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«American Monster» (2016), de Brian Azzarello y Juan Doe

Una localidad del Medio Oeste, a orillas de la degradación moral y a muchos kilómetros del bienestar. Ese es el pueblo al que llega el personaje protagonista, Theo Montclaire: un tipo corpulento, arisco, duro, con un rostro inhumano, que parece desfigurado por el fuego.

Un monstruo americano que va a ser el catalizador, y en cierto modo el agente, de toda una serie de oscuras peripecias.

Gracias al talento narrativo de Azzarello, la trama se convierte en una puesta al día del noir en la América actual. Pero que nadie espere aquí la elegancia propia del género negro: en American Monster no suenan una melodía sofisticada o un diálogo propio de los años cuarenta, sino el arrebato doliente del grunge, los gritos de los supremacistas blancos y las quejas de un mundo que se va por el sumidero.

La narración de Azzarello es puesta en imágenes por Juan Doe, cuya economía de recursos deja claro que nos encontramos ante una obra independiente, ajena a las modas mayoritarias. Al fin y al cabo, aunque se trate de una fantasía especulativa con aire de thriller, American Monster pretende reflejar ciertas actitudes de los Estados Unidos de hoy: diatribas paranoicas, repulsión hacia el diferente, un vocabulario de violencia y esa fuente ilimitada de energía que puede ser el odio.

Todo adquiere un aire enfermizo. Es más, da la impresión de que buena parte de los personajes de American Monster está a punto de ingresar en la cárcel, en la morgue, o siendo positivos, en el sanatorio mental más cercano.

Publicada originalmente dentro del sello Aftershock, esta historieta bucea en la degradación moral de una sociedad sin alternativas. Ese hombre sin rostro ‒un viejo arquetipo literario‒ encaja bien en un pueblo donde el delito está encarnado por un grupo de traficantes de armas, y la ley, por un sheriff corrupto.

De forma consecuente, el recién llegado no es el Castigador, sino un tipo enigmático, complejo, que conoce las puertas del infierno porque las ha cruzado, de ida y de vuelta, en más de una ocasión.

En todo momento, ese hombre, Theo Montclaire, busca el nivel del suelo, porque sabe que ahí deben caer sus víctimas, y desde ahí debe levantarse tras caer derrumbado.

Montclaire es un veterano de guerra, pero no un héroe. Más bien, todo lo contrario.

El póquer que empieza a jugar nada más llegar al pueblo se halla indisolublemente ligado a la violencia local. Y esa palpitación del dolor y la muerte que mueve al protagonista no nos abandona ni en una sola página.

Sinopsis

En un pueblo del Medio Oeste, un hombre enorme con la cara llena de horribles cicatrices se baja de un autobús y reserva una habitación. Los habitantes del pueblo están asustados. Nadie lo conoce… ¿o sí? Imposible saberlo, porque aparentemente no tiene cara.
Se desconocen las intenciones del hombre, hasta que se enfrenta a un sheriff corrupto y a un grupo de traficantes de armas racistas. Cambia la impresión que los habitantes del pueblo tienen del hombre: ahora lo ven como un héroe… hasta que salen a la luz sus verdaderas intenciones. El hombre no ha venido para acabar con la banda, sino para controlarla. Y esto solo acaba de empezar

Brian Azzarello ha estado escribiendo guiones de cómics de forma profesional desde mediados de los años noventa. Es autor de SpacemanBatman: Broken City y ganador del Premio Harvey y el Premio Eisner por 100 balas, creado en colaboración con el artista Eduardo Risso. Otros títulos de este autor que han ocupado las listas de superventas de The New York Times son: Hellblazer y Loveless, creados junto con Marcelo FrusinSupermanFor Tomorrow, con Jim LeeSgt. Rock: Between Hell and a Hard Place, con Joe Kubert. Planeta Cómic edita su serie Moonshine, creada en colaboración con Eduardo Risso.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.