¡El Interraíl! Recuerdos imborrables, aunque algo borrados y distorsionados, de juventud. La libertad, la bohemia, la camaradería, la exploración de un mundo que… blablabla. En realidad, el Interraíl era, en su mayor parte, el ejercicio de turismo precario por excelencia, con falta de higiene, noches durmiendo en trenes y estaciones (en compañía de inquietantes vagabundos), malnutrición, tensiones en el grupo de mochileros y consumo de drogas más o menos duras, según el presupuesto.
Así y todo, se recuerda aquella experiencia como la Gran Aventura de los Buenos Años. Viendo Descarrilados, un servidor (disculpen que me cuele en este texto) no pudo contener una sonrisa nostálgica al inicio de la película, que nos traslada a un viaje de Interraíl en 1999 (yo lo experimenté en 1998). Por lo demás, lo que se cuenta en la película entra en el terreno de la comedia «gamberra» más estándar, escrita sobre una plantilla preexistente que ya hemos visto en mil títulos más.
Un Interraíl frustrado nada más empezar rompe la relación entre un grupo de amigos durante dos décadas. Tras el fallecimiento de uno de ellos, los ex-colegas deben reunirse y realizar un Interraíl en tiempo récord como condición para heredar una cantidad de dinero bastante jugosa. Todo con cómicos resultados, claro está.
Acabar una gesta juvenil pendiente con los 40 recién cumplidos. Una premisa similar a esa se vio en la genial Bienvenidos al fin del mundo (The World’s End, 2013), de Edgar Wright. Al director primerizo de Descarrilados (película inicialmente titulada Interrail), Fer García-Ruiz, todavía le queda un trecho para alcanzar la calidad del film de Wright, pero tampoco parece que lo pretenda. El modelo a seguir serían las comedias gamberras juveniles de finales de los 90 y principios de los 2000, con el film EuroTrip (2004) como principal referente y anteriores películas protagonizadas por los actores chanantes.
Sin que nos hayamos dado cuenta, los jovenzuelos que veíamos La hora chanante (2002-2006) y los pipiolos que realizaban aquel programa de culto nos hemos convertido en señores, quizá menos chisposos que entonces, pero se hace lo que se puede. En Descarrilados vemos al muy activo Julián López y al talentoso Ernesto Sevilla, uno de los pocos cómicos chanantes que mantienen todo su poderío cómico (sin importar que el guion sea más o menos gracioso) y uno de los escasos actores capaz de marcar palabras en negrita mientras habla, con descacharrantes resultados. El trío protagonista se completa con Arturo Valls, porque Arturo Valls es inevitable y omnipresente.
La película funciona a ratos, más por la gracia de algunos miembros del reparto que por el propio guion, lleno de ocurrencias predecibles y siguiendo una escaleta mil veces utilizada anteriormente.
Las desventuras de los tres pringados protagonistas les llevan a diversos países. En numerosas ocasiones, los actores son incrustados en los escenarios con mejor intención que resultados, pero eso les permite sembrar el caos y la destrucción por toda Europa (adivinen qué sucede en París) sin que ellos parezcan darse cuenta de lo que hacen.
Con la angelical ‒y ocasional‒ aparición de Dafne Fernández y un tono tan ligero que impide que nadie vaya a sufrir viendo esta comedieta, Descarrilados es un pasatiempo sin trascendencia que se pasa rápido y despierta algún que otro recuerdo bloqueado de juventud que quizá habría sido mejor que siguiera hibernando.
Sinopsis
Año 2000. Pepo, Roge, Costa y Juan Luis, cuatro veinteañeros, emprenden el viaje soñado: el interrail. Pero en su primera parada en París, la aventura, y de paso su amistad, acaban de manera abrupta.
Veinte años después Juan Luis ha fallecido y, como última voluntad, ha decidido donar su jugosa herencia a sus tres antiguos amigos. Pero a cambio les pide que hagan el Interrail que no pudieron hacer con unas divertidas condiciones… tienen que llevarse con ellos las cenizas de su amigo para que pueda “vivir” la experiencia con ellos.
Por “amor” a Juan Luis, estos tres adolescentes de 40 años tendrán que resolver sus diferencias, visitar las mismas ciudades y vivir las mismas juergas, pero de un modo mucho más patético. Y con el colesterol por las nubes…
Primer largometraje de Fer García-Ruiz tras Como yo te amo, cortometraje nominado al Goya en 2018 y ganador de múltiples premios internacionales como el del Público del Festival de Clermont-Ferrand.
Descarrilados reúne un elenco de cómicos liderado por Julián López (Perdiendo el Este, Torrente 5, Súper López), Ernesto Sevilla (Lo dejo cuando quiera), Arturo Valls (Los del túnel, El mejor verano de mi vida, Tiempo después), Dafne Fernández (Perfectos desconocidos) y Ana Milán. Dirigida por Fer García-Ruiz, el guion corre a cargo de David Marques, cuyo guion para Campeones, el mayor éxito del cine español del año 2018, recibió también una nominación al Goya.
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