El proyecto de la bruja de Blair (Eduardo Sánchez y Daniel Myrick, 1999) es una de esas película que demuestran que el terror cinematográfico es algo muy subjetivo. Mucha gente piensa que es una tomadura de pelo en la que no pasa nada, que son imágenes de gente paseando por el bosque y dando gritos. Y tienen razón, en realidad.
Otros pasamos verdadero miedo en su momento con aquella cinta, precisamente porque el terror no era explícito, porque todo trataba sobre una amenaza invisible, pero tangible, y verosímil por aquello de que no se trataba de una acumulación de efectos especiales y sustos, sino de un film atmosférico heredero del terror añejo que se podía encontrar, por ejemplo, en las páginas del relato El Wendigo de Algernon Blackwood.
Como en La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974), la falta de medios juega a favor de una puesta en escena de inquietante realismo (¿mágico?) y hace que El proyecto de la bruja de Blair sea uno de esos casos de “relámpago embotellado”, un film imitable, pero irrepetible.
Aunque no fue el primero en utilizar el formato de found footage, metraje encontrado o falso documental (Holocausto caníbal, Alien Abduction: Incident in Lake County…), lo cierto es que, guste o no, El proyecto de la bruja de Blair dio comienzo a una avalancha de películas que utilizan este formato. Prácticamente, la mitad de los films de terror actuales son found footage, casi todos bazofia destroza-retinas. Sin embargo, este sub-estilo ha generado notables películas como [REC] (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007), Cloverfield (Matt Reeves, 2008) o Chronicle (Josh Trank, 2012).
Hay dos cosas que hacen que esta nueva secuela (recordemos la olvidada y no del todo despreciable El libro de las sombras (BW2) del año 2000) no funcione del todo: una es, precisamente, el agotamiento y saturación de este subgénero cinematográfico, y la otra es que, al contrario que el film original, esta película opta por la acumulación de sustos y golpes de efecto.
Adam Wingard, una de las nuevas lumbreras del cine de terror, ha acumulado fans con películas divertidas y chisposas como Tú eres el siguiente (2013) y The Guest (2014), fracasa a la hora de repetir la magia del primer film usando demasiadas cámaras distintas (incluyendo modernas GoPro y drones), un reparto formado por jovenzuelos atractivos (en lugar de personas “normales” como en el primer film) y mucho sobresalto al estilo “tren de la bruja (de Blair)”.
Si la imaginación del espectador era esencial en el terror del primer film, aquí nos lo dan todo mascado y hasta se muestra a la famosa bruja, todo un pecado que echa a perder el efecto de la criatura, que hasta entonces era algo similar al Coco (cada uno se la imaginaba según sus temores más primarios). Lo que se nos revela es un monstruo estándar a medio camino entre la Niña Medeiros y Slenderman que podría ser un enemigo de segunda en cualquier videojuego. Adiós, terror.
Quizá el público más joven, el que ni siquiera había nacido cuando se estrenó la primera entrega y que alterna el visionado de la película con las actualizaciones de su Facebook sea capaz de encontrarle virtudes a esta secuela tardía, ramplona y olvidable.
Sinopsis
Han pasado veinte años desde que la hermana de James (James Allen McCune) y dos amigos suyos desaparecieran sin dejar rastro en los bosques de las Colinas Negras, en Maryland, mientras investigaban la leyenda de la bruja de Blair. Ahora, el propio James y sus amigos Peter (Brandon Scott), Ashley (Corbin Reid) y la estudiante de cine Lisa (Callie Hernandez) se adentran en esos mismos bosques cámara en mano con intención de desentrañar el misterio de su desaparición.
Al principio, el grupo se muestra esperanzado, sobre todo tras conocer a un par de lugareños, Lane (Wes Robinson) y Talia (Valorie Curry), que se ofrecen para hacer de guías por los oscuros y sinuosos bosques. Pero, a medida que avanza la interminable noche, sienten el acecho de una amenazadora presencia.
Poco a poco, los jóvenes se van dando cuenta de que la leyenda es mucho más real y siniestra de lo que podrían haber imaginado.
El proyecto de la bruja de Blair, que se estrenó en 1999 para convertirse en un fenómeno global, dejó un legado duradero en torno a nuestro eterno miedo a estar solos en el bosque. La película de ínfimo presupuesto recaudó millones de dólares y se convirtió en el modelo a seguir para todo el género de metraje encontrado, además de producir toda una nueva generación de fanáticos del cine de terror.
«Cuando se estrenó, yo fui uno más de la infinidad de estudiantes de instituto que se fue con una cámara de vídeo al bosque a hacer una parodia de la bruja de Blair con mis amigos», confiesa Wingard. «La película estaba totalmente entregada al realismo. Nadie había estado nunca tan completamente comprometido con ese tipo de realismo, ni ha vuelto a estarlo desde entonces. Simon Barrett y yo volvimos a ver la película media docena de veces durante la preproducción para considerar todas las opciones posibles a la hora de crear nuestra historia y nos quedamos pasmados por lo bien que ha aguantado el paso del tiempo, no solo como filme de metraje encontrado, sino también como película de terror».
Mientras Wingard y Barrett se encontraban promocionando su película de antología de terror de 2013 V/H/S/2 en Sundance, la conversación se desvió al tema de la bruja de Blair. «Como fans, preguntábamos cuándo pensaban hacer otra película de la bruja de Blair, porque nos parecía que ya era hora. Pero la verdad es que no tenían ninguna respuesta», recuerda Wingard. «Una semana más tarde, Simon y yo tenemos una reunión en Lionsgate».
Lionsgate llevaba varios años buscando el concepto adecuado para relanzar la bruja de Blair, así como cineastas que pudieran satisfacer a los fans de la primera entrega, a la vez que llegaban a una nueva generación de espectadores. Tras el éxito de V/H/S y la adquisición de la distribuidora de la cinta de terror independiente de Wingard y Barrett Tú eres el siguiente, Lionsgate organizó una reunión secreta con la pareja para plantear la secuela.
Para mantenerse fiel a la mitología de la bruja de Blair, Barrett se familiarizó con todos los datos e información que contenía la primera película, desde viejos foros y grupos de Facebook a novelas gráficas y libros juveniles publicados únicamente en Europa.
«La mitología suponía un tremendo incentivo para mí, porque la primera película no llegaba realmente a explicar nunca nada», comenta Barrett. «Queríamos llevar más lejos el mito y explorar cómo los forasteros afrontaban la leyenda y cómo la veían los lugareños».
El equipo de rodaje se esforzó, a lo largo de 32 días de filmación en la Columbia Británica, en Vancouver y alrededores, por reproducir el auténtico espíritu de El proyecto de la bruja de Blair, lo que incluyó recrear el entorno del bosque.
«No fue nada fácil encontrar el lugar adecuado en el Noroeste del Pacífico, porque los árboles y el paisaje de esa parte del mundo tienen un aspecto significativamente distinto de los de Maryland, donde se rodó la primera película», explica Wingard. «Buscamos durante bastante tiempo hasta encontrar una zona que encajara con nuestras necesidades para ese tipo de flora, y pudimos crear toda una serie de senderos que se entrecruzaban para que todo quedara lo más perfecto posible».
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