Eli Roth se ha convertido en un director estrella gracias a su cercanía a Quentin Tarantino, eso está claro, pero hay que admitir que tiene sus fans. ¿Se los merece? Bueno, eso es una discusión que no lleva a ningún sitio, pero lo cierto es que, para ser un director especializado en terror y gore, se le dan fatal el terror y el gore.
Como en sus anteriores películas, lo que empieza siendo una divertida sátira sobre la estupidez y condescendencia de los pijos blancos respecto al mundo exterior (el ámbito rural en Cabin Fever, Europa en Hostel), se convierte en una chapucera muestra de gore mal rodado. Hay intención de impactar, pero la pobre técnica detrás de la cámara por parte de Roth viene a echar abajo sus entusiastas intenciones.
Todo queda en un timorato homenaje al cine italiano de caníbales, aquel de principios de los 80, aunque –gracias al cielo– sin maltrato animal. Su parte satírica resulta agradable, si bien pierde eficacia al forzarla demasiado según avanza la película. Lo que podría haber sido humor inteligente con mala leche acaba siendo, directamente, cine tontorrón y obvio.
No ayuda a la efectividad de la película la escasa credibilidad de la tribu de caníbales peruanos que da buena cuenta de los estúpidos activistas universitarios protagonistas. Lo mismo cabe decir de los chapuceros efectos digitales, muy por debajo del impoluto trabajo tradicional de los veteranos Greg Nicotero y Howard Berger, auténticos reyes en la fabricación de mutilaciones y gallinejas falsas.
Sinopsis
Eli Roth se traslada a los parajes salvajes en los que Herzog rodó Aguirre, la cólera de Dios. Allí vemos a Justine y a sus idealistas compañeros, que llegan a Perú para impedir que la destrucción de una parte de la jungla perturbe la vida de una tribu local.
Hasta aquí todo son buenas intenciones, que terminarán cuando la tribu en cuestión se disponga a convertir los visitantes en su almuerzo.
De un realismo acérrimo, The Green Inferno es una de las salvajadas del año.
Viejo conocido del festival, Roth nació en Massachusetts y se graduó en Cine en la New York University. Actor, director y productor, sus dos primeras películas como cineasta, Cabin Fever (2002) y Hostel (2005), lo encumbraron como uno de los grandes del terror.
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