Robert Fuchs (1846-1927) vivió lo suficiente como para asistir a varios derrumbes: el imperio austrohúngaro, la paz octaviana de la Europa finisecular y la música tonal.
Su extendida labor como pedagogo oscureció el resto de sus días. En efecto, no cualquiera reúne en sus aulas a Mahler, Korngold, Sibelius, Wolf, Zemlinsky, Schreker, entre otros menos notorios.
Brahms le declaró su respeto y fue ‒hamburgués desterrado a Viena‒ su amigo. Sin duda, la protección brahmsiana se extiende a su obra. Para probarlo, el Concierto para piano y orquesta exhibe toda la sabiduría de Fuchs. Una larga introducción orquestal nos anuncia lo que el piano deberá hacer; cantar, proponer variantes, insistir en escalas y arpegios, contrapuntear con las masas de viento o cuerda, dialogar con solistas como el oboe o el corno.
La armonía lleva el sello de la casa y el dominio económico de las formas debe lo suyo al sólido romanticismo académico germánico.
Fuchs escribió unas cuantas serenatas, que son como sinfonietas de bolsillo. Estando en la Viena de Johann Strauss no podía evitar rendirle homenaje.
Lo hizo, precisamente, en forma de serenata donde se citan momentos de El murciélago. El humor elegante, sentimental y cínico del rey de las operetas impregna toda la obra.
Disco recomendado: ROBERT FUCHS (1846-1927): Concierto para piano op.27; Serenata n. 5 / Franz Vorraber, piano. Orquesta Filarmónica de Luxemburgo. Dir.: Alun Francis / CPO / Ref.: 999893-2 (1 CD) D2
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