A la hora de rellenar nuestra carpeta de etimologías, solemos privilegiar las voces procedentes de la botánica y la zoología, no sólo por su belleza, sino por la curiosidad de su origen.
Puestos a escoger una planta, nos seduce hoy el limonero, y en especial su fruto, el limón. Cristóbal de las Casas, en su Vocabulario de las dos lenguas toscana y castellana (Sevilla, Francisco de Aguilar y Alonso Escribano, 1570) establece la siguiente traducción «Limón: Lemone». Siglos más tarde, con la objetividad que caracterizó sus primeras decisiones, la Real Academia Española incluyó una hermosa definición en su Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua (Madrid, Imprenta de la Real Academia Española, por los Herederos de Francisco del Hierro, 1734). Dice así:
«Fruta grande, más prolongada que redonda, que en el un extremo hace un pezoncillo: el color es amarillo, y la corteza lisa, debajo de la cual tiene una carne blanca y el licor o zumo contenido en diversos cachos, guardados de una telilla blanca muy sutil. Los hay dulces y agrios, y mezclados de agrio y dulce».
Más sintético, el Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso (Madrid, Viuda de Ibarra, 1803) reduce la descripción a dos escuetas líneas: «Fruta de forma oval, de color amarillo bajo, cuando está madura, llena de un zumo contenido en diversos cachos».
El ilustrado Aniceto de Pagés, autor del Gran diccionario de la lengua castellana, autorizado con ejemplos de buenos escritores antiguos y modernos (Barcelona, Fomento Comercial del Libro, 1914[?]), hace provenir a la palabra del persa leimón. Dicho a su modo, el limón es el «fruto del limonero, de forma ovoide, con unos diez centímetros en el eje mayor y unos seis en el menor, pezón saliente en la base, corteza lisa, arrugada o surcada según las variedades, y siempre de color amarillo, pulpa amarillenta dividida en gajos, comestible, jugosa y de sabor ácido muy agradable».
Pagés incluye otra voz familiar, limonada, y la enriquece con una cita de Agustín Moreto:
«Porque la más hermosa y entonada
No pide más que aloja o limonada».
Para completar este repaso de los diccionarios, no está de más leer a dos viejos amigos, Henry Yule y Arthur C. Burnell, árbitros en las letras angloindias gracias a su Hobson-Jobson. The Anglo-Indian Dictionary (1886; reeditado en 1996 por Wordsworth Editions Ltd. a partir de la versión de 1902). Dicen Yule y Burnell que el vocablo llegó a las lenguas europeas a través del árabe, leimūn. No obstante, ambos subrayan la investigación de V. Hehn, autor de Kulturpflanzen und Hausthiere in ihren Uebergang aus Asien nach Griechenland und Italien so wie in das übrige Europa (Berlín, 1883). En opinión del doctor alemán —cuya obra desconocemos—, la palabra proviene de las voces indias līmū y nīmbū, cuyo uso se extendió gracias a los cruzados y a los árabes españoles.
Imagen superior: Pixabay.
Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Esta es una versión expandida de un artículo que escribí, con el seudónimo «Arturo Montenegro», en el Centro Virtual Cervantes, portal en la red creado y mantenido por el Instituto Cervantes para contribuir a la difusión de la lengua española y las culturas hispánicas. Reservados todos los derechos.