Para todos los melómanos, un teatro de ópera es un templo laico en el que conmemoramos la leyenda y la verdad substancial de la música. Por supuesto, dejando aparte ese perfil altisonante, también lo consideramos un punto de encuentro social y un lugar en el que disfrutar a lo grande, y de paso, fijar nuestros recuerdos.
Por eso mismo, cuando buscamos esta memoria en la ciudad, nos basta con situarnos en una esquina de ese edificio, cuya sola arquitectura ya es ilustrativa de un pasado que sobrepasa nuestra biografía.
Sería fácil multiplicar los ejemplos, porque son muchas las capitales que cuentan con este tipo de institución. Los madrileños ‒sin excluir al resto de españoles y a los visitantes‒ supeditan su imaginación operística al Teatro Real, a cuyo significado e historia dedica Rubén Amón este libro extraordinario.
Sangre, poesía y pasión no es una colección de alabanzas retóricas, ni tiene ese aire de mausoleo que a veces distingue ‒para mal‒ a los libros conmemorativos. Escrito con inteligencia y amenidad, este ensayo es un retrato fiel, felizmente imprevisible, de lo que ha sido y pudo ser el Teatro Real desde que se inició su construcción, en 1818.
Hay tantos hechos por registrar a lo largo de esos doscientos años que Amón opta por la mejor solución posible: definir la identidad del Real como quien hojea un álbum de recortes. Sintiendo la presencia de sus protagonistas y descifrando sus mayores glorias.
Esta elección permite al autor enriquecer el destino del teatro con numerosas anécdotas y digresiones. De esa forma, el texto reúne éxitos, desgracias y contratiempos, derivas sociales y políticas, reflexiones artísticas y episodios mundanos.
Como ya saben los aficionados, el título del libro repite los tres ingredientes ‒sangre, poesía y pasión‒ que Giuseppe Verdi consideraba fundamentales en una ópera. Sin duda, esos tres ingredientes explican esta historia del Teatro Real: una historia que comienza en tiempos de Fernando VII y que demasiadas veces transcurre en silencio o marcada por la fatalidad. Por ejempo, cuando permaneció cerrado durante décadas, cuando se usó para otros fines, o cuando estuvo a punto de desaparecer (en 1925 y en 1964).
Nos hallamos, pues, ante un libro que será de culto para los aficionados al género, y que es igualmente recomendable para todos aquellos que quieran descubrir la intrahistoria de una institución excepcional.
Sinopsis
Entre música, ruido y también muchos silencios, el Teatro Real cumple 200 años de historia, convertido en un auténtico monumento a la resistencia. Al decir de Giuseppe Verdi, tres son los elementos fundamentales de la ópera, que el compositor italiano buscó incluso por tierras españolas: sangre, poesía y pasión, una tríada que, apunta Rubén Amón en este libro conmemorativo, encierra toda una «alquimia trinitaria» que se materializó en el estreno, en el Teatro Real (1863), de La forza del destino.
A través de un intenso recorrido muy rico en desconocidos detalles, Rubén Amón acerca a los lectores a la tan intrincada como fascinante memoria de uno de los edificios más emblemáticos de la escena musical española y madrileña, y que hoy, tras superar difíciles vicisitudes, ostenta una fuerza atronadora.
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