El cliché se ha prolongado un tiempo. Demasiado tiempo en el que se ha identificado el ateísmo con la razón o la ciencia, y la religión con la ignorancia o la irracionalidad. Volveremos a oír una y mil veces este endeble argumento, pero ya va siendo hora de prescindir de él. Sobre todo porque, a pesar de la presencia abrumadora del Nuevo Ateísmo en los medios (un mérito que, sin duda, hay que atribuir a Sam Harris, Daniel C. Dennett y Richard Dawkins), también disponemos de un buen puñado de autores actuales que nos permite ir a contracorriente.
Por una vía estrictamente racional, hay pensadores del ámbito científico (Francis S. Collins, John C. Lennox, Alister McGrath) y filosófico (Edward Feser, Antony Flew…) que defienden de forma reflexiva la existencia de Dios, y que aportan las respuestas que un cristiano puede ofrecer en este debate.
Refutar en público el ateísmo sigue siendo complicado, sobre todo porque el tablero mediático está inclinado a su favor. Pero cualquiera que ponga empeño en ello, puede encontrar ensayos muy sólidos que fortalecen esa evidencia que ya expuso C.S. Lewis: «No sirve de nada pedir una religión sencilla. Después de todo, las cosas no son sencillas. Parecen sencillas, pero no lo son».
El excelente libro que ha escrito Carlos Alberto Marmelada, Cómo hablar de Dios con un ateo, va justo en esta dirección. Además de examinar con rigor y profundidad lo que significa el ateísmo en la sociedad contemporánea, da cuenta de su principal éxito: la indiferencia de buena parte de la población ante el fenómeno religioso.
Sin embargo, pese a que la sociedad actual ‒tan propensa a la ligereza, el relativismo y la vanidad‒ parece alérgica a la trascendencia, es obvio que la metafísica aún llena un hueco central en el pensamiento humano. En contra de lo que pueda pensarse, la idea de Dios no está reñida con la razón, y así lo han dejado claro numerosos filósofos y científicos. Por supuesto, habrá quien crea que la reflexión acerca de la divinidad puede limitarse a lo que diga este o aquel «divulgador» en un par de tuits o en algún vídeo de YouTube. En realidad, el asunto es bastante más frondoso desde el punto de vista moral e intelectual, y abarca cuestiones que Marmelada desgrana con evidente sofisticación en su libro, refiriéndose a filósofos de distintas épocas.
Vuelvo a insistir en lo que decía Lewis: «las cosas no son sencillas». Es algo que también advertirá quien lea este ensayo, repleto de observaciones sutiles y conclusiones poderosas. Al fin y al cabo, ese tira y afloja entre el ateísmo posmoderno y el pensamiento teísta demanda un sólido argumentario, alejado en todo momento de la mediocridad o de la simpleza. Está eso en consonancia ‒y esto es algo muy significativo‒ con la clave alrededor de la que gira este importantísimo debate, y que no es otra que el misterio del ser.
«Cabe tener presente ‒escribe el autor‒ que el ser humano actual, el incrédulo indeferentista posmoderno es persona y, como tal, tiene una apertura natural a la trascendencia, por lo que también tiene sed de Dios y lejos de sus fuentes no puede esperar otra cosa más que languidecer existencialmente y empobrecerse espiritualmente»
Sinopsis
¿Tiene sentido hablar de Dios hoy? ¿Por qué ya no resulta tan atractivo el cristianismo en Occidente? ¿Es la fe una creencia retrograda, supersticiosa y precientífica? ¿Son compatibles la religión y la ciencia? ¿Cuáles son las consecuencias de la endémica indiferencia espiritual de nuestro tiempo? ¿Por qué huimos de lo trascendente y de lo divino?
La negación de Dios es una de las características definitorias de nuestra sociedad; Cómo hablar de Dios con un ateo plantea un elocuente y revelador diálogo entre una visión teísta de la realidad y el ateísmo práctico imperante en la actualidad. Tras casi un siglo de ausencia de divinidad, el balance es claro: el ateísmo no ha traído la liberación de la consciencia. Ha llegado el momento de que el cristiano deje de vivir de espaldas al mundo y asuma el reto fascinante de ofrecer respuestas desde su fe a los nuevos interrogantes que plantea la ciencia. Frente al neopaganismo reinante, Carlos Alberto Marmelada propone con gran clarividencia un firme argumentario positivo y entusiasta para el desarrollo de una nueva y necesaria evangelización desacomplejada, capaz de transmitir el mensaje universal y eterno del cristianismo y así calmar la innata sed de Dios inherente a todo ser humano.
Carlos Alberto Marmelada (Barcelona, 1962), es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona. Con más de 25 años de experiencia docente, en la actualidad es profesor de la Universitat Internacional de Catalunya y de Institució Familiar d’Educació y ganador del Premio Arnau de Vilanova. Autor de los libros: El origen del hombre. Cuestiones fronterizas. Charles Darwin. Evolución y vida. Coautor con Daniel Turbón de Darwin y el mono. En esta misma editorial también escribió Hasta el último aliento, una biografía narrada de san Juan Pablo II traducida al inglés; Fronteras del conocimiento, Cartago y Stalingrado. Así mismo ha publicado más de 180 artículos sobre evolución humana, cosmología, metafísica y el diálogo entre ciencia, razón y fe e impartido numerosas conferencias sobre estos temas en diversas universidades e instituciones.
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