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Crítica: «Daybreakers» (2009), de Michael y Peter Spierig

Cada cual tiene sus vampiros predilectos, obviamente. Los míos son aquellos del cine clásico, nobles y sentimentales, invariables en sus métodos. Fiel al canon vampírico de antaño y de siempre, Daybreakers lo inserta en un argumento de grueso calibre, más propio del thriller futurista que del romance gótico.

No voy a ser tan romántico como para pretender que la película de los hermanos Spierig supone un retorno a las raíces del vampirismo. Que la cinta se tome en serio la mitología del bebedor de sangre no la sitúa –por más que algunos quieran verlo así– en las proximidades de la Universal o de la Hammer.

Tampoco está de más recordar que Daybreakers, con su estética cyberpunk, retrata el vampirismo como una enfermedad contagiosa, una pandemia compatible con una sociedad hipertecnificada y nocturna, en la que la hemoglobina se obtiene en granjas donde los humanos dormitan en animación suspendida.

A medida que la epidemia se impone, quedan menos víctimas por capturar, y los vampiros se enfrentan –cosas de economía– a las viejas tensiones entre la demanda y la oferta. Así, la multinacional Bromsley Marks Corp. encara una peligrosa crisis en la distribución de sangre con una decisión estratégica: la obtención de suero artificial.

El hematólogo encargado de ese proyecto, Edward Dalton (Ethan Hawke), no está satisfecho con el estilo de vida vampiresco, y acaba ayudando a un grupo de resistentes humanos, liderados por Audrey (Claudia Karvan) y Elvis (Willem Dafoe). Gracias a ellos descubrirá una verdad incómoda y revolucionaria, que me resisto a revelarles para no arruinar la sorpresa.

La premisa de los Spierig es interesante: ¿desearíamos abandonar la condición de vampiros si ésta fuera la naturaleza dominante en la Tierra? ¿Qué nos empujaría a renunciar a la eternidad y al goce noctámbulo del rojo alimento?

El truco que en este sentido aplica el guión es útil, porque sitúa a los infectados ante una peligrosa disyuntiva. Cuando no consumen sangre, su biología se degrada y acaban transformados en seres bestiales, con rasgos de murciélago. En un género acostumbrado al tópico, ese par de vueltas de tuerca bastan para que Daybreakers inspire simpatía y un claro respeto.

Con todo, la película tiene puntos vulnerables. Para empezar, su textura, resuelta en una gama cromática que recuerda los tonos azulados de la noche americana, parece concebida según la estética televisiva, y eso, sumado a la deriva del la trama, lleva a pensar que éste podría ser un estupendo episodio piloto. Lo cual no es algo muy criticable, pero sí que nos sitúa en otro escalafón.

Tampoco se libra la película de los golpes de efecto más convencionales, con rancia solera en el cine de género, pero acaso innecesarios en un proyecto que resulta menos hondo y ambicioso de lo que uno espera.

Quizá por ello, cuando al acabar la proyección se encienden las luces, se impone la idea de que Daybreakers distrae y entretiene, pero desaprovecha un filón de referencias y de dilemas –entre ellos, el poder de las corporaciones, el consumismo, los experimentos secretos, los mecanismos de control social…– que hubieran dado lugar a una producción de mayor entidad.

Sinopsis

En el año 2019 casi todos los habitantes del planeta han sido infectados por una misteriosa plaga que los ha transformado en vampiros. Los humanos son ahora una especie en peligro de extinción, se han convertido en ciudadanos de segunda, y se ven obligados a vivir recluidos, escondiéndose para escapar de los vampiros que se dedican a cazarlo o a criarlos en granjas donde fuerzan tanto la máquina que están a punto de causar su extinción.

Su salvación está en manos de Edward Dalton, un vampiro investigador que no se alimenta de sangre humana y está intentando dar con un sucedáneo de la sangre que pueda alimentar a los vampiros y salvar, así, a los pocos humanos que quedan. Todo parece perdido en esta carrera contrarreloj y se agotan las esperanzas de dar con una solución… hasta que Ed conoce a Audrey, una superviviente humana que le revela un impresionante avance médico.

