A colación de mi entrada anterior, me quedé pensando que la novela sobre el racismo que más me ha impactado no fue En el calor de la noche –que más bien me dejó frío en su día–, sino Contra el mañana (Odds against tomorrow, 1957) de William P. McGivern. La descubrí a los 16 o 17 años, en una hermosa colección de bolsillo, Crimen & Cia, que para los que crecimos leyendo crímenes en El Club del Misterio a principios de los 80, supuso una evolución natural.
La trama juega también con el contraste entre dos individuos antagónicos, uno blanco y otro negro, que deben unir fuerzas debido a las circunstancias: en este caso, dos atracadores, dos pobres diablos que no se soportan, pero tendrán que hacer fuerza común en su huida de la policía.
Lo que me conmovió de esta historia es el estudio de personajes y cómo calan en el lector. McGivern es un maestro en la psicología de caracteres y logró una obra redonda. Encima, los protagonistas eran forajidos, no defensores de la ley, lo que le añade un filo especial al planteamiento, exento de baba obvia. Recuerden, ¡estamos en los 50! Los discursos igualitaristas no eran todavía moneda común en Hollywood. Libro y filme son pioneros en ese aspecto.
Años más tarde vi Apuestas contra el mañana, la adaptación cinematográfica de 1959 y, pese a dirigirla Robert Wise, se queda muy corta en términos dramáticos, que no estéticos. Nadie mejor, eso sí, que Robert Ryan para dar vida al duro sureño que no aguanta el color de piel de su cómplice: por mucho que Ryan fuera un demócrata y pacifista convencido, decidido activista pro–derechos civiles y antirracista (un trozo de pan según sus colegas de oficio), con esa pinta sólo podía encarnar personajes como éste, movidos por una violencia interna irracional e inevitable. Él mismo confesó sobre este rol lo problemático que resultaba para un actor con sus principios interpretar a un tipo de persona «que en la vida real considera despreciable».
Aquí, el tráiler del filme:
Y aquí, Harry Belafonte nos explica en 2009 lo maravillosa persona que era Robert (¡y de paso le pega un par de collejas a Sidney Poitier!):
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