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Cosas que he aprendido del budismo

Del budismo, en sus muy diferentes versiones, he aprendido muchas cosas. Anoto aquí algunas de las que recuerdo.

No se cura uno leyendo el prospecto, sino tomando la medicina.

Es el consejo fundamental acerca de los consejos, que señala la importancia de la acción, no sólo del conocimiento. Saber cuál es la solución a un  problema no significa haberlo solucionado: además hay que aplicar esa solución.

Lo paradójico es que, del mismo modo que sucede con muchos consejos concretos, este consejo acerca de los consejos también suele ser elogiado pero no seguido: todo el mundo parece estar de acuerdo con la prescripción, pero también todo el mundo parece olvidarse casi siempre de aplicarla. El remedio está muchas veces al alcance de la mano, pero en vez de tomarlo, solemos preferir seguir quejándonos.
No estoy seguro de que esta idea pertenezca al budismo porque la expresión “prospecto” no suena muy budista, pero quizá es que lo he cambiado, o lo he leído en un libro moderno acerca del budismo.

Si tienes un pozo de agua y empiezas a echar piedras, al final ya no podrás sacar agua.

En consecuencia… Si quieres volver a tener agua, tendrás que ir sacando piedras. Puedes ir más lento o más rápido, pero has de sacar más piedras de las que eches.

El budismo relaciona esto con la reencarnación: uno va mejorando vida a vida y esa es precisamente la gran responsabilidad individual: tú creas tu próxima vida. La idea no es sólo budista, sino también hinduísta y jainista, pues casi todas las filosofías indias aceptan la reencarnación.

Se trata de una responsabilidad mucho mayor que en el cristianismo incluso, ya que no se limita a una sola vida, a mejorar en el transcurso de esta existencia particular, sino en toda la cadena de reencarnaciones. Es cierto que estamos determinados por lo que hicimos en vidas anteriores, pero también lo es que influiremos con nuestros actos presentes en las vidas futuras. Para el cristianismo no son las vidas anteriores las que nos condenan fatalmente, sino sólo dos de ellas: la de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Somos pecadores por lo que ellos hicieron, sin posibilidad de gran enmienda en esta única segunda oportunidad que ahora tenemos.

Como no creo en las vidas anteriores (y tampoco en las posteriores) aplico esta idea budista al transcurso de la propia vida y a la construcción de nuestra propia personalidad a través de los años. A partir de cierta edad, la persona que uno es ha sido creada por la persona que fue, del mismo modo que nuestro yo futuro lo estamos creando ahora.

No puedes salvar al mundo si no te salvas primero a ti mismo.

Quizá se puedan hacer las dos cosas a la vez, pero es dudoso.

A mí me gusta decir que quizá no he reducido el número de los malvados con mi poca actividad a favor de los demás, pero que al menos tampoco lo he aumentado. Se podría decir que al menos he restado dos malvados al cómputo total.

Sea el número de malvados x…

Conmigo: x+1

Sin mí: x-1

Diferencia en el segundo caso: 2.

Pero tampoco es seguro que no deba yo contarme en el número de los malvados, claro, lo que invalidaría mi estupendo cálculo.

La igualdad básica entre todos los seres.

Se opone el budismo a las castas del hinduísmo y las otras escuelas, excepto el jainismo, que va todavía más lejos que el budismo en la defensa de las mujeres y los animales.

No creas en nada de lo que te digan sin haberlo pensado por ti mismo antes, ni siquiera en lo que te digo yo (Buda).

Esta es una de las primeras cosas que leí que dijo Buda. Un buen consejo para librarse de muchos dogmas de los propios budistas en sus mil y una escuelas, a veces tan absurdas.

Las acciones tienen consecuencias. Cambiar la manera de actuar cambia las cosas.

Esto tiene relación con las piedras y el pozo, y se opone a las ideas deterministas que basan la personalidad en genes, traumas y cosas parecidas.

