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El caso de la Mano Cortada

Durante el registro, la policía encontró, al abrir un armario, una lechera de plástico que contenía una mano cortada por la muñeca, flotando en alcohol con los dedos hacia arriba.

Sucedía en la calle Princesa de Madrid, nº 72, 3º derecha, donde vivía Margarita Ruiz de Lihory, Marquesa de Villasante, Baronesa de Alcalahí, Duquesa de Valdeáguilas y Vizcondesa de la Mosquera, con 17 perros, 3 gatos, 10 o 12 canarios y 2 tórtolas.

Esta mujer, por entonces ya anciana, había sido hija de un político monárquico, masón, con veleidades espiritistas. En los años veinte, Margarita fue una de esas jóvenes que lograron, mediante la audacia, una libertad que su condición femenina les negaba.

Tras licenciarse en derecho, se separó muy pronto de su marido Ricardo Shelly. Frecuentó los oscuros lobbies africanistas, que le franquearon la entrada en el Protectorado español. Utilizó como cobertura la corresponsalía en Marruecos del periódico La Correspondencia de España, para moverse por el territorio como espía y agente doble.

Se asegura que fue amante del líder anticolonialista Abd-el-Krim. En aquella época conoció al futuro dictador Francisco Franco al que, parece ser, advirtió de un atentado gracias a sus relaciones con los círculos insurrectos.

Tras la guerra civil, se instaló en Estados Unidos donde se ganó la vida como conferenciante feminista y pintora. Más tarde viviría en París cinco años más. Al regresar a España, contrajo un nuevo matrimonio, esta vez civil, con un destacado abogado catalán: José María Bassols-Iglesias, fundador de un próspero bufete.

El 30 de enero de 1954, la noche que murió su hija Margot, fue denunciada por uno de hijos. El cuerpo de su hermana estaba mutilado. Al parecer Margarita tenía por costumbre diseccionar a sus animales al morir, desollándolos, seccionando su lengua y extrayéndoles el corazón. Esa noche, pidió a la criada una garrafa de alcohol y un paquete de algodón. Junto al cadáver, se hallaron unas tijeras y unas pinzas. En la casa se encontraban dos médicos alemanes, posiblemente nazis refugiados.

Durante el registro efectuado esa misma noche por la policía, hallaron un hacha de carnicero en el armario de su alcoba. Poco después, encontraron una lechera de plástico en la que flotaba en alcohol una mano cortada a la altura de la muñeca, con los dedos hacia arriba.

No fue la única disección que descubrieron. Dentro de una sopera se hallaban dos cabezas de perro desolladas. En un barreño flotaban en alcohol vísceras de animales. Sobre la cama se extendían las pieles de otros dos perros. Un sobre guardaba distintos mechones de pelo. También se encontró una lengua y unos ojos humanos. Pertenecían al cadáver de Margot, que se hallaba totalmente rasurado.

Desde que publiqué El mago manco, me asaltan historias sorprendentes de manos como esta. La imagen procede de la policía y fue publicada por la revista El Caso.

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Ramón Mayrata

Poeta y novelista, ha ejercido también el periodismo escrito y ha trabajado como guionista de radio y de televisión. A los diecinueve años publicó su primer libro de poemas: "Estética de la serpiente" (1972). Un año antes aparecieron sus poemas iniciales en la antología "Espejo del amor y de la muerte", prologada por Vicente Aleixandre (1971). Trabajó como antropólogo en el antiguo Sahara español en pleno proceso de descolonización. Estas experiencias fueron la materia de su primera novela: "El imperio desierto" (Mondadori, 1992). Su amplia bibliografía incluye títulos como "Valle-Inclán y el insólito caso del hombre que tenía rayos x en los ojos", "El mago manco" y Fantasmagoría. Magia, terror. mito y ciencia".
Junto a Juan Tamariz fundó y dirigió la editorial Frackson especializada en libros técnicos de magia. Autor de innumerables artículos en periódicos y revistas, en la actualidad colabora en "El Norte de Castilla".