La tercera película de la saga volvió a triunfar en taquilla. La idea de Dehn había obtenido buenos resultados y los productores no tardaron en recibir el encargo de un cuarto film. Esta entrega, La Rebelión de los Simios (1972) estaría destinada a ser la más controvertida de la serie.
El comienzo de la acción se sitúa en el año 1991, ocho años después de que una plaga haya matado a todos los perros y gatos de la Tierra. Añorando a sus animalitos, los humanos empezaron a adoptar como mascotas a los simios, que, gracias a su superior inteligencia y destreza, no tardaron en convertirse en sus sirvientes y, después, sus esclavos (historia que ya había sido narrada por Cornelius y Zira en Huida del Planeta de los Simios). En ese distópico futuro (hoy nuestro pasado), una organización conocida como Control de Simios supervisa la compra, adiestramiento y venta de simios a particulares e instituciones.
César (Roddy McDowall), el pequeño chimpancé hijo de Cornelius y Zira que al final de la película anterior había sido dejado a cargo de Armando, el propietario de un circo, acaba viéndose obligado a vivir en el mundo real y contempla y experimenta con indignación la crueldad y humillaciones a las que son expuestos sus congéneres. Amargado por lo que ve a su alrededor y afectado por la muerte de su “padre” Armando cuando intentaba protegerlo, César organiza un alzamiento violento de los simios contra sus opresores. Da así comienzo el declive de la civilización humana.
Cada película de la saga había visto su presupuesto recortado respecto a su inmediata antecesora y Rebelión… no fue una excepción. El director J. Lee Thompson era un veterano en cuyo currículo figuraban títulos como El Cabo del Miedo o Los cañones de Navarone. Teniendo en cuenta que su misión era mostrar una revolución multitudinaria, Thompson hizo lo que pudo dadas las limitaciones financieras con las que tuvo que contar (menos de 1.5 millones de euros).
El destino quiso que recientemente se hubiera construido un complejo residencial y comercial llamado Century City sobre unas tierras antaño propiedad de la Fox. Era un complejo arquitectónico brutal, edificado a base de abundante hormigón y agresivos ángulos que proporcionaría el decorado apropiado para una ciudad futurista de corte distópico. El director completó el efecto escogiendo una limitada gama de colores (básicamente rojo y negro), rodando cámara en mano y recurriendo a lentes de gran angular que causaban un efecto desorientador e inquietante.
McDowall volvió a demostrar su talento dando vida al resentido César, un simio forzosamente muy diferente de su bondadoso padre. Su apasionado discurso final, en el que anuncia “el inevitable día de la caída del Hombre”, cuando las ciudades humanas queden sepultadas por escombros radioactivos, es la cumbre interpretativa del actor dentro de esta saga.
El espectador, no obstante –y como sucedía en las otras películas de la saga‒ debe realizar un ejercicio de suspensión de la realidad en ciertas escenas, como aquella en la que César finge su muerte en el potro de tortura. Aunque el brutal estado policial se retrata de forma sencilla pero efectiva, su sociología es absurda; por ejemplo, resulta difícil de creer que los simios pudieran ser capaces de realizar tareas tan complejas como las que se muestran; el argumento de que todo lo que necesitan los simios para hablar –a pesar de su carencia de cuerdas vocales‒ es tener a alguien que les enseñe, es igualmente es inverosímil.
El montaje inicial de Rebelión… tenía un tono mucho más violento y políticamente controvertido que sus predecesoras, consideradas como un agradable entretenimiento familiar. La rebelión de los simios fue ideada de acuerdo a los disturbios raciales que tuvieron lugar en el barrio de Watt, en Los Ángeles, en agosto de 1965, los más graves experimentados por la nación hasta los de 1992. Las referencias y paralelismos que traza la historia con la lucha por los derechos civiles y el movimiento Black Power resultaban asimismo evidentes (parece ser que la película tuvo un especial éxito entre el público negro).
Los pases preliminares, con los simios rebeldes muriendo ametrallados o abrasados y las explícitas peleas cuerpo a cuerpo con la policía, confirmaron los temores del estudio: la calificación “familiar” de la saga que tan buenos resultados económicos le había proporcionado a la Fox, estaba en peligro. Así que los productores exigieron un recorte sustancial en la violencia. Se eliminaron ciertos planos y McDowall hubo de grabar una versión menos virulenta de su discurso final. Esta última modificación resulta desde luego postiza y poco creíble además de afectar negativamente al impacto de la película, pero al mismo tiempo puso las bases para resolver un problema narrativo que el propio Dehn había creado.
Efectivamente, el guionista consideraba que las cuatro películas de la saga formaban parte de una línea temporal coherente, pero en realidad había caído en una paradoja temporal de difícil solución. Porque, ¿cómo es posible que César hubiera liderado la revolución que llevó al ascenso de la civilización simia, si sus padres habían sido viajeros temporales provenientes de un futuro aún inexistente? Cornelius y Zira jamás habrían existido sin la lucha iniciada por su hijo en el pasado, pero, al mismo tiempo, César no habría existido sin el viaje de Cornelius y Zira. Es un bucle que ejemplifica la clásica paradoja temporal y un ejemplo perfecto de por qué el viaje en el tiempo ejerce tanta fascinación. Algunos argumentan que el tiempo es un círculo cerrado; otros insisten en que cualquier cambio en el pasado dará como resultado la aparición de una línea temporal alternativa. Esta última es la explicación que eligió Dehn para finalizar la saga en la siguiente y última película.
A pesar de su contenido violento y políticamente incendiario, del menguante presupuesto, del recelo de los padres y de la calificación “para menores acompañados”, La Rebelión de los Simios volvió a arrojar buenos resultados económicos para la Fox.
Artículos relacionados
El planeta de los simios (Planet of the Apes, 1968), de Franklin J. Schaffner
Regreso al planeta de los simios (Beneath the Planet of the Apes, 1970), de Ted Post
Huida del planeta de los simios (Escape from the Planet of the Apes, 1971), de Don Taylor
La rebelión de los simios (Conquest of the Planet of the Apes, 1972), de J. Lee Thompson
Batalla por el planeta de los simios (Battle for the Planet of the Apes, 1973), de J. Lee Thompson
El origen del planeta de los simios (Rise of the Planet of the Apes, 2011), de Rupert Wyatt
El planeta de los simios en los cómics y la televisión
Imágenes y logotipos de la saga clásica © APJAC Productions, Twentieth Century Fox Film Corporation, Twentieth Century Fox Home Entertainment.
Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.