En el albúm de cómic Venus Pop rindo por fin homenaje a la música desenfadada que más amo y que me ha acompañado siempre: el descaro chiclero de las Spice Girls, Britney Spears, Cyndi Lauper, George Michael; la eficacia nórdica de Pål Waaktaar, Max Martin, Per Gessle, Björn y Benny; las melodías prefabricadas de Steps, Sugababes, Pink, Selena Gomez; la actitud sabia –como siempre, escarnecida en su tierra– de Mecano, Mónica Naranjo, La oreja de Van Gogh, Rosalía; la dulzura mórbida de Tanita Tikaram, Vanessa Paradis, Sade, Lana del Rey o los eternos Blondie; el espíritu lúdico de pelis como A por todas, Tres metros sobre el cielo o Josie and the Pussycats (estrenada, ¡maldición!, en un solo cine de Barcelona: y aunque me la metieron doblada, fue fácil ver que contiene la mejor definición visual de lo que es el pop). Y, claro, como monolito de adoración universal, el Metropolis de Giorgio Moroder, versión polícroma a cuyos cimientos todo el mundo se cagaba en sus tiempos y que a mí me hizo flipar… en colores.
Me resulta maravilloso ir en contra de los cánones estéticos respetables, más todo el conservadurismo fundamentalista rockero de nuestros días –algunos «rebeldes del rock» actúan contra la música mayoritaria de hoy como antaño los padres puritanos contra las caderas de Elvis–, y aun así poder volcar mi manera de entender la vida y la cultura de masas a través de una ficción.
Y en este caso sólo resultó posible gracias a la complicidad de un artista tan enorme como Manolo Carot, quien ha dado increíble forma a nuestra propia fantasía pop.
Una fantasía para adolescentes de corazón y con sentido del humor, donde el regocijo de vivir (la joie de vivre… o lo que yo llamo gayness of life) manda sobre la racionalización purista y la horrenda dictadura del «yo-sólo-disfruto-lo-que-me-parece-intelectualmente-meritorio-y-me-hace-parecer-públicamente-más-listo»; y una historia de «romance desatado» donde, por descontado, el chico bueno sólo podía ser un sosias del cantante de A-ha y el chico malo, el líder de Coldplay… ¡La eterna lucha entre el Pop Mercantilista Honesto versus la Coartada Artística Deshonesta!
Frente a la kunderana insoportable levedad del ser, mejor plantear su perspectiva opuesta: el delicioso poso de la intrascendencia. Y eso sólo lo trae consigo la hermosa juventud y, una vez pasada, su alimentación en nuestro pecho, como un fuego interior que no debe apagarse o nos transformará en personas serias, feas y que creen que realmente sí hay mal o bien que dure cien años.
Sinopsis
Laura es una joven cantante que lucha por convertirse en un nuevo ícono de la música pop. Es joven, talentosa y de buen carácter, pero la dirección que toma su carrera, en manos de su manager Dita, es un problema para ella: su banda Laura Pop es solo una forma de seducir a las masas para la industria musical.
Manolo Carot, el dibujante, es uno de los autores de El Boxeador (Long Bec) y de Millenium (Dupuis).
Hernán Migoya es el guionista del cómic Pepe Carvalho (Dargaud).
Copyright del artículo © Hernán Migoya. Reservados todos los derechos.
Copyright de imágenes y sinopsis © Editions du Long Bec. Reservados todos los derechos.