Cuando Roger Zelazny emprendió en 1965 la colección de relatos de Dilvish el Maldito, no pretendía descubrir el Mediterráneo, sino aportar al catálogo del fantástico un personaje memorable.
Aunque ahora podemos disfrutarlas en un solo volumen, estas historias aparecieron de forma independiente en varias revistas del género. Desde el punto de vista literario, resulta interesante comprobar la coherencia de estilo que hay entre ellas pese a lo distante de sus fechas. Por otro lado, convendrán conmigo en que los títulos de dichos relatos son tan sugerentes como descriptivos: «El camino a Dilfar» («Passage to Dilfar», Fantastic Stories of Imagination, febrero de 1965), «La canción de Thelinde» («Thelinde’s Song», Fantastic Stories of Imagination, junio de 1965), «Las campanas de Shoredan» («The Bells of Shoredan», Fantastic, marzo de 1966), «Un caballero para Merytha» («A Knight for Merytha», Eternity SF, vol. 1, nº 3, 1974), «Los dominios de Aache» («The Places of Aache», Other Worlds nº 2, enero de 1980), «Una ciudad dividida» («A City Divided», inédito hasta que Zelazny lo incluyó en este libro en 1982), «La bestia blanca» («The White Beast», Whispers, nº 13-14, octubre de 1979), «La Torre de Hielo» («Tower of Ice», Flashing Swords!, nº 5: Demons and Daggers, diciembre de 1981), «Devil y la bailarina» («Devil and the Dancer», escrito para formar parte de este volumen, en 1982), «Jardín de sangre» («Garden of Blood», The Year’s Best Fantasy Stories: 6, noviembre de 1980), y por último, «Dilvish el Madito» («Dilvish, the Damned», el relato que da título a esta recopilación)
En un principio, Zelazny había pensando titular esta recopilación Nine Black Doves. Con ello, nos da el tono de la serie: fantasía heroica con elementos de magia oscura, sirviéndose de pocos y muy bien escogidos estereotipos.
Dilvish, el protagonista, es lo que llamaríamos un semielfo, descendiente de un linaje al que los humanos aportaron su sangre. Cientos de años atrás, Dilvish quiso impedir que un hechicero, Jelerak, sacrificase a una joven.
El héroe mestizo salió perdiendo: su alma acabó en el Infierno y su cuerpo, petrificado, sirvió de estatua en una ciudad que él mismo había salvado de sus conquistadores. Fueron los pobladores de esa villa los que invirtieron el conjuro, logrando que Dilvish regresara del Averno a lomos de una diabólica montura llamada Black.
Créanme, vale la pena disfrutar de sus peripecias. En ellas no faltan todos esos ingredientes que convierten al fantasy en un género indispensable: épica, delirantes criaturas, caballeros invencibles y nigromantes de la peor especie.
Sinopsis
Hace cientos de años, Dilvish, mitad elfo mitad humano, interrumpió al peligroso mago oscuro Jelerak en pleno ritual mágico. Semejante atrevimiento le valió el peor de los castigos: su cuerpo fue convertido en piedra y su alma condenada al infierno.
La estatua resultante se colocó en la plaza de una ciudad que, tiempo atrás, Dilvish había salvado de ser conquistada.
Cuando los habitantes de Portaroy vuelven a necesitar la ayuda de su héroe, hacen todo lo posible por rescatarlo del infierno en el que está retenido. Al volver al mundo de los vivos, lo hace acompañado de Black, una demoníaca montura con cuerpo de metal, y de una cegadora sed de venganza… pero parece que el destino tiene otros planes para él.
Tras graduarse en Lengua Inglesa en la Universidad de Columbia, Roger Zelazny publicó su primer relato, Passion Play, en 1962.
Su carrera como escritor pronto se convirtió en un rosario de premios y éxitos de ventas, que avalaban su creatividad sin límites.
El señor de la luz y Las crónicas de Ámbar, de las que se han vendido más de diez millones de copias en Estados Unidos, son sus obras más aclamadas. A lo largo de toda su carrera ha conseguido un total de seis premios Hugo, tres Nebula y dos Locus, así como diversos premios menores. Su obra ha sido traducida a doce idiomas y se ha adaptado al teatro, el cine y la radio.
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.
Copyright de imágenes y sinopsis © La Factoría de Ideas. Reservados todos los derechos.