Anton Rubinstein ha dejado una huella tópica como enseñante, director de institutos y pianista. Su obra de mayor tamaño, salvo algunos momentos de su ópera El demonio, se recuperó en los últimos tiempos y, en especial, por el buen orden que puso al respecto el sello MDG.
Hay de todo en el mundo orquestal de Rubinstein. En líneas generales, puede situárselo en la tendencia universalista y cosmopolita de la música rusa, con una herencia romántica que se criba en tardío academicismo y no elude sutiles toques de pintoresquismo, si la obra los exige.
Así ocurre, por ejemplo, en el retrato sonoro de Don Quijote, mínimo poema sinfónico, en una serenata rusa, un vals mundano, un galop también mundano. No faltan colores exóticos en las danzas de la ópera antes mencionada. En cambio, en el formato mayor, la seriedad se impone, como en los ideales paisajes de la Segunda sinfonía o en la habilidosa escritura del solista en el Concierto para violonchelo, que no empalidece ante los grandes ejemplos de la época: Dvorak, Lalo, Saint-Saëns.
Discos recomendados: Anton Rubinstein: Obras orquestales vol.1 (The Demon, música de ballet; Concierto para cello; Don Quixote op.87) / Alban Gerhardt, cello. Orquesta Sinfónica de Wuppertal. Dir.: George Hanson / MDG / Ref.: MDG 1165 (1 CD)
Anton Rubinstein: Obras orquestales vol.2 ( Obertura Triunfal op.43; Serenata rusa nº1 op.93; Vals Caprice; Trot de Cavalerie; Sinfonía nº2 «Océano») / Orquesta Sinfónica de Wuppertal. Dir.: George Hanson / MDG / Ref.: MDG 1240 (1 CD)
Copyright del artículo © Blas Matamoro. Este artículo se publica en Cualia por cortesía del autor y de Diverdi. Reservados todos los derechos.