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«Beren y Lúthien», de J.R.R. Tolkien

Con un cambio de escenario, una variante argumental o algún otro hallazgo en los manuscritos de su padre, Christopher Tolkien, apoyándose en su autoridad familiar y filológica, ha expandido el universo de J.R.R. Tolkien a través de un buen puñado de libros que lucen la firma del inmortal escritor, pero que en realidad son reconstrucciones afortunadas de lo que éste no concluyó en vida.

Ese papel de albacea y de intérprete de los deseos póstumos de su progenitor ha situado a Christopher Tolkien en el centro del planeta tolkieniano. Un planeta novelesco en el que los lectores ‒verdaderos fans‒ no sólo desean conmoverse con el recuerdo de la Tierra Media: también quieren experimentar la certidumbre de que sus iconos y personajes más queridos nunca se han ido del todo, y pueden retornar con variaciones más o menos felices.

El texto que nos ocupa ya dejó su rastro en ediciones previas de Tolkien hijo, como El Silmarillion (1977), los Cuentos inconclusos (1980), Las baladas de Beleriand (1985) y La historia de la Tierra Media (1983-1996). En este caso, la novedad consiste en revivir el romance de Beren y Lúthien de forma aislada, repasando todas las notas y poemas que le dedicó Tolkien, y por otro lado, cediendo a la ensoñación que provocan las maravillosas ilustraciones de Alan Lee.

Si nos detenemos en su raigambre mitológica, la pareja de Beren y Lúthien es heredera de Culhwch y Olwen, aquellos amantes que la tradición galesa retuvo en el Libro Rojo de Hergest (en torno a 1400) y en una versión del Libro Blanco de Rhydderch (1325). De forma tangencial, Culhwch y Olwen forman parte del ciclo artúrico, y sobre todo, de esa recopilación que Lady Charlotte Guest tituló El Mabinogion, un cúmulo de relatos célticos que interesó muchísimo a Tolkien en su faceta académica, y que inevitablemente enriqueció el corpus de leyendas nórdicas que viene a ser El Señor de los Anillos.

Tiene su lógica que el romance de Beren y Lúthien haya atraído tanto a Christopher Tolkien ahora que ya sobrepasa los 93 años. En realidad, la historia de amor entre un hombre mortal y una elfa inmortal figura entre sus recuerdos más queridos, dado que ambos personajes, en realidad, se inspiran en el vínculo que unió al propio J.R.R. Tolkien con esposa, Edith Mary Tolkien.

Este idilio legendario ‒el del mortal Beren y la hija del Rey Thingol y Melian la Maia‒ es abordado en el libro desde todos los ángulos posibles, ordenando todos los vestigios que cabe encontrar en el archivo de Tolkien: desde los primeros apuntes, escritos en torno a 1917, tras sobrevivir nuestro escritor a la masacre del Somme, hasta fechas relativamente tardías, en los que fue redactando los cantos reunidos en La balada de Leithian.

Sin duda, este recorrido pormenorizado y casi caleidoscópico por el relato de Beren y Lúthien agradará a los lectores de El Silmarillion, no sólo por sus ráfagas de poesía sino por el periodo épico en que se sitúa, 6.500 años antes de los acontecimientos narrados en El Señor de los Anillos. Es inevitable, por otro lado, relacionar el amor de Aragorn y Arwen ‒inmortalizado luego por Peter Jackson en el cine‒ con la pasión entre Beren y Lúthien, más oscura en su desenlace, pero rebosante de esa magia arcaica y poderosa que Tolkien supo manejar como ningún otro.

Sinopsis

El relato de Beren y Lúthien era, o se convirtió, en un elemento esencial en la evolución de El Silmarillion, los mitos y leyendas de la Primera Edad del Mundo concebidos por J.R.R. Tolkien. El autor escribió el relato durante el año siguiente a su regreso de Francia y de la batalla del Somme a finales de 1916.

Esencial para la historia y sin haber sido nunca alterado, el elemento central del relato es el destino que ensombrece el amor de Beren y Lúthien, dado que Beren era un hombre mortal y Lúthien una elfa inmortal, cuyo padre, un gran señor elfo, en clara oposición a Beren, impuso a éste una tarea imposible que debía llevar a cabo si quería desposar a Lúthien. Éste es el núcleo de la leyenda, que acaba conduciendo al absolutamente heroico intento de Beren y Lúthien de robarle un Silmaril al más malvado de todos los seres: Melkor, también llamado Morgoth, el Enemigo Oscuro.

En este libro Christopher Tolkien ha intentado extraer la historia de Beren y Lúthien de la extensa obra en la cual estaba entretejida. Para ilustrar una parte del proceso a través del cual este «Gran Relato» de la Tierra Media evolucionó a través de los años, Christopher ha narrado la historia en palabras de su padre ofreciendo, en primer lugar, su forma original, y a continuación pasajes en prosa y verso de textos posteriores que ilustran cómo ha cambiado la narrativa.

John Ronald Reuel Tolkien nació el 3 de enero en Bloemfontein en el Estado Libre de Orange. A principios de 1895, su madre, agotada por el clima, regresó a Inglaterra con Ronald y su hermano pequeño, Hilary. Tras el fallecimiento de su padre, a causa de unas fiebres reumáticas, él y su familia se establecieron brevemente en Sarehole, cerca de Birmingham. Esta hermosa zona rural causó una honda impresión en el joven Ronald, y sus efectos pueden verse en su escritura y en algunos de sus cuadros.

Mabel falleció en 1904, y los hijos quedaron a cargo del padre Francis Morgan, un sacerdote del Oratorio de Birmingham. En el King Edward’s School, Ronald desarrolló su amor por las lenguas; más adelante inventaría sus propios idiomas. También por esta época conoció a Edith Bratt, con quien se casó en 1916.

Cuando estalló la primera guerra mundial en 1914, Ronald era todavía un estudiante en Oxford. Se graduó al año siguiente, con un sobresaliente en Inglés y poco después fue enrolado como teniente en los Lancashire Fusiliers. En 1916 combatió en la batalla del Somme, pero cayó víctima de la fiebre de las trincheras y fue devuelto a casa como no apto para el servicio.

Tolkien fue uno de los mejores filólogos de su época y gran parte de su vida laboral transcurrió en Oxford, primero como profesor de anglosajón y luego como profesor de lengua inglesa y literatura. Al mismo tiempo, en privado, trabajaba en el gran ciclo de mitos y leyendas que más adelante se publicaría con el título de El Silmarillion. Edith y él tuvieron cuatro hijos, y en parte fue para ellos por lo que escribió el cuento El Hobbit, publicado por Allen & Unwin en 1937. Tuvo tanto éxito que el editor quiso tener en seguida una secuela, pero no fue hasta 1954 que apareció el primer volumen de la obra maestra de TolkienEl Señor de los Anillos, con un éxito inmediato. Su enorme popularidad sorprendió a Tolkien.

Ronald y Edith Tolkien se mudaron a Bournemouth al llegar a la vejez, pero cuando Edith murió en 1971, Tolkien regresó a Oxford. Ronald Tolkien falleció el 2 de septiembre de 1973, tras una breve enfermedad.

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Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.