Cualia.es

Crítica: «Almas condenadas» (Wes Craven, 2010)

Estrenada en España en un momento no muy lejano al lanzamiento de Scream 4, esta obra del veterano Wes Craven cuenta con muchas de las constantes temáticas del autor, aunque también despliega casi todas sus debilidades.

Almas condenadas (My Soul to Take) es un film con buenas ideas pero caótica ejecución. Al verla, es inevitable recordar la magistral película de Craven Pesadilla en Elm Street (1984) y su secuela Pesadilla en Elm Street 4 (Renny Harlin, 1988), ya que la historia está protagonizada por un grupo de chavales de instituto unidos por un destino fatal. Todos ellos son el objetivo de la venganza de un asesino presuntamente muerto, pese a que los jóvenes ni siquiera llegaron a conocerle en vida.

Las extrañas visiones que sufre el adolescente protagonista y la acumulación de las almas de sus compañeros dentro de la suya propia remiten a la saga de Freddy Krueger, no sabemos si por querer repetir una fórmula de éxito o porque Wes Craven, como autor, está realmente interesado en ese tipo de cosas.

Almas condenadas es, en principio, representante de ese simpático género juvenil que es slasher, creado exclusivamente para que los espectadores más jóvenes se lo pasen bien, gritando del susto o torciendo el gesto con las muertes sangrientas de los personajes.

El problema viene cuando Craven quiere introducir más temas colaterales, como la simbología del cóndor en el folklore de los nativos americanos (!). Lo mismo cabe señalar sobre los innumerables giros de guión y los larguísimos diálogos melodramáticos cuyo desarrollo resulta, en más de una ocasión, desconcertante.

Como en otras ocasiones, Craven realiza una película desquiciada que no termina de plantear su tono ni su género. En principio, esto no es nada negativo, siempre que el cineasta sepa como unificar todas estas variables en un film coherente y sólido, algo que no siempre sucede con el director de Amiga mortalEl sótano del miedo o la cinta que nos ocupa.

Con muertes escasamente originales y un asesino que aparece como un Guadiana entre momentos de comedia adolescente, drama juvenil televisivo y homenajes a Hitchcock, lo que realmente prima en Almas condenadas es la sucesión caótica de diálogos explicativos y broncas extrañas, por no hablar de la condensación de personajes que, en la mayoría de las ocasiones, no tienen ningún propósito real dentro de la historia, y por ello aparecen y desaparecen de manera casi aleatoria.

El guión de Wes Craven tiene todo el aspecto de ser un primer borrador lleno de notas que no ha pasado más revisiones, ya que él mismo, como director, quizá tenga claro todo lo que quiere decir con la película. Por desgracia, el espectador, incluso el más bienintencionado fan de Craven, no puede evitar alejarse de la película a medida que avanza el metraje.

Es evidente que no se trata de la mejor obra de este cineasta desigual, aunque al menos se pueden encontrar inconfundibles sellos de autoría como esa obsesión por mostrar personajes entregados al bricolaje extraño o todo ese asunto bíblico de los hijos pagando por los pecados de sus padres.

Sinopsis

En la tranquila ciudad de Riverton, Massachusetts, cuenta la leyenda que el Destripador de Riverton, un asesino en serie de personalidad múltiple, juró que volvería para matar a los siete niños que nacieron la noche de su muerte.

¿Por qué? La leyenda sigue diciendo que tenía siete personalidades, y que solo una era el asesino. Las otras seis pidieron ayuda, pero en el caos que siguió a su última serie de crímenes, la policía disparó y el asesino murió. Es de suponer que las siete personalidades también desaparecieron en ese momento. Pero la personalidad del Destripador quiere vengarse.

Siempre había sido la típica historia de fantasmas que se contaba para asustar a los críos de la pequeña y soñolienta ciudad, hasta el día en que los Siete de Riverton cumplen 16 años y un desconocido empieza a asesinarlos uno a uno.

¿Se habrá reencarnado el psicópata en uno de los Siete de Riverton o tal vez sobrevivió aquella fatídica noche cuando cayó al río después de un brutal accidente de coche? El cuerpo nunca se encontró, y la policía se inclina por esta explicación lógica.

Pero ¿fue realmente así? Un chico deberá desvelar el misterio antes de que él y el resto de los Siete de Riverton mueran asesinados.

