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Andrew Vachss, estilista de la novela negra

Esta elegía la lanzo por la muerte de Andrew Vachss (1942-2021), mi escritor favorito de novela negra ‒junto a James Ellroy‒ en los años 90, perplejo ante el silencio mediático que ha suscitado en España esta triste noticia. Supongo que la ignorancia o indiferencia de la prensa española procede del simple hecho de que Hollywood nunca adaptó sus novelas: los villanos de las superproducciones pueden ser cualquier abominación menos pederastas. Y Burke, el protagonista de los libros policíacos por los que Vachss saltó a la fama, es un cazapederastas. Y los villanos de esos libros, por cierto, son espeluznantes.

El propio Vachss encarriló su vida previa a la literatura como abogado especializado en defender a menores víctimas de abusos y en esa década llevó su cruzada hasta la televisión USA, encontrando aliados como Oprah Winfrey en sus esfuerzos por sensibilizar al país sobre tamaña conducta aberrante que infinitas veces se acallaba (¡se acalla!) entre paredes familiares.

Pero a mí me encantaba Andrew Vachss porque era un gran escritor, un estilista que ningún compañero de generación superó en el terreno hard-boiled. Fue también una de mis mayores influencias. Durante mi juventud hice lo posible por distanciarme de la muy politizada escena cultural española ‒plagada de talibanes plastas y comisarios «comprometidos», igual que ahora‒ y buscaba con denuedo nombres internacionales de la ficción de suspense que ocuparan el vacío dejado por el poco prolífico Trevanian: Vachss me deslumbró por lo acerado de su prosa y porque la serie de Burke te arrastraba a un universo de serie B donde la violencia era un esperanto exitoso. Y el protagonista, un mercenario urbano y superviviente conspiranoico que luchaba contra el crimen en colaboración con un grupo de parias despreciados por la sociedad; su equipo de justicieros lo conformaban ese tipo de inadaptados con los que cualquier adolescente rabioso con el sistema se puede identificar: un sintecho, un transexual, un sordomudo ¡mongol!, un friqui que vive bajo tierra… gente que NO ENCAJA ‒menos en los años 80 y 90‒, gente incómoda para la gente normal. En pocas palabras, Vachss fue un pionero del inclusismo.

Durante mucho tiempo soñé con que Bruce Willis remontara la estelar caída en picado de su carrera protagonizando la versión cinematográfica de esta saga, pues el personaje de Burke le venía que ni al pelo (con perdón): pero, decididamente, Hollywood nunca estuvo por la labor. ¿Lo estaría hoy día Netflix?

De ahí que Vachss no sea tan popular como otros nombres del género, pese a haber visto publicada su obra en más de 25 países, entre ellos el nuestro.

Ese universo en el que Burke se movía y que seduce o repele a primera vista, deliberadamente cartunesco y comiquero ‒no en vano los mayores plañideros patrios del deceso de Vachss somos autores de cómic: Cels Piñol, Víctor Santos y yo‒, dio a luz unas primeras novelas gloriosas: Flood, Strega, Blue Belle, Hard Candy, Blossom… Luego llegó la repetición de la fórmula y la saga decayó rápidamente: no había mucho margen de maniobra argumental, la versatilidad no era lo suyo.

Sin embargo, me resulta difícil escuchar una conversación apasionada sobre el último refrito vocinglero de James Ellroy sin que me asalten las ganas de inquirir: «¿Pero habéis leído a Andrew Vachss?». Bueno, si entre vosotros no es así, probad a leerlo: Strega (1987) no os defraudará. Para quienes necesiten credenciales institucionales, con ella ganó el Grand Prix de Littérature Policière y el Premio Halcón Maltés de Japón. En el año 2000 recibió en Italia el Premio Raymond Chandler a toda su carrera.

Vachss era mi tipo de escritor: no le hacía ascos a nada, y en su currículum autoral hay desde tebeos de Depredador  hasta una novela de Batman. Como Frank Miller ‒otro que se guarda mucho de confesar en público que su verdadero maestro a la hora de escribir es Mickey Spillane‒, Vachss sabía que lo importante es pertenecer a la cultura pop y que los prejuicios culturales siempre juegan en contra.

A él le sucedió: su estrella se apagó en este siglo y de pronto ya no fue guay. Finalmente, dedicar su obra pulp a (denunciar) un tema tan delicado, cuestión tabú en los medios de comunicación y por ende en los DE CREACIÓN, también le pasó factura.

Pero, insisto, para mí está ahí arriba con los más grandes.

Descanse en paz, Sr. Vachss.

Le debo mucho.

Nota al margen
Mi último libro, Y si quieren saber de nuestro pasado (Editorial DQ, 2021) abre cada capítulo con una cita extraída de las obras pulp que más me han impactado en mis 40 años largos como lector.

No podía faltar Andrew Vachss, con un párrafo de su novela Strega que me quedó grabado en la sesera desde hace un cuarto de siglo: «La corrupción política no es noticia en Nueva York, pero siguen informando sobre ella de la misma manera que siguen transmitiendo las previsiones meteorológicas. A la gente le gusta enterarse de esas cosas sobre las cuales no pueden hacer nada».

Sobre Y si quieren saber de nuestro pasado

Hernán Migoya, el autor de este libro, regresó de Perú, donde vivía, para cuidar a sus padres: ella con cáncer y él con alzhéimer. Sin embargo, lejos de encontrarnos con un drama lacrimógeno, nos enfrentamos a una obra fresca, a veces con pasajes hilarantes, porque así es la vida.

El autor en la contraportada lo deja claro:

“Este libro contiene una historia de amor verdadero. La de Tina y Marce, pareja de emigrantes leoneses que se conocieron en la Argentina y se instalaron a las afueras de Barcelona, en un barrio obrero de la ciudad dormitorio de Barberà del Vallès.

Es también una historia muy dura: la crónica de un año entero vivido por una pareja de septuagenarios que luchan por no naufragar en la enfermedad y el dolor. Marce padece alzhéimer y tres tipos de demencias seniles; Tina sobrelleva un mieloma múltiple. Ella es el sostén fundamental de la casa: además de lidiar con su cáncer, se encarga sola de cuidar de su marido.

El amor que les une es el único pegamento que mantiene la cordura en el hogar y provee los momentos entrañables necesarios para que la lucha por la vida merezca la pena.

No he conocido una historia de amor más extraordinaria y real que esta.

Lo sé porque soy su hijo”.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Reservados todos los derechos.

Copyright de la nota editorial © Editorial DQ. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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