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Charles Williams, recordado por su hija

«Por aquella época yo vivía en San Diego, donde acudía a la Universidad. Me sentía preocupada por mi padre [el escritor Charles Willliams (1909-1975)], pero no podía identificar qué era lo que iba mal. Sabía que estaba deprimido (desde el fallecimiento por cáncer de su esposa, Lasca Foster).

Papá quería escribir comedias en vez de historias de suspense, pero no vendían bien. Trabajaba escribiendo guiones de sus primeras novelas, con la ayuda de Nona (Tyson, su nueva pareja y coguionista junto a él del filme Labios ardientes de Dennis Hopper). Pero creo que no ponía el corazón en esa tarea, porque se basaban en trabajos que había escrito hacía mucho tiempo y él quería cambiar a nuevas historias.

Sea como fuere, un día me llevé un buen susto porque intenté llamar a mi padre por teléfono y él no contestaba. Lo intenté día y noche, sin respuesta. Llamé entonces a la policía de Los Ángeles y les pedí que comprobaran su apartamento. Me dijeron que no veían nada anormal, pero yo no me encontraba del todo tranquila, así que le dije a Jim (mi marido en aquel entonces) que nos acercáramos hasta Los Ángeles para ver cómo estaba mi padre. Así lo hicimos, y cuando hablamos con el gerente del apartamento donde vivía, ¡descubrimos que mi padre se había ido de viaje a Hawái con Nona! El gerente no había querido decir nada porque, a fin de cuentas, no era asunto suyo. Nos sentimos muy aliviados, pero, tras su regreso, no pude evitar reprocharle a mi padre el que no me hubiera contado sus planes. Explico esto únicamente porque quiero resaltar que había algo con respecto a mi padre que me provocaba sentimientos de inquietud a los cuales desearía haber prestado mayor atención.

Como he mencionado, sabía que estaba deprimido y que tenía preocupaciones de tipo económico. Sin embargo, nunca sospeché que aquello pudiera llegar a ser tan grave. Me preocupaba el hecho de que pudiera descuidar su salud, pero jamás se me ocurrió la posibilidad de un suicidio.

Varios meses más tarde, mi padre, Nona y yo habíamos planeado cenar juntos aprovechando una visita mía el fin de semana. La suspendí porque hice unos cambios a última hora para realizar un viaje corto a México. Quedé con mi padre en visitarle el próximo fin de semana. El viernes le llamé para decirle que llegaría aproximadamente al mediodía del día siguiente. Él me dijo que bien.

Cuando llegué a su apartamento y llamé al timbre no obtuve respuesta. Sabía que algo iba mal porque el periódico estaba todavía frente a su puerta. Mi padre era muy madrugador y siempre leía el periódico tan pronto se levantaba. Hice que el gerente del apartamento abriera la puerta y, una vez dentro, descubrí que mi padre se había pegado un tiro tendido en la cama. (Su escopeta de caza la había regalado a su yerno, pero alquiló una pistola para la ocasión).

No se mató en un barco como han descrito en alguna solapa de sus novelas (el embuste mitificador fue obra de François Truffaut para promocionar su última película, Vivamente el domingo, basada en la novela La larga noche del sábado del propio Charles Williams).

Dejó una nota de suicidio para mí y una para Nona. También dejó una nota para que la policía me lo notificara. Incluso me había dejado un cheque para cubrir los gastos de su incineración. Más tarde descubrí que le quedaba muy poco dinero.

Podía haber pedido ayuda a mucha gente pero, como ya he señalado, ésa no era una opción para él. Curiosamente, los derechos de River Girl / The Catfish Tangle (novela inédita en edición española, pero publicada en catalán como Parany als aiguamolls en la colección La Cua de Palla) se vendieron poco después de que él muriera, con lo que no hubiera tenido preocupaciones económicas por una buena temporada.

Me entristece mucho pensar que nunca pudo realizar sus sueños de vivir en una cabaña en el río Klamath, donde le encantaba pescar».

Alison Williams, en un correo electrónico que me envió con objeto de clarificar la realidad de la muerte de su padre, acaecida en abril de 1975, y que publiqué dentro de mi libro Charles Williams – La tormenta y la calma, desmintiendo por primera vez la versión romantizada que popularizó François Truffaut sobre dicho suicidio a inicios de los años 80.

Imagen superior: foto de Charles Williams junto a su hija Alison de su archivo familiar.

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Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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