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Crítica: «En el corazón del mar» (Ron Howard, 2015)

No fue tanto un prodigio de la naturaleza como un agente de su venganza. En 1820, en el apogeo de la industria ballenera, un cachalote pálido se presentó ante sus cazadores como un leviatán que liberase la ira de su estirpe. Aquel fue un monstruo marino que pronto se transformó en mito literario.

Aunque esta criatura fue inmortalizada gracias al clásico Moby Dick (1851), de Herman Melville, su existencia y su agresividad quedaron consignadas en las crónicas de una travesía funesta: la ruta que un velero, el «Essex», capitaneado por George PollardJr., emprendió desde Nantucket, Massachusetts, hasta un ignorado punto del Pacífico donde el cetáceo lo atacó.

Ron Howard dirige la versión cinematográfica de esa dramática singladura, y lo hace con solvencia y clasicismo. Pese a cierta falta de carisma en el producto final, la película rinde homenaje a una historia que gustará a los amantes del mar y a todos aquellos que fantasean con el océano y sus peligros.

No en vano, este es uno de los relatos en los que las velas se descubren al alba, y en los que la estela blanca que se dibuja en la popa enciende las esperanzas de toda una tripulación.

En esta ocasión, Howard apela a nuestro romanticismo, y por eso vuelve a ofrecernos los mejores tópicos de la marinería en un espectáculo compacto, vigoroso y atractivo, resuelto sin irregularidades.

Curiosamente, más que por las virtudes de la puesta en escena, En el corazón del mar interesa por el modo en que recicla y resume varias crónicas sobre el legendario cachalote blanco. Su guión, muy bien hilvanado, se inspira en un libro excelente, In the Heart of the Sea: The Tragedy of the Whaleship Essex, de Nathaniel Philbrick, editado en español por Mondadori en 2008 y por Seix Barral en 2015.

En realidad, hay varios libros de memorias que convergen en esta obra. El explorador Jeremiah N. Reynolds publicó en 1839 Mocha Dick: Or The White Whale of the Pacific: A Leaf from a Manuscript Journal, su colorida descripción de un cachalote albino que se convirtió en un objetivo preferente para los balleneros de Nantucket. Por su parte, Owen Chase, el primer oficial del «Essex» ‒encarnado en la película por Chris Hemsworth‒, firmó una crónica de su desastrosa expedición, Narrative of the Most Extraordinary and Distressing Shipwreck of the Whale-Ship Essex, considerada hoy la inspiración directa de Herman Melville a la hora de escribir Moby Dick (1851).

El grumete Thomas Nickerson es interpretado por dos actores en el film: Brendan Gleeson en su vejez y Tom Holland en su juventud. Hoy sabemos que Nickerson también escribió unas memorias sobre el «Essex» y la ballena, The Loss of the Ship «Essex» Sunk by a Whale and the Ordeal of the Crew in Open Boats. Dicho manuscrito estuvo perdido hasta 1960, pero Ron Howard hace que en su película sea Nickerson, a petición de Melville, quien nos narre la aventura.

Al condensar los relatos de ReynoldsChase y NickersonEn el corazón del mar se toma licencias narrativas bien justificadas, pero a cambio, nos ofrece un retrato impecable de los balleneros en alta mar, con el apoyo de una buena ambientación y de unos convincentes efectos digitales.

Por tratarse de un largometraje destinado al gran público, entiendo que el guionista Charles Leavitt evite ciertos pasajes escabrosos y que perfile a sus héroes de una forma muy positiva. Es evidente que Owen Chase queda idealizado en la cinta, pero al fin y al cabo, estamos hablando de algo que es ‒y siempre ha sido‒ moneda corriente en Hollywood. En este caso, teniendo en cuenta todo lo que ocurrió en la singladura real, un exceso de realismo hubiera resultado deprimente.

El último tramo de la cinta es una lucha por la supervivencia en alta mar, bajo circunstancias extremas que ahora no adelantaré. Howard consigue narrarlo sin caer en el sensacionalismo, demostrando que es un artesano sumamente eficaz tanto en los momentos de calma como cuando se dispara la adrenalina.

En líneas generales, el reparto alcanza un buen tono. Hemsworth aborda la figura de Owen Chase como si fuera un héroe del cine aventurero de los años cuarenta. Pese a su corrección, Benjamin Walker no brilla excesivamente en la piel de George Pollard, Jr., a diferencia de lo que sucede con Cillian Murphy como Matthew Joy, el segundo oficial del Essex, o con Ben Whishaw (Herman Melville) y Brendan Gleeson (Thomas Nickerson), ambos muy bien dirigidos.

La excelente banda sonora de Roque Baños, una intervención episódica ‒hablando en nuestro idioma‒ de Jordi Mollà y los impresionantes escenarios naturales de las Islas Canarias ponen colorido español a este recomendable drama de época.

