Sin duda, los nueve volúmenes protagonizados por Arkady Renko componen mi saga policíaca favorita de los últimos 40 años.
Si tuviera que llevarme a una isla desierta las mejores novelas negras modernas facturadas en los USA, empezaría metiendo en la mochila El gran desierto de James Ellroy, las tres primeras del detective mercenario Burke por Andrew Vachss y cuatro o cinco de este inolvidable Investigador Jefe de Homicidios de la Milicia del Ministerio del Interior en Moscú. Más abajo valoro de peor a mejor cada uno de los títulos de la serie, que he leído entera en su lengua original.
Supuestamente, su creador Martin Cruz Smith –que si se llamara Martin Cross vendería muchos más libros, por lo menos en España– padece parkinson y se ha visto obligado a crear sus últimas obras dictándolas, ante la imposibilidad de redactarlas, pero ese hándicap no se nota en absoluto.
¿Qué amo de su estilo narrativo?
–Uno, escribe como nadie, y con una economía admirable. Siempre sobrevuela en su prosa una dosis justa de intriga, otra de lirismo, otra de humor y una sobredosis de claudicación anímica. Y no se para a contemplar el paisaje: lo disfrutamos sin sobreexplicaciones mientras el vehículo sigue avanzando siempre adelante. Nunca encalla. Nunca resitúa en parrafadas en qué estado se encuentra Arkady cuando lo reencontramos: siempre le vemos en movimiento.
–Dos, la atmósfera. Cruz Smith parece nacido para recrear una pintura de ambientes rusa en nuestras mentes y, si no es la auténtica, no importa: funciona tan bien y con tanta precisión de universo paralelo, que podría ser una saga tan fantasiosa como ‘Juego de tronos’ y seguiríamos deseando regresar a esa Rusia.
–Tres, su análisis de la evolución histórica de la URSS me parece muy válida. Y algo que me encanta: su antihéroe sabe a la perfección que el comunismo apesta, que lo que viene después del comunismo alberga sus propias pestilencias, que la fe en el nacionalismo y el patriotismo son un buen baremo para medir la estupidez de una persona… Pero aun así, por más que tiene oportunidad de huir al “mundo libre” o exiliarse a otro país más amable con su ciudadanía, Arkady Renko se queda en Rusia. De entrada, eso ya marca un fatalismo delicioso en toda la serie.
En cuanto al personaje principal: Arkady Renko es un hombre herido desde la infancia, por el suicidio de su madre y la intolerancia de su padre, un héroe militar de rasgos psicopáticos. Lo que me encanta de Arkady es que no lucha por cambiar su vida: lo acepta todo como viene y obedece a su instinto de sabueso porque no puede evitar desentrañar crímenes. Su resignación existencialista parece entroncar con el tópico del detective melancólico clásico, pero él es todo menos tópico: no hay nada afectado ni cliché en su conducta, y en ocasiones uno llega a pensar incluso que Renko no desea ganar ni sobrevivir. Y, curiosamente, eso proyecta en el lector una sensación de comprensión y compañía impagables.
[William Hurt lo encarnó en la gran pantalla, dentro de un filme que no está a la altura del original (pese a la mano ducha de Michael Apted para las películas “con atmósfera”), pero prefiero imaginarlo con los rasgos de Ralph Fiennes: Renko es mucho más torturado que ególatra. De hecho, el Hurt de sus últimos años hubiera encarnado un padre de Arkady excelente.]Hay muchas sorpresas en el camino, pero también muchos tics del autor: en todas las historias surge una chica que atrae a Renko; una escena de cama con un porno romantizado y trascendentalista típico de la generación de Vicente Aranda; un rival que suele ser millonario y aparentemente encantador; y analizadas en frío, demasiadas casualidades que asocian personajes inicialmente alejados unos de otros… Pero la manera ingeniosa en que Cruz Smith enlaza los hechos, la poca predictibilidad de sus giros y hallazgos es lo que hace plausible todo.
Lo que no es plausible es la edad de los personajes. Como en las viejas novelas y cómics pulp, Renko y su troupe apenas envejecen con los cambios fechados de época: la primera aparición del investigador es en 1981 (y creo recordar que la trama acontece hacia 1979), por muy joven que fuera uno lo imagina rayano en la treintena… y 40 años después sigue siendo un cincuentón con una envidiable plenitud física. Eso sí, en el proceso de sus investigaciones le pasa de todo: lo tirotean, lo tratan de congelar en una nevera, le perforan la cabeza de un balazo, lo despedaza un oso, incluso tratan de asesinarlo mientras él anda concentrado en suicidarse…
Pero vayamos a las novelas, de peor a mejor:
9. Tatiana (2013)
La penúltima aventura de Renko hasta la fecha es básicamente otra versión solapada de Laura. O de La brigada de Sharky, ya me entendéis. No alberga muchas más sorpresas y el lector tampoco consigue entusiasmarse con la quinta o sexta aventura amorosa del policía. De hecho, uno no se la acaba de creer.
