Danny Boyle intentó, con éxito, convertirse en el director de moda entre los espectadores universitarios más fashion con una película que se llamaba Trainspotting. Para ser lo más de lo más había que alabar esa película, tener la banda sonora, haber leído la novela e incluso haber asistido a la adaptación teatral (en Londres, por supuesto). Lo que no era más que una peliculilla de yonquis tirando a muy cortos de inteligencia se convirtió en la película favorita de mucho intelectual de piercing y anfetas, que en su vida no había visto algo anterior a Dirty Dancing o Top Gun.
Después de Trainspotting, el señor Boyle quiso seguir en boga, pero ya sabemos que las modas, precisamente por lo que son, no duran mucho.
Tras las debacles comerciales y artísticas que supusieron Una historia diferente y La playa, Danny Boyle había perdido el trono de Supremo Director Inglés Megafashion, ahora en manos de Guy Ritchie.
Así las cosas, en 2003 el señor Boyle deja de intentar ser un artista y se convierte en un fan con posibilidad de hacer películas. Y, por supuesto, de esta manera se redime. Escrita por Alex Garland (quién también se redime por La playa), 28 días después es un vibrante homenaje al género zombi, especialmente a las películas de George A. Romero, pero…sin zombis.
Como en la película de David Cronenberg Rabia, nos encontramos con enfermos, seres infectados con un potente virus que los convierte en asesinos zombiformes de ojos rojos y rápidos movimientos no muy distintos a los Demons de Lamberto Bava.
La ciudad de Londres tiene una sólida tradición en cuanto a ser invadida por zombis apocalípticos, como se puede ver en delicias del terror cósmico como ¿Qué sucedió entonces? o Lifeforce (Fuerza Vital), y este film continúa este tradición de manera inmejorable.
La opción de rodar la película en video digital, muy al modo Dogma 95, lejos de ser un fastidio (como sería de esperar), dota de un sobrecogedor realismo a las primeras escenas del film, en las que el protagonista se pasea por un Londres desértico que trae a la memoria novelas como La Guerra de los Mundos o Soy leyenda, la novela madre de este tipo de historias.
Habrán notado que la lista de referencias no deja de aumentar, así que acabaremos de darles la tabarra recordando Zombi y El Día de los Muertos, ya que la película es básicamente un homenaje a estas dos partes de la trilogía del ya citado Romero, iniciada por la seminal La Noche de los Muertos Vivientes. De hecho, 28 días después repite famosas escenas de estas obras como el ataque del niño zombie o la visita al supermercado desierto.
Se puede culpar a Boyle de ceder en ocasiones a la moda del montaje epiléptico y a la cámara con baile de San Vito, pero como estos recursos ya se han convertido en un estándar, a un servidor ya no le quedan fuerzas para protestar por estas cosas. Además lo que cuenta es que nos encontramos ante una película de terror y acción inusualmente intensa.
Intensidad, esa cualidad de la que están cada día más huérfanas las películas, y aquí la encontramos presente durante prácticamente todo el metraje (nunca se sabe cuando atacarán los infectados) y especialmente en escenas tan llenas de suspense como la del túnel (permítanme una referencia más al notarle cierto parecido con un pasaje de Apocalipsis, de Stephen King) o el clímax en el interior de la base militar.
Al contrario de otros films del género, esta película se aleja del nihilismo fatalista, conteniendo un mensaje esperanzador que resulta sorprendente en contraposición al de sus agobiantes predecesoras.
28 días después se beneficia de un buen reparto (los actores ingleses nunca fallan) y una banda sonora realmente inquietante, brindando al espectador veraniego el soberbio y nada estúpido film de entretenimiento que estaba pidiendo a gritos. Y de paso se convierte en la mejor película de Danny Boyle hasta la fecha.
Y es que la esperanza es lo último que hay que perder.
Sinopsis
Un grupo de activistas por los derechos de los animales irrumpe en un laboratorio, liberando a un chimpancé infectado de “ira”. El animal los ataca violentamente, contagiándoles en breves segundos. 28 días más tarde, Jim (Cillian Murphy) despierta del coma en la cama de un desierto hospital, topándose con un Londres desolado, en el que acechan los infectados por el virus, personas sin voluntad y poseídas por un violento instinto asesino.
Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.