En diciembre de 2014, el Museo Edgar Allan Poe, de Richmond, Virginia, inauguró una sensacional exposición, Reimagining Poe: The Poe Illustrations of Richard Corben. Como su título indica, la muestra resumió el vasto catálogo de obras que Corben ha dedicado a la literatura de Poe.
Creo que cualquier admirador del artista puede secundar lo que dijo M. Thomas Inge a propósito de esta exhibición: “Corben ha demostrado que es el más fiel e imaginativo intérprete de Poe en la historia de los cómics.” Esto es algo que conocen bien los más veteranos: aquellos que leyeron las adaptaciones que Corben publicó en los setenta y los ochenta, en revistas tan legendarias como Creepy.
Tengo ahora junto a mi mesa una tardía entrega del dibujante, Los Espíritus de los Muertos, con la que regresó a los góticos territorios del escritor bostoniano. En esta oportunidad, Corben acometió una empresa muy ambiciosa, consistente en reubicar varios poemas y relatos de Poe en su personal imaginario creativo.
En este sentido, es interesante disponer de algún que otro dato biográfico. Richard Corben descubrió a Poe en el instituto, por la misma época en que Roger Corman estrenaba sus formidables adaptaciones cinematográficas de La caída de la Casa Usher, La máscara de la muerte roja, El Cuervo y El pozo y el péndulo. Aunque estas películas le apasionaron ‒¿y a quién no‒, Corben quedó fascinado por el poderío narrativo de los cuentos originales.
Empeñado en permanecer fiel al espíritu de los textos e Poe, el artista adoptó el siguiente método a la hora de adaptarlos por su cuenta (o mejor dicho, al hacerlo a cuenta del sello Warren): en lugar de reproducir literalmente cada expresión de Poe, se dedicó a analizar las obsesiones y los temores del escritor, con el propósito de quintaesenciarlos en sus viñetas.
Como admirador del gran Harry Clarke, Corben aprovecha para homenajear a este legendario ilustrador en El Espíritu de los Muertos, donde encontraremos inteligentes versiones de clásicos como La caída de la Casa Usher ‒con algún detalle tomado de la película homónima, rodada por Jean Epstein en 1928‒, El barril de Amontillado o El entierro prematuro.
Por su madurez y por su sensualidad macabra, me parecen especialmente reseñables las páginas en las que Corben transforma los versos de Poe en historietas góticas. Debido a sus peculiares cualidades, estas poesías, que son la expresión del miedo, la pérdida y la culpa, transmiten sensaciones que son muy difíciles de trasladar a otro medio. Sin embargo, uno puede reencontrarlas en estas versiones de Corben.
A lo largo de El Espíritu de los Muertos, las visiones extrañas, los cuerpos amortajados, las galerías de cuadros antiguos, los efectos fantasmagóricos y los templos secretos representan el mismo arquetipo macabro y extraordinario que siempre han disfrutado los lectores de Poe.
Sinopsis
Esta es la colección completa de las obras clásicas del escritor insignia de los relatos de terror, Edgar Allan Poe, adaptadas por el brillante ilustrador Richard Corben, uno de los principales representantes del género en el mundo del cómic.
Contiene las historias The Conqueror Worm, The Fall of the House of Usher #1–#2, The Raven and the Red Death, Morella and the Murders in the Rue Morgue y muchos más.
Edgar Allan Poe, hijo de unos actores ambulantes de teatro, se quedó huérfano a los dos años. Fue criado por John Allan, un hombre de negocios rico, y educado en Inglaterra y Norteamérica. Su vida universitaria fue rebelde y libertina, en esta época es cuando el poeta empieza a beber, hasta que es expulsado de la Universidad de Virginia por jugador. En 1827 escribió su primer volumen de poesías, Tamerlán, en el que se denota una leve inclinación byroniana. En 1830 lo admitieron en la Academia Militar de West Point, de la que pronto fue expulsado. A partir de entonces se inicia su agitada carrera literaria.
Vivía al día, como periodista con un sueldo mediocre, pero estas actividades lo llevaron a conseguir muchos trabajos en calidad de colaborador y posteriormente, llegar a la dirección de numerosos periódicos, entre ellos el Southern Literary Messenger, el cual se convirtió bajo su dirección en el más importante periódico del sur. Por todos estos empleos recibía un sueldo mísero, pero a cambio le daban la oportunidad de publicar sus relatos, lo que le proporcionó fama; sin embargo, la mayor parte del tiempo vivió el la más absoluta miseria, con algunos lapsos de relativa calma.
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