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Crítica: «Toy Story 4» (Josh Cooley, 2019)

Aunque se nos dijo que Toy Story 3 (Lee Unkrich, 2010) era la última entrega de la serie, y así parecía por su tono (casi) crepuscular y su emotivo desenlace, aquí llega otra secuela más, tan crepuscular y emotiva como la anterior.

En Toy Story 4 todo funciona a la perfección: la técnica, la dirección, la música, los personajes, la acción, las emociones, la comedia (especialmente, la comedia)… Todo es de primera calidad. Una película familiar perfecta con el equilibro exacto entre sonrisas y lágrimas, donde incluso hay momentos para algún que otro escalofrío de terror (unos muñecos de ventrílocuo que no hablan, pero se mueven de manera terrorífica).

En este film, Woody (Tom Hanks) intenta llenar el hueco dejado por Andy, ya un joven adulto que ha salido de su vida. Lo hace con una actitud superprotectora hacia la niña que ahora es su dueña, y que pasa de él absolutamente, en especial cuando la cría se fabrica su propio muñeco con un tenedor y otros objetos sacados de una papelera. Forky (Tony Hale) no quiere ser un juguete, y su única obsesión es volver a la basura, donde pertenece. La saga está plagada de muñecos con crisis de identidad, y esta vuelta de tuerca es uno de los puntos más interesantes dentro de la película.

Al igual que sucedía con Buzz Lightyear (Tim Allen) en la primera película, Woody intenta que Forky comprenda que es un juguete, y que su objetivo en la vida es hacer feliz a la niña a la que pertenece. Hablamos de un muy interesante reciclaje de la temática de fondo. No obstante, pese a la gran calidad de Toy Story 4, en realidad asistimos a una repetición de lo visto en el primer film, como sucede con todas las secuelas.

De nuevo tenemos un rescate de un juguete perdido/secuestrado, llevado a cabo con altas dosis de suspense y comedia. En esta ocasión, la acción se desarrolla en los escenarios de una feria y en una tienda de anticuario. Todo emocionante, si bien no tanto como uno desearía, teniendo en cuenta que ya hemos visto lo mismo cuatro veces e intuimos lo que va a suceder a cada momento.

La incorporación de nuevos personajes tan desternillantes como Duke Caboom (Keanu Reeves, en un momento dulce de su carrera) o la pareja formada por Ducky (Keegan-Michael Key) y Bunny (Jordan Peele) le dan lustre a esta impecable cinta a la que no se le pueden sacar más fallos que la total ausencia de originalidad y riesgo.

En el reparto de voces, hay un homenaje a los cómicos de la vieja escuela, que se evidencia en la intervención de Don Rickles (fallecido en 2017), Mel Brooks, Carol Burnett, Betty White y Carl Reiner.

En determinado momento de Toy Story 4 hay un cameo del muñeco protagonista de Tin Toy (John Lasseter, 1988), legendario cortometraje que supone el origen de todo lo que luego sería Toy Story, y que funciona como amargo recuerdo de los tiempos en los que Lasseter y compañía se dedicaban a imaginar y sorprender, en lugar de a repetir fórmulas.

Sinopsis

Woody (voz de Tom Hanks) siempre ha sabido cuál es su lugar en el mundo y que su prioridad es cuidar de su dueño, ya sea Andy o Bonnie. Así que cuando el nuevo proyecto casero de Bonnie convertido en el juguete Forky (voz de Tony Hale), afirma que es «basura» y no un juguete, Woody se encarga de demostrar a Forky por qué debería aceptar ser un juguete. Pero cuando Bonnie lleva a toda la pandilla a la excursión familiar en coche, Woody termina tomando un desvío inesperado que incluye un reencuentro con Bo Peep (voz de Annie Potts), la amiga que perdió hace mucho tiempo. Después de pasar años sola, el espíritu aventurero de Bo y su vida en la carretera desmienten su delicado exterior de porcelana. Woody y Bo se dan cuenta de que sus vidas como juguetes son muy diferentes, pero lo cierto es que esa será la menor de sus preocupaciones.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Pixar Animation Studios, Walt Disney Studios Motion Pictures. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).

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