humor y emoción a partes iguales, y está de plena actualidad, algo que nadie podría haber previsto. «Desde sus inicios, Free Guy ha sido una meditación sobre el libre albedrío», dice Lieberman. «Tenemos que aceptar el papel que se nos ha asignado en la vida, o es posible romper con esa programación y cambiar el mundo que nos rodea? Cuando se me ocurrió esa idea hace seis años, no sabía lo profético que llegaría a ser ese tema».

«Free Guy es en gran medida el viaje de un hombre que solo ha existido en un mundo falso y compartimentado y que tiene la candidez y la bondad de espíritu de un inocente», dice Levy. «Como resultado, la película ofrece ese humor que tanto nos gusta en personajes como este, pero también tenemos a un protagonista con el que es fácil identificarse, un héroe que admiramos, cuyas luchas sentimos visceralmente, y cuyos triunfos finales celebramos con gran pasión».

El rodaje de Free Guy se llevó a cabo en Boston y sus alrededores durante 68 días y empezó a finales de abril de 2019. La complicada tarea del director de fotografía George Richmond consistió en filmar dos películas en una. Para las escenas que se desarrollan en el mundo real, el director de fotografía y su equipo utilizaron cámaras Super 35 Alexa Mini y un juego completo de lentes anamórficos Panavision Serie G con zoom anamórfico amplio AWZ y zoom anamórfico largo ATZ. «Filmamos el mundo real sirviéndonos de una paleta de colores bastante sobria que era rotundamente fría y repleta de azul marino, grises y negros, fría y llena de marinas, grises y negros», dice Levy. «El trabajo de la cámara era desordenado y más manual con muchos primeros planos y mucha actividad».

Para el mundo del videojuego «Free City», se utilizaron cámaras Alexa 65 de gran formato y una cámara Super 35 Alexa Mini, acompañadas de un juego completo de lentes prime Panavision Sphero 65 y Legacy Ultra Speed Primes. Levy añade: «‘Free City’ tiene una paleta de colores mucho más alegre, colorida y cálida, y las composiciones son más limpias, más amplias, más frontales, más simétricas de modo que en un momento dado, no solo estamos evitando la confusión visual entre el mundo real y el mundo de los videojuegos, también conseguimos dinamismo y diversión además de la variedad visual de saltar de una a otra de las realidades».

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Berlanti Productions, 21 Laps Entertainment, Maximum Effort, Lit Entertainment Group, 20th Century Studios. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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