¿En qué sentido se mueve esta secuela? a) En el sentido de la nostalgia. b) En el sentido que marcaron las novelas de la creadora de Mary Poppins, P. L. Travers. c) En el sentido de las modas que hoy fijan el destino de Broadway.
La respuesta correcta debería es la c, aunque esto último implica confirmar también la respuesta a, dado que la cartelera de musicales no es inmune a la retromanía que nos domina. De ahí que en esta película convivan, muy amistosamente, el clasicismo más absoluto y los toques de modernidad que nos trae Lin-Manuel Miranda, autor y protagonista de ese fenómeno teatral que ha sido Hamilton.
Un largometraje como El regreso de Mary de Mary Poppins es, ante todo, una fábrica de expectativas, y en este sentido, su triunfo depende de ellas. ¿Consigue ese objetivo? Sin duda. Desde luego que sí.
La película de Rob Marshall se convierte en una excelente prolongación de la experiencia que supuso Mary Poppins en 1964. Y lo consigue gracias a tres recursos: en primer lugar, su maravilloso reparto, encabezado por una invencible Emily Blunt y un estupendo Miranda; en segundo lugar, su memorable repertorio de números musicales, impulsado por canciones de Marc Shaiman y Scott Wittman (esta vez, asesorados por el legendario Richard M. Sherman, coautor de los temas del film del 64); y en tercer lugar, su encantadora ambientación, obra de John Myhre y Gordon Sim, con vestuario de Sandy Powell.
Marshall exhibe su ya conocida habilidad dentro del género musical en un relato que alterna ‒como corresponde‒ el entusiasmo y la melancolía. Es inevitable sentir que los hermanos Banks (Ben Whishaw y Emily Mortimer), a quienes conocimos de niños en el film original, han crecido en un Londres que no se lo pone fácil. Como comprobarán, la crisis económica de entreguerras no es lo único que ha golpeado a la familia: Michael Banks se ha quedado viudo, está en la ruina, y ni su hermana Jane consigue que él se centre en sus tres hijos. Por su parte, el ama de llaves de la familia, Ellen (Julie Walters), con sus despistes y pérdidas de memoria, encarna esa dimensión de la antigua magia que parece haberse desvanecido para siempre.
Ese punto de partida tan problemático ‒seguro que ya se lo imaginan‒ evoluciona con creciente optimismo gracias al retorno de Mary Poppins (Blunt). A partir de su llegada, el espectador debe dejarse llevar por una contundente exhibición de talento a cargo de intérpretes como Miranda, Whishaw, Mortimer, Colin Firth, Meryl Streep y los veteranísimos Dick Van Dyke, Angela Lansbury y David Warner.
Combinando imagen real y animación tradicional (recuerden que les hablé de clasicismo), El regreso de Mary de Mary Poppins se convierte así en un entrañable y luminoso espectáculo, caracterizado por una sinceridad que lo aleja del cínico posmodernismo, y dotado de esa artesanía narrativa que Marshall hereda del viejo Hollywood.
Sinopsis
El regreso de Mary de Mary Poppins está ambientada en 1930, en el Londres de la era de la depresión (la época de las novelas originales) y se ha extraído del riquísimo material que conforman los siete otros libros de P.L. Travers. En la historia, Michael (Whishaw) y Jane (Mortimer) son ya mayores, y Michael, sus tres hijos y su ama de llaves Ellen (Walters), viven en Cherry Tree Lane. Después de que Michael sufra una pérdida personal, la enigmática niñera Mary Poppins (Blunt) vuelve a aparecer en la vida de la familia Banks y, junto con el optimista Jack (Miranda), utiliza sus habilidades mágicas para ayudar a la familia a redescubrir la alegría y la fantasía que faltan en sus vidas. Mary Poppins también presenta a los niños a un nuevo grupo de personajes coloridos y extravagantes, como su excéntrica prima Topsy (Streep).
Walt Disney Studios ya había trabajado con estos realizadores en Piratas del Caribe: En mareas misteriosas en 2011 (con Rob Marshall como director y John DeLuca como productor ejecutivo) y en Into the Woods en 2014 (con Marshall como director y DeLuca, Marshall y Marc Platt como productores). El estudio quería volver a contar con el mismo equipo en otro proyecto y sugirió una secuela de uno de sus títulos más populares, Mary Poppins, basada en el tesoro que escondían los otros siete libros de PL Travers. El clásico de 1964 es uno de los favoritos de los tres realizadores, y la opción de Marshall como director se impuso desde el primer momento.
«Mary Poppins fue la primera película que vi de niño y desató mi interés por las películas. Así empezó mi pasión por los musicales, y por la aventura y la fantasía en el cine», dice Marshall, nominado al Oscar® y ganador del Emmy® y del Premio DGA. «Me sentí muy afortunado cuando Disney me pidió que llevara otras aventuras de PL Travers a la pantalla. Siempre había albergado el sueño de concebir un musical original para el cine, y esta ha sido mi oportunidad rendir homenaje a los musicales de las películas clásicas de mi juventud».
Marshall es un director de escena y coreógrafo que también ha dirigido y coreografiado las exitosas adaptaciones de Chicago, Nine e Into the Woods, por lo que sabe cómo se construye un musical. Sus referencias son sus musicales favoritos como Cantando bajo la lluvia, Cita en San Luis y Cabaret, así que comprende el mundo del cine y el mundo de los musicales de Broadway de una manera única y personal.
«La narración de Mary Poppins tiene un estilo clásico. Representa la esencia del cine musical clásico pero además debe ser contemporánea y transmitir algo muy vivo y del momento», dice Marc Platt (La ciudad de las estrellas (La La Land), El puente de los espías, Grease Live!), el productor nominado dos veces al Oscar® y ganador del Emmy®. «Rob es un maestro en mezclar todos esos componentes. Tiene un enfoque muy meticuloso y siempre aspira a lo mejor… no se conforma. Sabe encontrar magia en cada encuadre, en cada escena, en cada número musical».
Platt continúa diciendo: «Y lo que es aún más importante, Rob insufla vida a los actores. Consigue que sus interpretaciones tengan vida porque da confianza a sus actores y crea un entorno en el que pueden dar lo mejor de sí mismos».
Fue en 1934 cuando la escritora PL Travers dio a conocer a esta sensatísima niñera en su libro infantil Mary Poppins. En los siguientes 50 años, escribió siete libros más que reúnen un sinfín de aventuras mágicas con la enigmática institutriz (Ha vuelto Mary Poppins, Mary Poppins abre la puerta, Mary Poppins en el parque, entre otros). Los libros de Travers se parecen más a una colección de viñetas que a una narración, y El regreso de Mary Poppins se basa en el tesoro que encierran las historias de esos siete libros.
«Era evidente que se podían contar muchas más historias», confirma Marshall. Y añade: «Una vez que leímos todos los libros comprendimos que había que encontrar una manera diferente de hacer la película. Pero lo más importante era centrarnos en el tema recurrente de Travers que afirma que a medida que nos hacemos adultos nos desilusionamos, nos volvemos cínicos y nos olvidamos de ver la vida a través de los ojos de un niño».
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