Adam “Bug” Hellerman es uno de los siete niños que nacieron la sangrienta noche en que desapareció el Destripador. Este chico desgarradoramente inocente creció oyendo historias acerca del asesino y ha sufrido horribles pesadillas desde su más tierna infancia. Pero el inesperado héroe es el escogido para salvar a sus amigos de las garras del monstruo que ha regresado en carne o en espíritu. Debe enfrentarse a algo maléfico que no descansará hasta cumplir la promesa de venganza que hizo el mismo día que Bug vino al mundo.

En su intento por conseguirlo, Bug madurará con rapidez y nos llevará a través de una historia de tensión, humor y terror en estado puro a partes iguales. Un recorrido brutal y apasionante de principio a fin.

Cómo se hizo

Wes Craven regresa a sus raíces con el espeluznante thriller de suspense Almas condenadas. Para esta película, ha imaginado una historia terriblemente trágica y de una violencia perturbadora que le impedía dormir. Reconoce, sin embargo, que estaba entusiasmado con la idea de dirigir un guión escrito por él. “No me había dado cuenta de los años que hacía desde que había escrito y dirigido algo”, dice el realizador. “Dirigí Vuelo nocturno/Red Eye y otras películas de talentosos guionistas, pero no eran proyectos tan personales como este”.

Al hablar de dónde le vino la inspiración para el Destripador de Riverton, Wes Craven dice que la historia le escogió a él. Se preguntó qué pasaría si un hombre normal, con una vida monótona, descubriese el arma de un asesino en serie que aterroriza a toda la zona. Cuando se da cuenta de que la navaja es suya, empieza a unir las piezas del rompecabezas. Lo que descubre le deja destrozado.

Wes Craven imaginó a un asesino en serie con personalidad múltiple. Entre ellas, la de padre de familia y la de un psicópata retorcido. El amable Abel Plenkov y el malévolo Destripador comparten el mismo cuerpo. El director dice: “Es un hombre con una vida normal y, de pronto, le empiezan a asaltar dudas: ‘¿Habré hecho algo…?’ Imaginé lo horrible que podía llegar a ser la situación, sobre todo si había sido un hombre ejemplar antes del cambio”.

A partir de ahí, añadió otras personalidades que salen del cuerpo del asesino y entran en otros cuerpos la fatídica y brutal noche en que murió de varios disparos. A su vez, esto le dio la idea de siete niños nacidos la noche en que Abel/el Destripador muere. “Me pareció interesante seguir a estos chicos y contar su historia desde el punto de vista de Bug, el personaje principal”, dice el realizador.

Sabía que no sería fácil incorporar las personalidades del asesino en los adolescentes conocidos como los Siete de Riverton, de los que se dice, bromeando, que comparten el alma del Destripador. El resultado fue un guión “mucho más complejo que cualquiera de mis anteriores películas”, dice Wes Craven. “Desde un principio fue difícil concebir una interacción entre todos los personajes para que no se limitara a dos historias, un chico en el instituto y un chico con su familia. Además, el reto era hacer que todo esto ocurriese en 24 horas”.

La esposa de Wes Craven, la productora Iya Labunka, leyó el guión y vio que había creado a un sociópata tan espeluznante y aterrador como sus personajes más malévolos. “Nuestros peores miedos nacen de la imaginación”, dice la productora. “La historia funciona a muchos niveles. Tiene tensión, es escalofriante, hay sangre, pero también contiene mucho humor típico de Wes”.

Almas condenadas tiende más hacia el thriller psicológico que las anteriores creaciones de Wes Craven. Cuando vemos a Abel por primera vez, parece llevar una vida totalmente normal. De golpe, una personalidad malévola se apodera de él y le obliga a ir a por las personas que más quiere.

“Y eso es lo que realmente da miedo”, explica Iya Labunka. “Tiene una familia a la que ama profundamente, pero no puede controlar lo que ocurre. La otra personalidad destruye todo lo que más quiere. Da miedo porque puede pasarnos a cualquiera, y si ocurre, no podremos controlarlo”.

Copyright © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de sinopsis, imágenes (Nicole Rivelli) y Cómo se hizo © 2008 Rogue Pictures. Cortesía de Universal Pictures International Spain. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).