8. Las tres estaciones (Three Stations, 2010)
El nivel de decepción de esta entrega y la anterior reseñada son notables, con mucha diferencia respecto de las siguientes. En este caso se trata de la novela más corta y casi la peor de todas. El suspense repartido entre las acciones de Renko y las de su “ahijado” Zhenya no funciona y la descripción de los nuevos ricos gangsteriles en la nueva era Putin se nota apresurada. Sólo la redime un buen detonante.
7. Tiempo de lobos (Wolves Eat Dogs, 2004)
Primera novela del lote cronológico en la que sentí que su autor pisaba en falso: ¿realmente necesitábamos que Renko se fuera a investigar un crimen a Chernóbil para ponernos al corriente por millonésima vez de la tragedia que allí aconteció? Todo parece un poco forzado para que encaje su presencia en zona radioactiva. Y de hecho, lo único divertido de la novela es que Renko se pasa día y noche exponiéndose a la radiación sin ningún temor, casi aliviado de que aquel paseo por la “zona prohibida” le genere un cáncer fulminante.
6. Bahía de la Habana (Havana Bay, 1999)
Aquí tengo sentimientos encontrados: por un lado, en esta visita de Renko a La Habana para investigar el crimen de un colega, resulta muy interesante la descripción del choque de mentalidades rusa y cubana, más aún teniendo en cuenta que se produce en un contexto en que los castristas ya consideran a la URSS un país traidor al haberse desentendido de la ideología que los hermanaba. Sin embargo, creo que la convención idiomática castiga en demasía la credibilidad de la representación: vale que hasta ahora asumíamos sin chistar que los rusos se expresaran en inglés, pero que también lo hagan todos los cubanos y que hasta los personajes anglosajones se expresen materialmente en inglés cuando ficcionalmente lo hacen en español, ya complica un poco nuestra buena disposición a tragarnos el tinglado. Y encima fuerza una calamidad en Renko para que… Pero no puedo adelantar acontecimientos. Aun así, un excelente desenlace y buenas pinturas de ambientes y personajes hacen reflotar el sindiós del código escogido.
5. El fantasma de Stalin (Stalin’s Ghost¸ 2007)
A partir de aquí los pros ganan a los contras: la premisa es sugerente (unos nostálgicos del comunismo afirman vislumbrar apariciones del espectro de Stalin merodeando una estación de metro), con un telón de fondo marcado por el resurgimiento del nacionalismo ruso que ya abandera el monstruoso Putin, y de ahí nos propulsa a una extraordinaria set piece en los campos donde todavía permanecen inalteradas las fosas comunes de la II Guerra Mundial. En ese marco acontecerá una revelación sorpresa de lo más afortunada. Se mire por donde se mire, una novela muy satisfactoria.
4. The Siberian Dilemma (2019)
La última entrega hasta la fecha de la saga Renko vuelve a hacerla volar alto, tras muchas reiteraciones y tropiezos seguidos. Aquí no faltan los lastres (unas primeras cien páginas donde no se plantea ningún caso ni de hecho ninguna situación relevantes), pero el tren argumental enseguida se encarrila merced al periplo siberiano que debe emprender el investigador: los osos salvajes, los empresarios no menos salvajes y el frío extremo de la región compiten por perpetrar una mayor letalidad y, aquí sí, hay un montón de hilos bien atados por un autor que al fin vuelve a demostrar el virtuosismo que ya demostró en los años 80 y 90.
3. Estrella polar (1989)
La segunda aventura de Arkady Renko no tiene ni un solo punto débil en lo formal y muchos admiradores del autor la situarían fácilmente en el segundo puesto. Si no lo hago es simplemente porque se trata de un rara avis en la saga: nos saca por primera vez a Renko del familiar y agradecido entorno de Moscú para meternos en el claustrofóbico marco de un barco pesquero y en el no menos claustrofóbico entorno de una desértica Alaska. Sopla un cierto aire (gélido, claro) a Agatha Christie y se trata de la novela que, después de la inaugural, mejor funciona como obra independiente. Pero no sigue indagando en la historia política rusa para crear el ambiente adecuado, de ahí que me parezca un poco frustrante en ese sentido.
2. La Plaza Roja (1992)
El tercer eslabón de la saga cierra una trilogía por todo lo alto y encima nos hace testigos de excepción del final del régimen comunista en la URSS. La trama funciona de maravilla y la conclusión es seguramente la más rotunda y lograda de la serie. Disfruté muchísimo esta novela, casi tanto como la obra maestra indiscutible que inauguró el percal.
1. Parque Gorki (1981)
Una de las mejores novelas negras que ha dado el género. La premisa es inmejorable: el investigador oficial de un triple crimen empieza a descubrir por pura deformación profesional quién es el asesino pese a que no quiere averiguarlo, porque sabe que en cuanto dé con el culpable, el sistema lo matará a él.
La URSS de sus páginas te envuelve de modo terrible y fascinante a la vez. El personaje principal deslumbra por su desolación de antemano. Las desgracias y óxidos del sistema son de tal magnitud que parece una distopía. Todo encaja y la habilidad del narrador es pasmosa. Un diez.
PD. Acabo de enterarme de que este mayo se publicará la décima aventura de Arkady Renko. ¡Por primera vez puedo esperar la salida de un libro del personaje por anticipado! Me siento ilusionado como cuando esperaba de niño cada semana un nuevo clásico publicado en el Club del Misterio.
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