Descubierto en 1996, el lagarto moteado canario (Gallotia intermedia) o ‘lagarto gigante de Tenerife’ vive a la sombra de sus tocayos del Hierro y la Gomera, aún más amenazados. Su presencia se reduce a los acantilados de la isla donde huye de sus predadores y sobrevive en un hábitat que no es el suyo.
Gallotia intermedia tiene dos poblaciones en la isla de Tenerife: la del acantilado de Guaza (unos 900 ejemplares) y la del acantilado de los Gigantes en el macizo del Teno (entre 200 y 400 ejemplares). Según el censo de 2010, en total era unos 1.300 ó 1.400 individuos. Si lo comparamos a las poblaciones del lagarto gigante del Hierro, que tiene unos 300 según el censo de la misma fecha, o el de la Gomera, que cuenta con 100 ejemplares, la situación del lagarto moteado parece ser mejor. Pero solo en apariencia.
“Si tenemos en cuenta que este lagarto estuvo en toda la isla, según los registros fósiles hubo millones de ellos, su población actual es muy reducida”, informa Aurelio Martín, profesor titular de Zoología de la Universidad de La Laguna (ULL) y uno de los científicos que describió por primera vez la especie.
En 2017 el Gobierno de Canarias aprobó el Plan de Recuperación de este lagarto, un animal que está en peligro de extinción. «El lagarto gigante de Tenerife (Gallotia intermedia) ‒dice el decreto‒ es una especie endémica de la isla de Tenerife que se encuentra incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas (anexo del Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas), concretamente en la categoría de ‘en peligro de extinción’. De conformidad con el artículo 59.1.a) de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, en relación con el artículo 3.2.a) de la Ley 4/2010, de 4 de junio, del Catálogo Canario de Especies Protegidas, la inclusión de un taxón o población en la categoría de ‘en peligro de extinción’ conllevará la adopción de un plan de recuperación que incluya las medidas más adecuadas para el cumplimiento de los objetivos buscados y, en su caso, la designación de áreas críticas. (…) En particular, el lagarto gigante de Tenerife ha sufrido una regresión histórica motivada por la incidencia de diversos factores de amenaza que actualmente siguen activos; siendo previsible tanto el aumento de la presión ejercida directamente por el ser humano, como la aparición de nuevos factores negativos como por ejemplo la introducción de especies invasoras. Así, se prevé que la no adopción de medidas de conservación dirigidas a prevenir, mitigar o anular estas amenazas podría conducir a la extinción de la especie en algunas décadas; y por tanto, en suma, ha resultado acreditada la necesidad de aprobar un plan de recuperación para esta especie».
Gatos y ratas, sus mayores pesadillas
Para José Antonio Mateo, antiguo director del Centro de Recuperación del lagarto de la Gomera y responsable de los programas de suelta y nuevas poblaciones, el lagarto moteado sobrevive a pesar de la creciente presencia humana y las amenazas asociadas.
“Los reptiles se refugian en lugares muy malos para ellos y para su predadores, sobre todo gatos y ratas. Viven en acantilados marinos de al menos 400 metros de altura, en poblaciones muy limitadas que permiten malvivir para sobrevivir”, comenta Mateo.
Los gatos (Felis catus) llegaron hace 500 años con los primeros colonizadores europeos. “Son depredadores tremendos juntos a las ratas que se alimentan de juveniles de lagarto y de sus huevos”, puntualiza Aurelio Martín.
Las tres especies de lagartos gigantes canarios viven en acantilados abruptos, pero su hábitat real estaba en “zonas llanas y de gran vegetación”, certifica el zoólogo de la ULL. “Los lagartos han elegido un medio donde pueden sobrevivir, pero es un hábitat subóptimo, un lugar donde no les queda más remedido vivir”, añade.
Según los científicos, “no se pueden descartar poblaciones desconocidas de lagartos en otras partes de la isla” por su amplia distribución en el pasado y por sobrevivir en los lugares más inaccesibles de Tenerife. Por ejemplo, en 2003 se descubrió la población de los acantilados de Guaza.
Un logro científico
“Su descubrimiento planteó a los tres años un programa de búsqueda de otros lagartos en otras islas. Así se descubrió el lagarto gigante de la Gomera en 1999”, afirma Mateo.
Los biólogos Efraín Hernández (fallecido en 2001), Aurelio Martín y Manuel Nogales se encargaron de la descripción de esta nueva especie a partir de los dos ejemplares (un macho –el holotipo- y una hembra –un paratipo-) hallados por Hernández tras los repetidos indicios de excrementos avistados por la gente, según un concejal de Santiago del Teide.
La descripción de Gallotia intermedia tardó más de lo normal. ¿La razón? Los científicos decidieron no sacrificar a los ejemplares encontrados ante la posibilidad de encontrarse con una población reducida. Y así fue. A pesar de las exigencias de los editores de la revista Herpetologica, donde se publicó en 2000 el artículo científico, los dos ejemplares fueron analizados sin sufrir trauma alguno, algo de lo que los investigadores se muestran orgullosos.
Los dos ejemplares, junto a otro paratipo macho, vivieron en cautividad en la Fundación Neotrópico. En 2002, nació la primera y última cría de la pareja de paratipos.
Perfíl del lagarto canario moteado
Descripción: aunque a nivel genético, los tres lagartos gigantes son cercanos, a nivel morfológico son diferentes. El lagarto gigante de Tenerife mide entre 45 y 75 cm y tiene el dorso de color pardo negruzco reticulado con pequeñas manchas de color amarillo, azul, o pardo y garganta de color gris pálido. Su crecimiento es muy lento, y tiene una madurez tardía, por una elevada longevidad y por una fecundidad baja.
Poblaciones: en el acantilado de los Gigantes en el Parque Rural del Teno y en el de Guaza.
Esperanza de vida: los lagartos de Tenerife son muy longevos. Pueden vivir desde los 25 hasta los 50 años
Amenazas: los gatos y las ratas son sus principales depredadores, lo que les ha obligado a refugiarse en los acantilados para sobrevivir. La presencia del ser humano también perjudica a esta especie.
Imagen superior: lagarto moteado canario en libertad en los acantilados de Teno (Tenerife). Fotografía: Aurelio Martín.
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