Los que no somos demasiado fans de Jean-Luc Godard ‒aun reconociendo sus méritos‒ por fin podemos pasar por personas decentes entre la cinefilia diciendo que nos gusta mucho la obra de Goddard. No se escribe igual, pero suena idéntico. Me refiero a Drew Goddard, un estadounidense que vale para todo y que, a sus cuarenta y pocos años, ya es un veterano de la industria.
Quizá porque, tanto en televisión como en el cine, ha trabajado como guionista y productor a la sombra de nombres tan populares como los de Joss Whedon (Buffy, Angel), J.J. Abrams (Perdidos, Alias, Cloverfield) o Ridley Scott (Marte), no es un personaje extremadamente popular. Pero sí es cierto que su primera película como director, La cabaña en el bosque (2012), se convirtió en un film de culto instantáneo, y que su adaptación de Daredevil para Netflix ha tenido un gran acogida (al menos, sus dos primeras temporadas).
Existía cierta expectación ante su segundo largometraje, Malos tiempos en El Royale, cuya promoción intentó no revelar mucho del argumento. ¿Oculta giros argumentales tan extremos como como La cabaña en el bosque? No. Hay algún suceso inesperado, y la realidad sobre los personajes que se reúnen en el hotel del título se va revelando poco a poco, manteniendo al espectador pendiente en todo momento de la historia, pero no se trata de un film que cambie de género radicalmente, o que ofrezca sorpresas a lo Rod Serling.
Malos tiempos en El Royale viene a ser un film religioso con formato de historia negra. Bien podría estar basado en una de esas novelas de Hard Case Crime, con portada de Robert McGinnis.
Entre elegante y anticuada, la estética (y la música) de los años 60 se adueña de toda la película, rodada con sumo gusto por un Goddard que no se limita a hacer planos bonitos, sino que dota al escenario de simbología (la división del hotel por una línea que delimita dos estados no es un mero chiste) y pone cada imagen al servicio de los personajes, no al revés.
Es casi imposible no recordar a Tarantino viendo esta película, pero quizá esa sería la diferencia fundamental entre Drew Godard y Quentin Tarantino (y sus imitadores): personajes que no son simplemente “molones” o llamativos, sino que ocultan verdaderas personalidades bajo su fachada de estereotipos.
La cabaña en el bosque ya nos hablaba de ese conflicto entre la imagen prefabricada y la verdadera humanidad de los personajes, y sobre el papel del espectador (y el creador cinematográfico) como voyeur. En este nuevo film, a estos asuntos se suma una importante carga espiritual y psicológica, que se centra en el poder (tanto bueno como malo) de la fe a la hora de configurar otro de los temas principales (quizá el principal) de la ficción estadounidense: la redención.
Pero que nadie se espere algo tan denso y solemne como Silencio, de Scorsese. Malos tiempos en El Royale es, ante todo, una película muy entretenida, repleta de suspense y humor (muy) negro, donde no faltan ocasionales explosiones de acción violenta.
No hay aquí ningún actor que no haga un admirable trabajo, si bien sorprenden Cynthia Erivo (con su interpretación y con su voz) y Lewis Pullman, el hijo de Bill, cuyo personaje es el que más sorpresas oculta en la película, aunque a primera vista parezca el menos llamativo.
Altamente recomendable tanto para los que busquen entretenimiento como cine sustancioso.
Sinopsis
Siete desconocidos, cada uno con un secreto que ocultar, se reúnen en el lago Tahoe, en El Royale, un deteriorado hotel con un oscuro pasado. En el transcurso de una fatídica noche, cada uno de ellos tendrá la oportunidad de alcanzar la redención… antes de que todo se vaya al infierno.
Escrita y dirigida por Drew Goddard (La cabaña en el bosque) y protagonizada por el actor ganador del Oscar® Jeff Bridges (Corazón rebelde), la ganadora del Tony® Cynthia Erivo (El color púrpura en Broadway), Dakota Johnson (trilogía Cincuenta sombras), el ganador del Emmy® Jon Hamm (Mad Men), Cailee Spaeny (Pacific Rim: Insurrección), Lewis Pullman (La batalla de los sexos), y Chris Hemsworth (Vengadores: Infinity War).
«De niño», recuerda Jon Jamm, «viajábamos a todas partes en coche». Vivía en Misuri, en el mero centro del país, por lo que era cómodo viajar a distintas partes. Era costoso viajar en avión, y sofisticado, por lo que nos metíamos todos en el coche y cogíamos carretera a Florida. A Utah. Bajamos a Texas. Subimos a Wisconsin. A Chicago. Recuerdo que nos hospedamos en un montón de moteles como El Royale. Qué emocionante aquello. Era una aventura. De niño no percibes el rostro menos amable de las instalaciones. Te quedas con la diversión. Qué bien, un sitio nuevo por conocer, ojalá tenga piscina».
