Los arreglos de Orfeo y el Lamento de Ariadna del compositor bávaro presentan problemas de ejecución, inherentes al hecho de que la mayoría de las partituras conservadas no ofrecen indicaciones precisas en cuanto a su orquestación. Incógnitas para musicólogos, intérpretes, especialistas de variada condición, que han intentado con desigual éxito subsanar la carencia.
Ha habido y hay compositores (el belga Boesmans, para más datos, con la Poppea monteverdiana) que se han enfrentado directamente con el problema proponiendo su propia orquestación aunque miren de reojo las escasas indicaciones conservadas.
El monteverdiano Orfeo ha sido el título más favorecido, con toda lógica, por esta labor de maquillaje. Italianos como Malipiero, Maderna o Respighi, alemanes como Hindemith… y, desde luego no podía faltar, Carl Orff. De lo propuesto, ya hace unos años Kurt Eichhorn en complicidad con Hermann Prey y la impagable Euridice de Lucia Popp nos habían regalado una modélica versión discográfica de esta componenda. En 2011 vuelve a ser considerada por Ulf Schirmer con Micaela Selinger y Kay Stiefermann.
El trabajo de Orff es el que era de esperar: una visión, en alemán, muy libre, centrada en el amor que mueve los hilos de la acción para lo cual prescinde de multitud de personajes reduciéndolos prácticamente a cuatro y añadiendo un narrador que de alguna manera suple las ausencias. La obra dura alrededor de una hora.
Como punto de partida, indica su responsable, respetando las líneas melódicas, imaginó lo que haría instrumentalmente el propio Monteverdi como si fuera un músico contemporáneo y compusiera hoy la obra. Un indudable esfuerzo de imaginación por parte de Orff, que luego añadía la exigencia para su ejecución de que se utilizaran instrumentos de época, en su momento (1925, con revisiones sucesivas) empolvados en museos.
La lectura presente que de sus intenciones hace la espléndida orquesta de su ciudad natal, la de la Radio de Múnich sabiamente dirigida por su titular Ulf Schirmer, se basa en la versión definitiva de Orff (1940). No sabemos si esta lectura daría satisfacción al meticuloso compositor muniqués, pero de lo que se puede estar seguro es del placer que su impecable lectura proporciona al oyente actual, máxime si se cuenta con una pareja protagonista bastante involucrada en su tarea, dos cantantes jóvenes casi ideales para poder llenar el vacío dejado por los llorados cantantes más arriba recordados. Michaela Selinger había impactado como Kreusa en la última Medea llegada al repertorio, la de Reimann, estrenada en marzo del año pasado, cuatro meses antes de enfrentarse a esta Eurydike orffiana que ha entendido a la perfección vocal y dramáticamente.
Kay Stiefermann está igual de a gusto cantando Haendel que una opereta de Kalman. Para su Orpheus destina los mejores colores de su baritonalidad noblemente lírica y su excelente bagaje musical, seguramente aprendido de dos ilustrísimos cantantes, luego demandados docentes: Hans Hotter y Kurt Moll.
Schirmer ha encomendado el Wächter der Tote (Guardia de la muerte) al bajo nacido en Kuwait Tareq Nazmi y la Botin (Mensajera) a una provechosa Janine Baechle, la misma mezzosoprano alemana que se hace cargo del Lamento de Ariadna, otro trabajo del compositor muniqués en torno a Monteverdi y que complementa oportunamente el contenido de este disco.
CARL ORFF (1895-1982) / CLAUDIO MONTEVERDI (1567- 1643): Orpheus; Klage der Ariadne Janina Baechle, Michaela Selinger, Kay Stiefermann, Marcus EVerding, Tareq Nazmi . orpheus chor münchen. Münchner Rundfunkorchester. Ulf Schirmer, director / CPO / Ref.: 777656-2 (1 SACD) D2
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