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Crítica: «Bloody Sunday» (Paul Greengrass, 2002)

Más que por sus méritos musicales, hay canciones que destacan por su significación social o por el modo en que conmemoran un hecho histórico. Pensemos en cuatro de ellas: «Give Ireland Back to the Irish», de Paul McCartney, «Sunday Bloody Sunday», de John Lennon, «Sabbath Bloody Sabbath», de Black Sabbath, y la más popular de ellas, «Sunday Bloody Sunday», lanzada por U2 en 1983.

Todos estos temas rememoran una masacre que tuvo lugar el 30 de enero de 1972, en Derry, Irlanda del Norte. Una marcha de protesta organizada por la Northern Ireland Civil Rights Association (NICRA) acabó oponiéndose a un regimiento de paracaidistas británicos, y lo que había empezado como una de tantas manifestaciones independentistas o reivindicativas que partían del vecindario del Bogside, se convirtió en una de las tragedias más dolorosas del conflicto irlandés.

Aquel suceso conmovió muy especialmente a la sociedad inglesa, acostumbrada por esas fechas a los atentados terroristas más atroces y a la durísima reacción de la fuerza militar británica. Y es que, sin duda, lo que ocurrió en Derry fue espantoso: tras el habitual lanzamiento de gases lacrimógenos y botes de goma, los nervios se desataron, y los paracaidistas dispararon contra 28 civiles desarmados. Catorce de ellos murieron. Varios fueron acribillados cuando huían o trataban de ayudar a los heridos.

Aquel Domingo sangriento (Bloody Sunday) alimentó aún más las hostilidades entre católicos y protestantes, lo que al final, por desgracia, también generó un apoyo creciente hacia el IRA.

Producida por Granada Television, Bloody Sunday recrea la matanza con un verismo muy particular. Escrita y dirigida por Paul Greengrass, la película se rodó en Ballymun, al norte de Dublín, y en Derry, en los mismos escenarios de la tragedia.

Greengrass se inspiró en un libro de Don MullanEyewitness Bloody Sunday (Wolfhound Press, 1997), y ofreció el papel protagonista (el de Ivan Cooper, uno de los organizadores de la marcha) al actor norirlandés James Nesbitt, que desarrolla una labor excelente.

El impecable reparto se completó con Tim Pigott-SmithNicholas FarrellGerard McSorleyKathy Kiera ClarkeAllan Gildea y Gerard Crossan, entre otros. Don Mullan aparece caracterizado como sacerdote y varios militares fueron encarnados por antiguos miembros del Ejército, entre ellos Simon Mann, quien da vida de forma muy convincente al coronel Derek Wilford, el oficial al mando de los paracaidistas de dispararon de forma injustificable contra los manifestantes.

A la hora de relatar lo sucedido durante aquel infame Domingo Sangriento, Greengrass opta por el estilo documental, que si bien ha sido usado de forma excesiva y gratuita, en esta ocasión tiene un propósito y resultado insuperables. Por fortuna, no se trata aquí de seguir el método Dogma, sino de reconstruir los hechos de forma tan realista que pocos espectadores puedan soportar la intensidad de lo narrado.

Y es que Bloody Sunday es una producción excelente, pero no es en absoluto disfrutable. Viéndola, uno lo pasa muy mal, y llega a los títulos de cierre francamente horrorizado y con una amargura descomunal.

Las interpretaciones naturalistas, la documentación de cada detalle y la ausencia de banda sonora (exceptuando la magistral e inevitable canción de U2 en los créditos finales) acentúan ese realismo lacerante.

Bloody Sunday es, desde un punto de vista narrativo ‒y perdonen el arriesgado comentario‒, un film de catástrofes. Desde el primer momento sabemos cómo va a acabar la situación, pero la tensión es tan grande que uno espera que la Historia cambie y no llegue a ese desenlace.

Ciñéndonos al lado humano del film, durante el metraje se nos muestran las decisiones y las estupideces que desembocaron en aquella matanza tan injusta. Hay muchas formas de mostrar la violencia en el cine, desde la vertiente poética de Peckinpah o John Woo hasta el encarnizamiento inofensivo de las películas gore. Uno disfruta como el que más de estos films, de modo que se podría decir que soy un espectador curtido. Sin embargo, con Bloody Sunday, al igual ocurría que con La Lista de Schindler, la violencia se aprecia tal cual es, con un verismo que provoca estremecimientos. Es un film que duele en lo más hondo.

Una obra cinematográfica sobre eventos reales siempre conmueve con mayor facilidad, pero lo que consiguió Greengrass con esta película no es precisamente algo fácil. Algunos dirán que se trata de una obra partidista. Claro que lo es. Pero no olvidemos que ya no hay dudas sobre lo que sucedió y sobre la inocencia de las víctimas. Así lo declararon sin ambigüedades dos primeros ministros del Partido Conservador: John Major y David Cameron.

En definitiva, Bloody Sunday es una película imprescindible, pero también difícil, precisamente por el modo en que se dirige al corazón del espectador.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).