Armado con una información por la que matarían tanto humanos como vampiros, Ed deberá enfrentarse a los suyos en una batalla mortal que decidirá el destino de la raza humana.

Cómo se hizo

Tras sumergirse en el mundo de los zombies en su exitosa película de debut Los no muertos, los directores/guionistas Peter y Michael Spierig decidieron probar suerte en el género de los vampiros con un thriller de ciencia-ficción titulado Daybreakers.

En este filme, los Spierig se han alejado de los manidos caminos del goticismo de Bram Stoker o Anne Rice para llevar a los vampiros a un futuro elegante y no demasiado lejano en el que todos, desde los colegiales a los mandatarios, son chupasangres. “Daybreakers cuestiona cómo nos adaptaríamos si todos nos convirtiéramos en vampiros el día de mañana”, comenta Michael Spierig. “Nuestro largo rechaza las reglas de las típicas películas de vampiros sin olvidarse de de lo que más nos gusta del género”.

El ingenio y el astuto sentido del humor de los Spierig aparece ya en la primera escena de la película: los vampiros van al trabajo en trasporte público y hace cola en Starbucks donde sirven tazas de sangre. “En vez de estar recluidos en cuevas, castillos o los tradicionales hábitats subterráneos, los vampiros se han apropiado del mundo y viven en la superficie”, dice Peter Spierig. “El ‘día a día’ se ha convertido más bien en ‘noche a noche’, con algunas modificaciones vampíricas”.

Los seres humanos están en la punta de la pirámide alimenticia, lo cual es muy peligroso. La única fuente alimenticia de los vampiros componen únicamente el 5% de la población terrestre y las cifras están cayendo a un ritmo vertiginoso. La situación de pánico global que surge entre una población que ha agotado prácticamente unos recursos antaño abundantes es un reflejo directo de la situación que se vive en el mundo actual.

Daybreakers es como las clásicas películas de ciencia ficción de los años cincuenta que hablaban de lo que ocurría en el panorama político de la época”, apunta el productor Chris Brown. “Si bien antes las preocupaciones eran el comunismo y la bomba atómica, ahora Daybreakers recoge ese listón y lo actualiza. Hay sangre y violencia para que los fans del género disfruten, pero la película tiene un claro mensaje”.

“Las películas de terror clásicas son un poco punk rock y esa definición creo que puede aplicarse también a Daybreakers”, comenta Ethan Hawke, que da vida a Ed Dalton, hematólogo y vampiro. “Tiene un claro filón contracultural”.
“Nos encanta este género, crecimos con él”, declara Michael Spierig. “Desde que tengo uso de razón, las películas de ciencia-ficción/terror nos han fascinado y encantado, no sólo por la diversión visceral que puede provocar una buena peli de terror, sino porque las posibilidades creativas son, simple y llanamente, infinitas”.

Tras vender un tratamiento de 16 páginas de Daybreakers a Lionsgate, Michael y Peter Spierig tardaron dos años en desarrollar el guión para la empresa. El productor Chris Brown quedó impresionado con el primer borrador que leyó. “Me pareció una idea muy original. Las películas de género son geniales pero lo que hace tan especial este guión es que presenta una nueva interpretación de un tema muy manido”.

La meticulosa preparación que realizaron los hermanos también ayudó mucho a que el rodaje, que comenzó en 2007 en Queensland, Australia, fuera lo más sencillo posible. “Sabían lo que querían conseguir con la película y no lo cambiaron un ápice desde el primer día que hablé con ellos”, comenta Brown. “Tenían muy claro qué escenas querían rodar, tenían storyboards de todos los encuadres e hicieron sus propios efectos especiales, y eso sólo para el tema técnico. También habían escrito el guión así que sabían cómo querían que fueran los personajes y siempre transmitían sus ideas con gran claridad”.

El diseñador George Liddle trabajó de diseñador de producción y diseñador de vestuario de Daybreakers, lo cual le permitió crear una estética propia para toda la película.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes, sinopsis y cómo se hizo © 2010 Lionsgate, Furst Films, Autralian Film Finance Corporation y Pictures In Paradise. Cortesía de DeAPlaneta. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.