Para Hamm el guion le trajo buenos recuerdos, pero en el caso de su compañero de reparto Lewis Pullman, el actor estaba en un complejo parecido cuando recibió la llamada. «Había hecho una prueba», dice Pullman. «Al principio era un monólogo y no sabía de qué iba la película. Luego Drew me mandó el guion encriptado con un sistema de seguridad a lo FBI. De hecho, estaba haciendo un viaje por carretera por la costa californiana con mi hermana y nos estábamos quedando en pleno bosque de secuoyas rojas en un hotel un tanto desaliñado, el marco idóneo para empaparme del guion. Me pareció estupendo. No había leído nada igual. No tenía con qué compararlo. Era alucinante».
«Alucinante». Así también describe Jeff Bridges la historia. «De vez en cuando leía un guion y decía, ‘Vaya, esto no lo he visto antes. Esta es la clase de película que me apetece ver.’ Y cuando supe que el guionista, Drew Goddard, también la dirigía, fue un gran punto a favor». Para Bridges, «una de las sorpresas agradables —porque es poco habitual que se intente algo así— es que algunas de las tomas duran diez minutos. Eso realmente le da al actor la oportunidad de entrar en la secuencia. Les permite lucirse a los actores. Y hace que el espectador entre también, de la forma más bella, cuando no hay tantos cortes de cámara».
Para la recién llegada Cailee Spaeny, que hace de Rose, la quinta persona que hace noche en El Royale, la complejidad del guion y de su papel resultaron un tanto intimidantes. «Nunca había hecho nada igual y no sabía si sería capaz de hacerlo. Pero luego conocí a Drew. Es el hombre más auténtico y amable que podrás conocer».
Chris Hemsworth había trabajado previamente con Goddard y ya era un gran fan de su trabajo, pero incluso, dice Hemsworth, el guion «es uno de los mejores que he leído. Es fresco, único, dramático y con un humor siniestro, complejo y con muchas capas. El caos va en aumento y se convierte en un castillo de naipes que sale mal. La cinta es salvaje, impredecible e intensa».
Al igual que lo es su personaje. «No pensé que me lo pasaría así de bien», dice Hemsworth entre risas. «Gran parte de mi carrera pasa por interpretar a héroes, y hay ciertas normas a las que deben ceñirse por lo que se vuelve predecible. Me ha sorprendido lo mucho que he disfrutado siendo impredecible, despistando al espectador».
La producción de El Royale le aportó a Cailee Spaeny una nueva amiga y mentora en Dakota Johnson. «Cailee es una magnífica pequeña criatura», dice Johnson, «es una actriz asombrosa, y es hermosamente compleja e inteligente. Hemos hecho buenas migas y la quiero. Es muy especial cuando ocurre algo así. Es algo que no me ha pasado con mucha frecuencia que puedas llegar a tener una conexión así con otra persona en un plató, y que continúe fuera del mismo. Tiene muchísimo talento y creo que tiene todo el mundo por delante si lo desea».
Pero puede que la mayor sorpresa quedara reservada para Cynthia Erivo, que interpreta a Darlene. «No nos podían enseñar el guion, tan solo partes de este, por lo que no me di cuenta de lo importante que era el papel» dice Erivo, «Sabía que tenía que cantar y poco más por lo que pensé que sería un bonito papel de reparto. Tras un taller maravilloso con Drew y Carmen [Cuba], la directora de casting, pensé al salir, vaya, la persona a la que le toque se lo pasará genial. Luego, cuando estábamos leyendo el contrato, pensé, ‘Oh, vaya, qué amable. Son muy generosos. ¿Por qué iban a hacer algo así por mí?’ Y mi agente se quedó callado. Le dije, ‘se trata de un papel más importante del que yo pensé, ¿verdad?’ ‘En efecto, Cynthia. Lo es’. Menuda sorpresa. Me habría encantado que alguien lo hubiera grabado porque ignoraba por completo que Darlene fuera la protagonista».
«Quería trabajar con mi elenco de ensueño» dice el guionista y director Drew Goddard. «Por lo que sabía que tenía que crear un documento que les atrajera». Hubo momentos en los que me quedaba mirando a Jeff, Cynthia, Jon y Dakota, a estos pesos pesados y pensaba, ‘¿cómo he llegado hasta aquí? No entiendo cómo he tenido tanta suerte’. Soy consciente de que ha sido especial».
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