Uno de los mejores Bond de toda la historia de la saga. Trepidante, profunda, llena de emoción y elegancia, esta película es una carta de amor al agente 007, elaborada con todos esos ingredientes que lo han convertido en un mito.
De vez en cuando, entre los personajes de ficción, nace uno señalado en la frente con un sello de inmortalidad. Hace ahora cincuenta años que la criatura literaria de Ian Fleming –un duro agente secreto, curtido en el fragor de la Guerra Fría– dio el salto a la gran pantalla. Después de ver Skyfall, uno tiene la impresión de que Bond aún merece otro medio siglo de leyenda audiovisual.
Recomiendo esta película sin reservas, pero antes de argumentar los motivos, invito al lector a no dejarse llevar por la información que circulará estos días. La película incluye sorpresas para los bondianos, y conocerlas de antemano arruinaría su efecto. Es mejor acudir a la sala sin otra referencia que estas cinco décadas de aventura cinematográfica.
Sólo adelanto un mínimo detalle: reaparece aquel impresionante Aston Martin DB5 que comenzó a rodar en James Bond contra Goldfinger (1964).
El guión de Neal Purvis, Robert Wade y John Logan es sensacional, y juega con una idea muy actual: ¿qué papel juegan hoy la veteranía y principios aparentemente trasnochados como la lealtad y la dignidad?
No sé cómo lo hacen los ingleses, pero sólo ellos podrían introducir en una película de espías un poema de Alfred Tennyson que, además de fomentar el orgullo británico, nos habla de cuestiones tan políticamente incorrectas como el valor más allá de toda esperanza. En este sentido, hay momentos de Skyfall que son un canto envidiable a la tradición épica de aquellas islas.
Para que nada falte, la película ofrece sofisticación, sensualidad, inteligencia y humor clásico. Claro que hay que saber apreciarlo, y quizá el público menos exigente haya perdido la costumbre de valorar estas cuestiones.
Sam Mendes confía en su reparto, y nadie puede discutírselo, porque no hay fisuras en la interpretación. Daniel Craig se siente a sus anchas en la piel de Bond, pero donde realmente se luce es en presencia del villano: un psicópata genial, Raoul Silva, personificado con mucha gracia, exuberancia y perversidad por Javier Bardem.
Hablar de las interpretaciones de Ralph Fiennes, Albert Finney y Judi Dench es una pérdida de tiempo, porque estos tres actores ya han pasado a convertirse en iconos de la escena inglesa. Resulta imposible descubrirles un solo fallo.
De entre los más jóvenes del elenco, sobresale Ben Whishaw, todo un descubrimiento como el nuevo Q.
Sinopsis
Daniel Craig vuelve como el agente James Bond 007 en Skyfall, la vigésimo tercera aventura de esta franquicia que supone la más longeva de la historia del cine. En Skyfall la lealtad de Bond hacia M (Judi Denck) será puesta a prueba cuando el pasado de ella vuelve para atormentarla. El agente 007 deberá encontrar y destruir la amenaza, independientemente del precio personal que tenga que pagar.
Tras el fracaso de la última y fatídica misión de Bond y revelarse la identidad de varios agentes secretos en distintos puntos del planeta, la sede del MI6 es atacada, obligando a M a trasladar su agencia. Debido a estos sucesos, su autoridad y posición se verán amenazados por Mallory (Ralph Fiennes), el nuevo Presidente del Comité de Inteligencia y Seguridad. Ahora, el MI6 se enfrenta a amenazas tanto externas como internas por lo que M decide acudir al único aliado en quien puede confiar: Bond. El agente 007 desaparece en las sombras con una única aliada: la agente de campo Eve (Naomie Harris). Juntos le seguirán la pista al misterioso Silva (Javier Bardem), cuyas letales y ocultas motivaciones están aún por desvelarse.
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