Damon Knight comenzó su carrera a comienzos de la década de los cuarenta del siglo pasado, publicando historias cortas al tiempo que establecía una reputación como crítico del género.
No fue hasta mediados de los cincuenta cuando aparecieron sus primeras novelas, de las que ésta que ahora comentamos (editada originalmente en 1959 como The People Maker y reeditada en 1961 como A for Anything) fue la tercera.
En el año 1971 (que era un futuro relativamente cercano cuando se escribió el libro) un científico llamado Ewing descubre un artefacto no sólo capaz de realizar copias exactas de cualquier cosa, sino de autorreplicarse. A pesar de los esfuerzos de las autoridades por evitarlo, Ewing envía por correo cientos de unidades de este descubrimiento (al que bautiza como Gismo ) cuyos receptores, a su vez, hacen copias que envían a otras personas… No se aclaran las razones del sabio para semejante acción (¿altruismo miope? ¿espíritu anarquista? ¿mera estupidez?), pero el resultado era tan previsible como inevitable: la sociedad de consumo se colapsa.
A los entusiastas de las teorías marxistas o los activistas de la antiglobalización puede que les parezca un punto de partida prometedor, pero el resultado –también previsible para quien no se deje llevar por ensoñaciones utópicas– es el caos y la involución social.
Las estructuras económicas establecidas a partir del intercambio de productos se desintegran; y el avance científico, al no existir aliciente pecuniario, se paraliza. Como la capacidad de fabricación ya no depende del talento o la iniciativa personal sino de un aparato, el secreto y monopolio de éste no tarda en caer en las garras de una minoría. Así, muchos años después, en 2149, el panorama que ha quedado es desolador: una sociedad feudal en la que los más ricos fabrican esclavos con el Gismo y se entregan a una vida muelle mientras condenan a sus siervos a una existencia miserable.
Uno de los miembros de esa clase privilegiada, Dick Jones, es enviado por sus padres a una especie de complejo de entrenamiento militar, donde descubre la parte más oscura del sistema del que hasta entonces ha disfrutado. De muchacho caprichoso, mimado e impulsivo, madurará emocional e intelectualmente a través de su compromiso con la causa de la libertad de los esclavos y la abolición de la servidumbre brutal. Pero esa libertad no se logrará sin sangre y sin tener que enfrentarse a difíciles encrucijadas éticas.
Inicialmente, Knight había planteado esta historia como una narración corta, publicada en 1957. Pero se debió quedar con la sensación de que tenía más que contar y dos años después construyó una novela alrededor de aquélla. Por desgracia, lo que funciona bien en recorridos cortos, no siempre lo hace al ampliarlo. Todo lo contrario: puede perder consistencia y magnificar los fallos. Y eso es lo que ocurre aquí: el artificio del Gismo es demasiado inverosímil y nebuloso como para servir de pilar alrededor del que gira la novela, sus consecuencias históricas no están suficientemente perfiladas, los personajes son estereotipos demasiado gastados (el jovencito de buena familia que abraza la causa del desfavorecido sufriendo una transformación total de canalla malcriado a valeroso idealista; el director del complejo militar es un sádico de primera categoría que disfruta contemplando asesinatos de esclavos), la moraleja es de una corrección política que raya lo infantil,…
En definitiva, una novela mediocre desarrollada a partir de una interesante historia corta que nunca se debió ampliar.
Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.