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Crítica: ‘Cuerpo escombro’ (2024)

A Javier (Dani Rovira), ingeniero emprendedor, no acaban de irle del todo bien las cosas, por lo que debe encontrar trabajo con urgencia si no quiere poner en riesgo la hipoteca que pesa sobre la casa en la que sigue viviendo a los 40, y que no es otra sino la de sus propios padres.

Su hermano Fermín (Ernesto Sevilla), un auténtico “gañán”, comercial farmacéutico sin suerte ni discernimiento (el único personaje realmente discapacitado en esta historia), no tendrá mejor ocurrencia que proponerle a Javier que simule una parálisis cerebral para ser contratado en una empresa de tecnología robótica -su especialidad-, y así salvar el domicilio paterno. “Los tullidos están de moda”, argumenta el caradura de Fermín, un liante que no duda en arrastrar a su propio hermano a cometer el más chapucero e inmoral de los fraudes.

Esta película es una simpática y amena comedia romántica, al más puro estilo de lo que marcan los cánones clásicos del género, un camino abierto por visionarios como Billy Wilder (Dios me perdone la comparación, era orientativa), estilo plasmado en obras de humor ácido como En bandeja de plata, o Con faldas y a lo loco. Y al igual que estas, Cuerpo escombro sigue la plantilla de la sátira alocada en la que un par de impostores de poca monta toman la calle de en medio hasta el ineludible desastre final, porque en el cine, al contrario que en la vida real, las golfadas se pagan.

Javier -fingiendo tener una discapacidad física-, acaba siendo contratado en un laboratorio tecnológico por Beatriz (Casandra Ciangherotti), y a nadie se le escapa que al poco se va a iniciar el romance, cosa que supone una carga de dinamita de efecto retardado.

Las mentiras (como las armas), las carga el diablo, y tienen las patas muy cortas. Pero la trama se encarga de demostrarnos que Javier es un buen tipo, que juega como puede las malas cartas que la fortuna le ha repartido.

Curro Velázquez, ya versado en la comedia ligera (Fuga de cerebros, La familia Benetón), dirige con naturalidad y buen ritmo esta historia amable, en la que vuelve a contar con la participación de El Langui, actor-artista fetiche en sus cintas. Sin forzar la máquina, tirando de oficio, Velázquez compone una historia amable donde se va suavizando la chispa del tono irreverente con que se inicia, para acabar aterrizando en un desenlace tan previsible como falto de brillo, lo que no le resta simpatía a los personajes, aunque la historia no acabe de cerrarse con la emoción que hubiera requerido.

Cine de entretenimiento para echar un rato fresco en una sala en este verano que se presenta tórrido, y salir con la sonrisa que provoca un chiste ya escuchado, pero contado con gracejo.

Sinopsis

Ante los problemas para encontrar trabajo y liado por su hermano Fermín, Javi se hace pasar por discapacitado para conseguir un puesto que necesita desesperadamente. Pero fingir parálisis cerebral es más complicado de lo que parece, sobre todo, cuando se enamora de su jefa.

“Una gran mentira que generará un sinfín de momentos divertidos sin ofender a nadie. Situaciones sorprendentes y extremas donde el protagonista sufrirá como si a cada instante estuviera pisando brasas encendidas derivando en un conflicto serio que nos hará reflexionar sobre la empatía, la aceptación del otro y la visibilidad de las personas que se encuentran todos los días con barreras que los demás no vemos” apunta su director y guionista Curro Velázquez, que tras haber dirigido varios proyectos protagonizados por personas con discapacidad ha demostrado con creces saber cómo encontrar el tono perfecto que permite normalizar y empatizar con personas con discapacidad de forma natural, con mucho humor y sin caer en la sensiblería.

Y es que, como corrobora el productor de la película, Juan Gordon, Cuerpo escombro es muy gamberra pero con mucho fondo: “Entre gag y gag, nos obliga a ponernos en la piel de las personas con discapacidad, pero sin caer en un tono paternalista ni moralizante. Todo lo contrario, nos enfrenta con una realidad a la que a menudo ignoramos, de una forma fluida, entretenida y divertida a través del monumental lío en el que se mete su protagonista”.

Morena Films después del éxito de Campeones y Campeonex, vuelve a poner el foco en las personas con discapacidad, en este caso discapacidad física, y a visibilizar su día a día.

Copyright del artículo © Fernando Mircala. Reservados todos los derechos.

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Fernando Mircala

Artista, escritor, traductor y fotógrafo. Premio Lazarillo en el año 2000. Entre otros libros, es autor de 'Ciudad Monstrualia' (2001), 'El acertijo de Varpul' (2002), 'Eclipse en Malasaña. Una zarzuela negra' (2010), 'Lóbrego romance, pálido fantasma' (2010), 'Compostela iconográfica' (2012), 'Pentagonía' (2012), 'En un lugar de Malvadia' (2016; ilustrado por Perrilla), 'Pánico en el Bosque de los Corazones Marchitos' (2019), 'Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe' (2019) y 'Concéntrico' (2022).