Un vestido de novia fantasmagórico se yergue en medio de un bosque. Entre los rayos de sol que lo iluminan, la voz de una soprano derrama un dulce lieder. La escultura nupcial pertenece a Anselm Kiefer, artista alemán nacido en 1945, protagonista de este documental poético que es a su vez una delicada y contundente obra fílmica del siempre sugerente Wim Wenders.
Con un elegante estilo introspectivo, la película nos introduce en el mundo creativo e intelectual de Kiefer, llevándonos de paseo por los campos donde instala sus esculturas de novias mitológicas, o sus grandilocuentes y ruinosas torres de Babel.
La mesura narrativa empleada por Wenders, junto con una banda sonora vibrante y sensible, envuelven las imágenes en una atmósfera mágica semejante a un sueño.
Entramos sigilosamente en su amplio taller artístico, donde el propio Kiefer zigzaguea en bicicleta entre sus cuadros de paisajes orgánicos; piezas de una sobriedad monumental como inmensos tapices de plomo, yeso, alquitrán y paja quemada, que apabullan por la enormidad de su formato y por su elemental factura técnica. Obras capaces de causar en el espectador una honda emoción debido a la fuerza plástica y simbólica que los caracteriza.
Un relato pausado y reflexivo
La mirada contemplativa de Wenders enfoca la escena y nos encuadra un relato que se va tejiendo lento y reflexivo, plagado de elocuentes mutismos hilvanados por las breves disquisiciones que Anselm desgrana con voz lacónica.
Su ánimo de héroe vencido, pero no derrotado, asume y adivina el misterio final de la existencia, y tiende su cuerpo en tierra para contemplar el prodigio de lo cósmico imbuido de una fuerza telúrica ancestral, bajo la mirada de enormes girasoles cabizbajos que le amparan como dioses de otro tiempo. “No siento que haya alcanzado una meta; me siento, de hecho, desterrado”, susurra Kiefer sin lamento en la entonación.
La película nos muestra al niño Anselm, descubriendo el mundo en los libros, en los bosques y los campos que no hace mucho tiempo se vieron horadados por el paso de los tanques. Vemos también los inicios del artista incipiente, alumno aventajado de grandes maestros, trazando un camino que será largo, pero cuyo objetivo empieza a vislumbrarse muy claramente definido.
«No se puede escapar de los mitos»
Influido por los poemas de Celan y los postulados filosóficos de Heidegger, Anselm discurre y crea un mundo físico de esculturas y pinturas que dotan de forma a aquellos pensamientos abstractos y oníricos. Fascinado por los mitos y la energía de la historia, Kiefer apela a temas tabú de su ámbito y su tiempo, haciendo referencia a símbolos del nazismo, al pasado cultural de Alemania, a la mitología germánica y griega tan presentes en el arte, en la música, y el sentimiento de su nación.
«No se puede escapar de los mitos, los mitos siempre están presentes», nos dice el propio artista. Esta acción le sirve como vindicación; es una provocación serena y llena de contenido que le genera en su juventud no poca incomprensión y sospechas sobre su actitud moral.
Wenders sitúa la cámara como un testigo invisible, dejando que las cosas acontezcan. Y nos lo muestra en distintos formatos, sirviéndose de imágenes que vemos en un televisor desfasado, o como una proyección en una sábana tendida, siempre con esa visión subjetiva inmaterial que convierte al espectador en un elemento activo.
«La infancia es un espacio vacío, como el comienzo de la vida»
El tempo y la amplitud espacial que la película adopta respecto del objeto protagonista -artista y obra como un todo-, conceden el espacio necesario para esa observación serena que se experimenta al visitar una exposición de arte, una instalación, o un happening, donde el público es cómplice del artista y copartícipe del evento.
“Cuando el caos se enmarca en un rectángulo, se convierte en una obra de arte”, delibera Kiefer tomando esa distancia entre la obra física y su aspecto simbólico, lo que permite el análisis y le confiere a la obra su valor representativo.
Figura superlativa del neoexpresionismo, Anselm Kiefer despide el filme contemplando un lago, llevando sobre sus hombros al niño que le interpreta en su infancia. «La infancia es un espacio vacío, como el comienzo de la vida», nos dice a modo de colofón.
Excelente y deliciosa película documental la que nos brinda Wim Wenders, un paseo metafísico, intelectual y lírico, para espíritus sensibles y almas despojadas de prejuicios, para amantes de la expresión artística como un acto de salvación y de vida.
Sinopsis
Anselm es la nueva película del reconocido director Wim Wenders (Paris, Texas, Cielo sobre Berlín, Perfect Days). Tras las galardonadas Buena Vista Social Club, Pina y La sal de la tierra, el reconocido realizador vuelve al documental con su nuevo trabajo sobre el pintor y escultor Anselm Kiefer (Donaueschingen, 1945), uno de los grandes artistas alemanes del último siglo. Una experiencia cinematográfica única que se sumerge en la icónica obra del artista revelando su trayectoria vital, su inspiración y su proceso creativo, y explora su fascinación por el mito y la historia. El pasado y el presente se entrelazan para desdibujar los límites entre el cine y la pintura, permitiendo al público sumergirse por completo en el extraordinario mundo de uno de los más grandes artistas contemporáneos.
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