Cualia.es

Las crónicas de Conan nº 29. La forma entre las sombras y otras historias

Ya hemos estado aquí antes. Hemos recorrido los paisajes de la Era Hiboria a través del cómic, el cine y la literatura, y conocemos sus principales hitos. Sin embargo, es un territorio imaginario tan fértil y poderoso que nunca se agota.

Seguir a Conan en sus aventuras puede suponer un placer culpable, un disfrute puntual o una fascinación duradera. Ciertamente, el guerrero ideado por Robert E. Howard no nos propone retos intelectuales, sino experiencias apasionadas y peligrosas. Pero precisamente por esto último ‒por esta energía característica del propio personaje‒, cada una de sus pruebas y de sus retos resume, a gran escala, los desafíos más elementales que te pone la vida. Y claro: se sobreentiende que Conan los resuelve por el camino más corto y con una total incorrección política. Lo cual, visto con las gafas de la fantasía, tiene un punto consolador que, en buena medida, explica el éxito tan duradero de este héroe primitivo, feroz y vitalista.

En el mundo de la historieta, fue Roy Thomas quien se encargó de una manera más eficiente de los guiones de Conan. Su trayectoria de diez años al frente de esta cabecera ya ha pasado a la historia del medio. A partir de ese canon, prácticamente incontestable, otros guionistas han prolongado las peripecias del cimmerio con mayor o menor fortuna. En este sentido, los lectores completistas están de enhorabuena con este volumen, que reúne los números que van del 224 al 232 de Conan el Bárbaro, originalmente editados entre noviembre de 1990 y mayo de 1991.

Se trata de episodios autoconclusivos de un valor desigual, que oscilan entre la brillantez y la inercia argumental. En este sentido, el lector pasa del mejorable grafismo de Geoff Senior y Steve Buccellato al talento artístico de clásicos como Alfredo Alcalá o de tipos tan solventes como Mark Texeira.

Lo mismo sucede aquí con los guiones. Cuando la firma es, por ejemplo, la de Gerry Conway, sabemos que estamos en buenas manos, y sin duda, son sus páginas las mejores de esta entrega.

Se nota que Conway conoce y comprende la obra de Howard, y que también respeta el legado de Thomas. Por otro lado, el guionista y los dibujantes que colaboran con él conjugan a la perfección los dos ingredientes característicos de la serie ‒encanto primigenio y acción‒, logrando de este modo que el volumen vaya mejorando hasta alcanzar su nivel más alto en su tramo final. De hecho, tras ese vigor narrativo de Conway nos encontramos con otro sólido trabajo del guionista Michael Higgins, con el que concluye este tomo.

Sinopsis

Con la intención de pagar sus deudas, Conan se pone a sueldo de un príncipe exiliado que, quizá por su idiotez, necesita la fuerza y las habilidades del bárbaro para reclamar su herencia, el Ojo de Bast, una joya de valor incalculable. No obstante, la joya esconde un secreto terrible que enseña al cimmerio que algunos tesoros es mejor dejarlos allí donde uno los encuentra.
Este volumen de Las crónicas de Conan recoge, por primera vez, historias de Conan el Bárbaro descatalogadas hace veinticinco años ¡y con el color original recuperado mediante técnicas digitales! En este cómic se incluye la historia publicada por Marvel Comics sobre el origen de Conan.

Artículos relacionados

Conan el Bárbaro (1970-1973), de Roy Thomas y Barry Windsor-Smith

Conan el Bárbaro (1973-1979), de Roy Thomas y John Buscema

Red Sonja, la diablesa de la espada

Conan el Conquistador (1974-1979), de Roy Thomas, Gil Kane y John Buscema

Conan Rey (1980-1989), de Roy Thomas, John Buscema, Doug Moench y Alan Zelenetz

La Espada Salvaje de Conan (1974-1995), de Roy Thomas, John Buscema, Alfredo Alcalá y Tony de Zúñiga

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de la sección cultural de 'The Objective'. Escribió de forma habitual en 'La Lectura', revista cultural de 'El Mundo'. Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador de las páginas de cultura del diario 'ABC' y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Ha trabajado en el sector editorial y es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.