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Crítica: ‘Bob Marley: One Love’ (Reinaldo Marcus Green, 2024)

Jamaica está al borde de la guerra civil. Años 70, los conflictos sociales y las dificultades económicas del país lo convierten en un polvorín. Ningún hombre nacido de madre podría evitar un estallido sangriento. Pero Bob Marley (Kingsley Ben-Adir), en su extrema humildad humana, es algo más que un hombre: es el mensajero, es el propio mensaje.

Bob Marley One Love es un excelente y emocionante retrato de un tiempo en el que aún quedaba espacio para los ideales, para soñar con la paz universal, con la libertad, con el amor, empleando la música como lubricante de esa apisonadora en la que el mundo se ha venido convirtiendo desde mediados del siglo XX, y que no ha cesado de agigantarse y sofisticarse para desdicha de la felicidad universal camino de esa agenda 2030 que amenaza con cumplirse.

Nesta (el mensajero), así decidió su madre llamar a Bob, y así se lo recalca una especie de “Mufasa”, un gran león rastafari que ve en el joven músico un enviado de Rah para traer al pueblo de Babylon la tan deseada paz.

Reggae en la duras calles de Kingston, entre tiroteos, precariedad, cannabis, mesianismo y pachangas futboleras. Así transcurre la vida de Bob Marley y su troupe de amigos y músicos, una gran familia bien avenida edificada en torno a un líder altruista imbuido de una luz que todos siguen como un faro en la niebla. Un faro que está alimentado por otra luz poderosa, la que su esposa Rita (Lashana Lynch) proyecta e insufla en el noble espíritu de la estrella en ciernes.

La idea de un gran concierto que reconcilie al pueblo es tentadora, y así la asume nuestro protagonista no sin temor ni amenazas por lo que su emblemática figura representa. Un frustrado atentado contra su vida y la de los suyos le hará dudar de semejante proyecto, pero una creciente tensión y algo sofocante en el ambiente, le llevarán a dar forma al inevitable evento, “One Love Peace Concert”, que acabaría teniendo lugar en la capital jamaicana en el año 1978.

“Hay una mística natural atravesando el aire”, comenta nuestro protagonista durante el trabajo creativo en el estudio, un sentimiento colectivo que debe trascender lo musical y convertirse en la textura y el alma del mensaje. “¿Por qué los perros y los gatos no pueden amarse?”, el discurso de Marley busca en la justicia y en el amor, la igualdad, más aún: la unidad, el ser todos uno y el mismo espíritu. Su talante mesiánico no puede disociarse de su esencia artística, la música es una herramienta que él pone al servicio de un fin superior a cualquier vanidad mundana.

Asistimos a la estancia de Marley y su grupo en Londres; a la búsqueda de un nuevo sonido (ética y estética en comunión le obsesionan); a la grabación de su disco “Exodus” y su exitosa gira europea, algo que impulsará la figura legendaria del astro de la música, pero que amenaza con distanciarle de la realidad social de su pueblo, de la “misión” que algo divino le ha encomendado, y a la que su entorno y la presión popular le empujan como hacia un destino ineludible. Europa le idolatra, pero África y Jamaica le necesitan.

La película resulta emocionante de principio a fin, y está dibujada con una nitidez visual y una fluidez narrativa que resaltan con espontaneidad la verosimilitud de lo que se nos cuenta.

Relata una historia sentida, cercana, amable entre sus asperezas, de una emotividad sin trampas, y catártica en la más noble acepción del término.

Creación musical, sesiones inspiradas, ritmos, cantos y alma, se unen y dignifican el arte, y lo llevan a su expresión más necesaria: la transmisión de la palabra, del mensaje. Varios de los momentos más hermosos de la película, son aquellos en los que Marley y su banda proceden a componer partiendo de un simple ripio, dejando fluir la improvisación en un crescendo de percusiones, melodías, coros y sonidos que van envolviendo la atmósfera en un aura lúcida y lisérgica, y conformando mágicamente el nacimiento de nuevas canciones que habrán de convertirse en himnos.

Todo esto se desarrolla en la película con una sorprendente naturalidad, como si estuviésemos presenciando una sesión con el Bob Marley real, permitiéndonos asistir a esos instantes privados y sublimes del artista, tan cercanos a una experiencia documental.

Bob Marley: One Love es un disfrute para los sentidos, un baño purificador, y una vivencia que el espectador sensible debe dejar penetrar en su espíritu como el regalo que representa y es. Y aunque no está exenta de un sesgo de idealización (es una película, no un telediario), el canto de este artista singular resuena aún en nuestros días con enérgica frescura, con esa apacible y risueña cadencia que la música reggae transmite, y con la indiscutible fuerza de la verdad de su mensaje.

Sinopsis

Bob Marley: One Love es una celebración de la vida y la música de un icono que inspiró a generaciones a través de su mensaje de amor y unidad. Por primera vez en la gran pantalla, descubrimos la impactante historia de superación de la adversidad de Bob y la travesía que subyace a su música revolucionaria. Producida en colaboración con la familia Marley y protagonizada por Kingsley Ben-Adir en el papel del legendario músico y Lashana Lynch en el de su esposa Rita.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Paramount Pictures, Plan B Entertainment, State Street Pictures, Tuff Gong Pictures. Reservados todos los derechos.

Fernando Mircala

Artista, escritor, traductor y fotógrafo. Premio Lazarillo en el año 2000. Entre otros libros, es autor de 'Ciudad Monstrualia' (2001), 'El acertijo de Varpul' (2002), 'Eclipse en Malasaña. Una zarzuela negra' (2010), 'Lóbrego romance, pálido fantasma' (2010), 'Compostela iconográfica' (2012), 'Pentagonía' (2012), 'En un lugar de Malvadia' (2016; ilustrado por Perrilla), 'Pánico en el Bosque de los Corazones Marchitos' (2019), 'Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe' (2019) y 'Concéntrico' (2022).