El personaje cómico de moda en la televisión más moderna y en YouTube alcanza la gran pantalla, como era de esperar. Lo que quizá nadie esperaba es el enorme éxito comercial de esta producción (que se intuye baratísima), que alcanzó el número uno en la taquilla norteamericana.
No muy conocido en España, el anterior film protagonizado por un personaje de Sacha Baron Cohen, Ali G, tuvo una fría acogida, por otro lado merecida. Ya en aquella cinta uno se preguntaba si realmente el tipo estaba haciendo chistes sobre el racismo y la xenofobia o simplemente se trataba de chistes racistas y xenófobos, pero esta duda daba igual ante un problema aún más grave: era una comedia sin puñetera gracia.
Este humilde crítico ha de aclarar que vio la película de Borat el último día del agotador festival de Sitges, tras una noche de excesos y mínimo descanso. Quizá ese estado zombie facilitó que no me fuese de la sala y que me riera en múltiples ocasiones durante la proyección de este polémico film. O a lo mejor es que se trata de una comedia cuyo humor cafre oculta una sofisticada e inteligente ironía, cosa que no termino de ver pero que no descarto del todo.
La gracia del invento se basa en ver al personaje principal, una suerte de híbrido del reportero Tonino y el primo Balki (pero en hardcore) tocando las narices a diversos norteamericanos y mofándose del pueblo de Kazajistán, o al menos de la imagen que tenemos en occidente de esta antigua república soviética.
En teoría estas «víctimas» de Borat son personas reales en situaciones reales, aunque la duda está más que presente, ya que el cómico británico no recibe ningún disparo al hacer cosas como burlarse del himno americano en un rodeo lleno de paletos, pasear una bolsa con sus propios excrementos en una cena de la alta sociedad sureña o correr en pelotas por un lujoso hotel.
La principal razón por la que esta película resulta desconcertante es que uno no sabe si se está riendo realmente sobre la condescendencia e ignorancia del ser humano respecto a las culturas que no conoce, o realmente se ríe porque el tipo insulta a los demás y suelta groserías hiperbólicas con acento ridículo y con pasmosa naturalidad.
Nuestra labor en Cualia es contar lo que hay para que los espectadores sepan si pasar por taquilla o no, dependiendo de sus gustos, así que informamos que la sala donde se proyectó Borat se inundó de sonoras carcajadas durante los 84 minutos que dura la broma, incluyendo los créditos. Con las risas aseguradas, el problema vendría para aquellos a los que les gusta saber de qué se ríen, en lugar de dejarse llevar por los impulsos.
Sinopsis
Documental producido por la República de Kazajistán donde el reportero estrella de la televisión kazajistaní, Borat Sagdiyev (Sacha Baron Cohen), explora el país más poderoso del mundo, Estados Unidos. Las diferencias culturales y la repentina obsesión del reportero por Pamela Anderson provocarán más de una situación socialmente incómoda.
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