Uno de los tramos más reveladores de este libro tiene que ver con la biofilia, esa inspiración que nos contagió en su día E.O. Wilson, y que, por decirlo con sencillez, podríamos considerar un elogio de la naturaleza, entendida como origen y destino del quehacer humano, y asimismo como lazo emocional de nuestra especie con el resto de la biosfera.
Biofilia y arquitectura. En ese vínculo se concentra Nikos Salíngaros, que escribe con profundidad y finura sobre la necesidad de tener en cuenta la biología a la hora de diseñar espacios habitables. En realidad, la propuesta ‒o mejor dicho, la teoría‒ de Salíngaros va mucho más allá, y aborda esa necesidad de idear edificios confortables, armónicos, cuyo mérito provenga, precisamente, de su coherencia matemática y de una estética vivaz, fértil, respetuosa con las formas y las texturas que podemos hallar en los ecosistemas.
A modo de sintesis de su pensamiento, este volumen recoge análisis de Salíngaros que apuntan en distintas direcciones conceptuales y filosóficas. Y aunque es evidente que los estudiosos de la arquitectura podrán sacarle mayor partido, lo cierto es que cualquier lector culto puede encontrar en esta obra un sinfín de revelaciones.
Valdrá la pena traer aquí de nuevo la idea de los saberes transversales, sobre todo porque Nikos Salíngaros organiza un sistema (unificado) en el que orbitan planetas diversos: desde la filosofía a las neurociencias, pasando por la antropología, la psicología ambiental y la historia del arte. El objetivo final de esta teoría, muy coherente y poderosa, se resume en la siguiente afirmación: «Para hacer buenos edificios necesitamos una visión del mundo, una concepción de que el mundo es saludable y que nos permita entender las cosas profundamente».
Como ven, aquí el matemático sobrepasa su propia especialidad para abordar cuestiones de gran envergadura intelectual. En este aspecto, uno lee a Salíngaros con el mismo entusiasmo que comunican los escritores, pensadores y divulgadores que meditan sobre nuestro enigma más profundo ‒el sentido de la vida‒ y adivinan su respuesta en la belleza y en el bienestar, entendidos como una celebración de la propia existencia.
Por supuesto, no debemos identificar ese concepto arquitectónico vitalista y saludable con un simple retorno a la tradición, o con un rechazo romántico de la modernidad industrial. En realidad, Salíngaros propone vías innovadoras, vanguardistas, pero sin perder de vista esas señales biofílicas que convierten el diseño en virtud. Dicho de otro modo: el respaldo de la ciencia propicia, en este caso, una práctica arquitectónica humana, positiva, coherente, y al mismo tiempo, compleja y profunda.
Nos hallamos ante un libro de gran corpulencia intelectual, y sin embargo, está escrito con una perspicacia y con un sentido común que, apenas sin esfuerzo, seducen al lector. Sin duda, se trata de una obra inteligente, idónea para contemplar ese futuro urbanístico que puede reconciliarnos con la sostenibilidad del planeta y con una cosmovisión naturalista.
Sinopsis
Los fundamentos de la arquitectura, hasta hace algunos años vanguardistas y dogmáticos, están siendo profundamente revisados. Esto se aprecia en aspectos diversos como la renovada preocupación por el usuario, la creciente valoración del patrimonio arquitectónico heredado, el retorno de la ornamentación, la búsqueda de calidez de los espacios, la personalización de los ambientes o el uso de materiales naturales.
Nikos Salíngaros expone, con concisión y claridad, una teoría que permite entender todos estos hechos como partes de un mismo fenómeno. Esta teoría se puede llamar unificada porque describe y ayuda a comprender los diferentes estilos arquitectónicos. El análisis es objetivo, libre de prejuicios filosóficos, ideológicos o políticos. Siguiendo las teorías de Christopher Alexander y basándose en profundos conocimientos matemáticos y científicos, explica la raíz de las formas y su relación con el ser humano, expone las proporciones de la arquitectura, desentraña la escala universal subyacente a las estructuras que consideramos “vivas” y muestra los avances de las neurociencias en el estudio de la relación del ser humano con el ambiente construido. También, no sin ironía, aporta una visión completa de la neovanguardia arquitectónica actual, enredada en alambicadas discusiones académicas sin verdadero apoyo teórico.
La arquitectura que defiende Salíngaros es mucho más que una carrera por la originalidad formal. Es el fruto de una disciplina y una metodología que reintroduce al ser humano en la naturaleza, se ocupa de su configuración fisiológica y psicológica (o espiritual), dando al lector una perspectiva completa y refrescante que cambiará para siempre su visión sobre la arquitectura.
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