El budismo es muy determinista por un lado, porque tu vida depende de las anteriores, pero es indeterminista por otro lado, porque puedes cambiar tus vidas futuras, como he dicho antes. Insisto en que yo todo esto lo aplico a la vida presente.
Como se ve, se puede cargar el peso de la influencia de las acciones hacia lo que han sido (el pasado nos determina: recuerdos, traumas, memoria) o a lo que pueden ser (determinamos nuestro futuro actuando, haciendo). Es una dicotomía y hasta un equilibrio interesante entre el pesimismo y el optimismo: “Soy así por culpa de…” frente a “Seré así gracias a….”

Estas ideas coinciden también con muchas de Paul Watzlawick y la llamada terapia sistémica, que insiste en cambiar el comportamiento en vez de estar lamentándose continuamente por lo que hemos hecho. Cambia tu manera de actuar y cambiará tu manera de pensar, tu manera de sentir y sobre todo tu manera de pensar qué es lo que debes pensar.

También recuerda ideas de Krishnamurti y su insistencia en el ahora y en la inexistencia del tiempo.

Las cuatro nobles verdades del budismo, pero en especial dos de ellas:

Existe el dolor

Existe un remedio contra el dolor.

Si tienes un problema y a eso añades la preocupación por tener un problema, entonces tienes dos problemas.

El primer problema a veces se puede solucionar, otras no. El segundo problema se puede casi siempre eliminar o suavizar, y suele ser precisamente el peor de los dos. La solución de ese segundo problema casi siempre coincide con la segunda noble verdad del budismo: “El origen del sufrimiento es el anhelo o deseo”.

No se debe buscar la salvación ni mediante la multiplicación de los placeres más groseros (riqueza, poder, gula…) ni mediante el sacrificio y las penalidades.

Eso es algo que al parecer descubrió Buda tras vivir primero como un príncipe y después como un ermitaño que castigaba su cuerpo. Tras años de sufrimiento se dio cuenta de que maltratar a su cuerpo era absurdo y no conducía a nada, así que renunció a tales prácticas.

Como se ve, he aprendido ciertas cosas del budismo de una manera muy particular y mi interpretación de la doctrina que tal vez creó Buda es muy discutible. Como todo el resto de interpretaciones.

Para quien le interese saber cuáles son las cuatro nobles verdades del budismo:

  1. Toda existencia es sufrimiento (duḥkha).
  2. El origen del sufrimiento es el anhelo (o deseo, sed, “tanhā“).
  3. El sufrimiento puede extinguirse, extinguiendo su causa.
  4. Para extinguir la causa del sufrimiento, debemos seguir el Noble camino óctuple.

Imagen superior: Pixabay, CC.

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Daniel Tubau

Daniel Tubau inició su carrera como escritor con el cuento de terror «Los últimos de Yiddi». Le siguieron otros cuentos de terror y libro-juegos hipertextuales, como 'La espada mágica', antes de convertirse en guionista y director, trabajando en decenas de programas y series. Tras estudiar Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, regresó a la literatura y el ensayo con libros como 'Elogio de la infidelidad' o la antología imaginaria de ciencia ficción 'Recuerdos de la era analógica'. También es autor de 'La verdadera historia de las sociedades secretas', el ensayo acerca de la identidad 'Nada es lo que es', y 'No tan elemental: como ser Sherlock Holmes'.
Sus últimos libros son 'El arte del engaño', sobre la estrategia china; 'Maldita Helena', dedicado a la mujer que lanzo mil barcos contra Troya; 'Cómo triunfar en cualquier discusión', un diccionario para polemistas selectos. Además, ha publicado cuatro libros acerca de narrativa audiovisual y creatividad: 'Las paradojas del guionista', 'El guión del siglo 21', 'El espectador es el protagonista' y 'La musa en el laboratorio'.
Su último libro es 'Sabios ignorantes y felices, lo que los antiguos escépticos nos enseñan', dedicado a una de las tendencias filosóficas más influyentes a lo largo de la historia, pero casi siempre ignorada o silenciada. A este libro ha dedicado una página que se ha convertido en referencia indispensable acerca del escepticismo: 'Sabios ignorantes y felices'.
En la actualidad sigue escribiendo libros y guiones, además de dar cursos de guión, literatura y creatividad en España y América.