Sinopsis

Es una de las mayores historias marinas de todos los tiempos: un leviatán (una beluga o ballena blanca de tamaño y voluntad singulares) atacó un barco ballenero de Nantucket, el Essex. Tras el ataque tan solo unos pocos de sus tripulantes lograron superar obstáculos casi imposibles y vivir para contarlo, pero en los casi 200 años que han pasado desde aquella horripilante travesía, la verdad se desvaneció en la historia, eclipsada por la célebre novela a la que sirvió de inspiración, Moby Dick, de Herman Melville. Ahora, con el aclamado director Ron Howard al timón, la leyenda del Essex, su valiente tripulación, y aquella mítica beluga, llega a la gran pantalla por primera vez en la épica aventura En el corazón del mar.

Moby Dick es un relato de ficción. Sin embargo, En el corazón del mar da vida a la poderosa epopeya que alimentaría la determinante e imperecedera novela de MelvilleHoward nos cuenta: «La verdadera historia del Essex es fantástica. Es visceral; es rica y cinematográfica en esencia, y cuenta con montones de giros y vueltas. Aunque la película se ubica en el pasado, toca ideas sobre las relaciones, la supervivencia, la humanidad y la naturaleza con las que te puedes identificar, que te hacen pensar y que conectan con nuestras propias sensibilidades sobre quiénes somos como personas».

Howard recibió inicialmente el guion del actor Chris Hemsworth cuando trabajaban en RushHemsworth, que aparece en la película en el papel del primer oficial del Essex, Owen Chase, señala: «Me encantó el guión desde el principio. En el corazón del mar trata sobre heroísmo y sobre gente puesta a prueba más allá de sus límites en absolutamente todos los sentidos. También me fascinó el toque de thriller psicológico que le da a la ballena, que vuelve las tornas contra ellos. Hay algo increíblemente misterioso en cómo se retrata a este animal: por qué la ballena se lanza al ataque, algo completamente distinto a lo que la tripulación del Essex había conocido hasta entonces. El cazador cazado».

El extraordinario viaje del Essex y su tripulación lo narró Nathaniel Philbrick en su libro In the Heart of the Sea: The Tragedy of the Whaleship Essex. El escritor e historiador, que considera Nantucket su hogar, sentía una antigua fascinación por la industria que había puesto a la pequeña isla de Masachusetts en el mapa. «El libro nació de mi curiosidad por cómo eran los tiempos en los que Nantucket era la capital de la caza de ballenas estadounidense. Era una historia que se me coló bajo la piel».

En los últimos años, la sociedad moderna ha aprendido que las ballenas son seres que sienten, con emociones e inteligencia muy desarrolladas. El guionista Charles Leavitt, que también ha contribuido a crear la historia junta a Rick Jaffa y Amanda Silver, destaca que hay que mirar la subsistencia de estos hombres con el prisma de los tiempos pasados: «No es una película que glorifique la caza de ballenas; al contrario, muestra lo brutal que era», declara. «La industria ballenera de principios del siglo XIX era básicamente la industria petrolera antes de que alguien descubriera cómo perforar un agujero en el suelo para extraer petróleo de la tierra. El aceite de ballena iluminaba las lámparas de EE.UU. y Europa. La gente mecía a sus bebés en cunas hechas de huesos de ballena; sus muebles, los corsés de las mujeres, y una miríada de otros elementos esenciales procedían de las ballenas, pero las vidas de los hombres a bordo de estos balleneros eran prescindibles, nada más que registros en el balance de una compañía».

Para transportar eficazmente a los cinéfilos a otro lugar y época, los cineastas recrearon la Nantucket de principios a mediados de la década de 1800 en los Estudios Leavesden de Warner Bros., en Inglaterra. También rodaron escenas cruciales en aguas abiertas de La Gomera, una de las islas más pequeñas de Canarias, y muchos actores saborearon lo que era navegar en el siglo XIX con una réplica del Essex a tamaño real.

La Nantucket de principios de la década de 1800 tenía un gran prestigio gracias a la riqueza de la industria del aceite de ballena. A su vez, había un grupo de hombres en la isla que eran los más respetados. Philbrick lo detalla: «Los balleneros de Nantucket eran muy parecidos a los pilotos de combate actuales; tenían lo que hay que tener. Caminaban orgullosos por Main Street. Eran exploradores que iban a lugares en los que nadie había estado nunca para luchar contra las criaturas más poderosas de la Tierra. Es decir, estos tipos eran geniales y algo arrogantes también. Menospreciaban a los campesinos e incluso a otros marineros, a los que consideraban inferiores, así que si eras un joven de Nantucket, querías desesperadamente hacerte ballenero».

No obstante, dentro de la comunidad ballenera había un sistema de castas claro, basado más en la sangre que en el agua. Owen Chase era un experto ballenero que había llevado repetidamente a puerto cantidades récord de aceite. Sin embargo, al no haber nacido en una familia ballenera, no se le tiene en cuenta para ser capitán del Essex.

Chris Hemsworth explica: «Chase es un tipo de la clase trabajadora que tiene las habilidades y las cualificaciones para ser capitán, pero carece del derecho de sangre. Debido a que no proviene de una familia privilegiada y no tiene el nombre o el origen correcto, se le hace a un lado para la capitanía y se convierte en el primer oficial de George Pollard, para su frustración y enojo».

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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