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Yo no como cómics

“–Mi vida es una novela –me dijo ella.

–Sí –admití yo–. Pero una novela por entregas: por entregas al primero que llega.

Y no se enfadó, porque era verdad”. (Prefacio de Yo soy fulana de tal, de Álvaro de Laiglesia).

“Soy un tío muchísimo más chulo que los que han venido a la fiesta de esta noche” (Capítulo 1 de Lupin III, de Monkey Punch)

Éste será el lugar donde diariamente pueda desparramarme un poco, sin perder de vista nunca el universo comiquero y cualquier cosa o coso susceptibles de interés para los que nos gusta esto de la cultura popular (por nominar de alguna manera ese abultado hatillo de cachivaches que van del consumo masivo al raquítico: o sea, que la cultura impopular también cabe). Hablaré de todos los comics (…) que pueda, pero asimismo de cine, literatura, chapurrearé sobre videojuegos (pero a mi estilo, para jugadores retarded como yo) y en cuanto pueda endosaré la crítica del último CD de Britney Spears.

Aviso para todos: no soy un erudito en nada, sigo siendo un lector con espíritu amateur, en el sentido trisexual del galicismo, demasiado pudoroso para pedir cómics gratis a otras editoriales y demasiado agarrado para comprarme la mayoría; un lector que se interesa por algunas cosas más que por otras de manera natural, sin intentar racionalizar sus impulsos irracionales.

Tengo muchísimos prejuicios, no los escondo o no los disfrazo tanto como otros: de entrada, no soporto los slice of life a no ser que su narrador/protagonista esté tan loco como Chester Brown y lo demuestre en su obra (…) Siento aversión por el gregarismo profesional y, casi peor, el seudoprofesional, y por las merendolas de zampones de nuestro universo cultural, así que no esperéis palmaditas en la espalda a lo aplaudido por las logias comiqueras ni parabienes de lo obvio. (…)

Siempre me ha parecido indecente por mi parte estar a ambos lados de la red –una actitud inexcusable y lamentable se mire por donde se mire, lo admito–, quizá por ello siempre he rehuido tener más poder que la posibilidad de desahogarme en un medio, y soy más cuidadoso de lo que parece en lo de efectuar críticas que yo no me sienta también capaz de encajar: como a estas alturas lo he encajado prácticamente todo de los medios de comunicación masivos y de los moleculares, creo que me queda un amplio espectro de maniobra exabruptal por recorrer. De todas maneras, en la mayoría de los casos seguiré rigiéndome por la máxima que siempre me ha guiado: la indiferencia es el mayor de los desprecios. Intentaré potenciar lo que me gusta e ignorar lo que no. Tampoco pienso caer en la moda de elogiar un cómic por su formato ni origen: me gusta cualquier tebeo que me guste, sea un comic-book o un manga, sea de un gabacho o de un mangante.

No creo que los cómics de ahora sean mejores sólo porque se haya impuesto la Novela Gráfica como formato vendible a las fans de Paul Auster. Recientemente, un grupo de autores de novelas gráficas fuimos entrevistados por el diario El Mundo (entre ellos, mis admirados Andreu Martín y Dante Bertini), y para mi bochorno, hubo quien defendió que la novela gráfica marcaba la madurez del medio, ya que dicho formato permitía concentrar de una sola vez toda la expresividad del artista y que, en consecuencia, ahora se hacían cómics mucho más profundos que hace diez, veinte, treinta años. Para más escarnio, ante mi indignación homicida, el mismo autor (un buen muchacho, lo triste es eso) aclaraba en privado que sabía que lo afirmado era mentira pero que era lo que se llevaba ahora decir en los medios, y que publicitando el formato ayudaría a publicitar más su propia obra. Otra mano de pintura gratis al espejismo.

En resumidas cuentas, a mí este rollo español que tanto se da en Cataluña de decir lo que al poder le gusta escuchar no me va: así que si esa gilipollez sobre los nuevos formatos le sirve a los periodistas para vender más diarios o tener más audiencia, bien por su medro, pero no por eso dejará de ser una gilipollez.

Curiosamente, respecto de los medios audiovisuales se está utilizando el mismo argumento, pero a la inversa: he oído mil veces que el cine está en crisis creativa, porque el formato de la serie televisiva, al constar de capítulos y una duración ilimitada de entrada, permite desarrollar mucho más las historias y talento de sus autores, y las películas en cambio, al ser de duración tan limitada, han llegado a un tope de riqueza artística. Todo se puede tergiversar y hornear con apariencia de discurso lógico si hay un periodista dispuesto a difundir el apaño de receta. Así que el razonamiento de los pazguatos es: si convertirnos en los hermanos pobres de la literatura nos hace vender más cómics y ganar reputación, ¡adelante!

Es curioso, nadie se atreve a afirmar lo contrario: que el medio es lo de menos, incluso el autor es más que menos aún; lo que importa es la obra. La literatura no es más importante como medio que la televisión, basta ya de prestigios postizos a la letra impresa para chupar del bote y de las subvenciones. ¡Hay que quitarle el pedestal al medio y no convertirnos en poseros de escaparate!

Yo soy escritor y guionista de cómics. ¡Me niego a adoptar la actitud del estereotipo de escriba meditabundo y existencial sólo porque así los imbéciles hacen más caso! ¿Pero quién coño quiere parecerse a un escritor típico de este país? ¿Quién coño quiere parecer un crítico? ¿Fingiendo seriedad nos dan más páginas en los diarios? Pues que les den a los diarios. Que se apelotonen los mediocres en su búsqueda del sorbo de gloria. Yo no soy un departamento del Ministerio de Cultura que vaya destetando tontos.

¡Vivan los chavales que leen mangas porque ningún erudito les dijo que lo hicieran! Han salvado al cómic sin necesidad de recibir la nociva influencia de sus mayores, de las rancias instituciones públicas, de las insultantes campañas ministeriales y los repugnantes sermones televisivos, ni siquiera de una ONG paternalista y condescendiente: han llegado a lo que les gusta sin sentir menospreciada su inteligencia por un agente interesado en domar su talante. ¡Yo os bendigo, fans del manga!

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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