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Viaje al pasado: los Rollos del Mar Muerto desvelan secretos fascinantes

Estos tesoros judíos son mucho más que simples manuscritos. Se trata de una ventana al pasado que aún nos fascina y sorprende. Gracias a los nuevos avances científicos, estos rollos revelan sus misterios y nos brindan un conocimiento sorprendente que ha permanecido oculto durante siglos.

Los más de 15.000 fragmentos de los cerca de 930 Manuscritos del Mar Muerto, también llamados Rollos de Qumrán por haberse encontrado en cuevas de esta región de Cisjordania, incluyen textos escritos entre el siglo III a.C. y el I d.C., y se trata de las copias más antiguas conocidas de algunos libros de la Biblia.

Entre los años 1946 y 1956, pastores beduinos y un grupo de arqueólogos encontraron estos manuscritos en 11 cuevas cerca del Mar Muerto, específicamente en el área conocida como las Cuevas de Ein Feshkha. Todo comenzó cuando los beduinos hallaron los primeros siete rollos en jarrones dentro de una de las cuevas cerca de Qumrán. A medida que exploraban más cuevas, encontraron fragmentos y rollos adicionales. Aunque muchos de los rollos estaban dañados y fragmentados, los arqueólogos lograron identificar y reconstruir gran parte de ellos.

Los manuscritos están escritos en hebreo. Sin embargo, también se encuentran textos en arameo, griego y arameo-nabateo. Contienen los ejemplares más antiguos conocidos de libros completos que luego se incluyeron en la Biblia, así como escritos deuterocanónicos y extrabíblicos que evidencian la diversidad del pensamiento religioso en el judaísmo de la época. Además, arrojan luz sobre el origen del cristianismo y el judaísmo rabínico. En su mayor parte, se encuentran actualmente en posesión de Israel, resguardados en el Santuario del Libro del Museo de Israel.

Desde que se encontraron a mediados del siglo pasado, los especialistas tratan de unir las piezas de este complejo rompecabezas, una tarea a la que puede ayudar el ADN de las pieles con las que fueron fabricadas. Investigadores de Israel y Suecia informaron sobre ello en junio de 2020 en la revista Cell.

«El hallazgo de los Rollos del Mar Muerto es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes jamás realizados», subrayaba uno de los autores de la investigación, Oded Rechavi, de la Universidad de Tel Aviv, “sin embargo, plantea dos grandes retos”.

“Por una parte –explicó–, la mayoría no se encontraron intactos, sino desintegrados en miles de trozos, que tuvieron que clasificarse y reconstruirse, sin saber cuántas piezas se perdieron para siempre, o, en el caso de las obras no bíblicas, cómo debería leerse el texto original. Según clasifiques cada fragmento, la interpretación de lo que pone puede cambiar drásticamente”.

“Y el segundo reto es que la mayoría de los pergaminos no se recogieron directamente en 11 cuevas de Qumran cerca del Mar Muerto, sino a través de traficantes de antigüedades –aññadía Rechavi–. Por tanto, no está clara su procedencia, lo que dificulta mucho juntar las piezas en el contexto histórico adecuado”.

Hasta entonces, el criterio más habitual para unir los fragmentos había sido observar las características visibles que relacionan unos con otros, pero Rechavi y sus colegas, incluidos el profesor Noam Mizrahi, también de la Universidad de Tel Aviv, y Mattias Jakobsson de la Universidad de Uppsala, decidieron buscar pistas más ocultas a través del ADN.

Imagen superior: los científicos tratan de encajar las piezas de los Rollos del Mar Muerto analizando el ADN de las pieles con los que fueron fabricados. A la izquierda, una de la cuevas de Qumrán donde se encontraron. / Israel Antiquities Authority-Shai Halevi/O. Rechavi et al./Cell

“Uno de los logros técnicos de nuestro estudio, ha sido poder secuenciar el ADN de muestras minúsculas y muy degradadas”, destacó Mizrahi. “De hecho, la Autoridad de Antigüedades de Israel, el custodio oficial de los manuscritos y nuestro socio en el proyecto, nos proporcionó algunas que a veces no eran más que el ‘polvo’ de los rollos, raspado cuidadosamente de su parte posterior”.

El análisis genético de ese material, así como el de piezas de cuero de la misma época ya identificadas como de oveja, vaca y cabra, permitió confirmar que la mayoría de los fragmentos analizados de los Rollos del Mar Muerto están hechos de piel de oveja, algo que no se conocía, excepto dos, que eran de vaca.

Libro de Jeremías de oveja y vaca

Poder distinguir la piel de ambos animales permitió separar fragmentos que se creía que encajaban, pero que resultaron ser diferentes: unos pertenecían a pergaminos de oveja y otros de vaca. Esto se pudo comprobar con los restos de las copias del Libro de Jeremías, uno de los rollos bíblicos más antiguos, cuyos textos ya sugerían diferentes versiones.

«El hecho de que los manuscritos que son más divergentes textualmente también estén hechos de una especie animal distinta indica su distinta procedencia», explicó Mizrahi, “y lo más probable es que los fragmentos de vaca se escribieran en otros lugares porque no era posible criar vacas en el desierto de Judea”.

Según los investigadores, este descubrimiento con el Libro de Jeremías también tenía implicaciones mayores: “Di las diferentes versiones circularan en paralelo implica que la santidad de la obra no se basaba en la precisión de su texto, a diferencia de las versiones exclusivas adaptadas más tarde por el judaísmo y el cristianismo”.

Pero más allá de poder diferenciar pieles de especies distintas, los análisis de ADN permitieron distinguir la de individuos concretos, es decir, la de una oveja de otra, lo que sin duda ayudó a reunir fragmentos de un mismo pergamino.

“Esto lo hemos podido hacer en algunos casos cuando la cobertura genética se ha preservado lo suficiente”, aclaró Mizrahi, “y en nuestro artículo discutimos varios ejemplos en los que lo hemos aplicado, como en fragmentos de las Canciones del Sacrificio del Sabbat”.

De esta obra no bíblica se han encontrado piezas tanto en Qumrán, al norte del Mar Muerto, como en Masada, al sur. Los análisis de ADN muestran que las de las cuevas de Qumrán están estrechamente relacionadas genéticamente, pero que las de Masada son distintas. Para los especialistas, esto tiene implicaciones en la historia de la liturgia judía y el misticismo occidental.

Los resultados del estudio también sirvieron para confirmar que trozos de origen incierto, como algunos del Libro de Isaías, proceden posiblemente de sitios distintos a las cuevas de Qumrán, lo que sugiere la existencia de lugares arqueológicos por descubrir.

En cualquier caso, miles de piezas de este rompecabezas esperan todavía su correcta identificación, aunque para afrontar este reto, el ADN se suma ahora a los tradicionales estudios lingüísticos e históricos. Los investigadores esperan analizar muchas más muestras para conseguir el ‘genoma’ más completo de los Rollos del Mar Muerto.

Imagen superior: dos de los más de 25.000 fragmentos en los que están divididos los Rollos de Qumrán. / Rechavi Lab (TAU Storage).

Texto: Enrique Sacristán  / SINC

Imagen de la cabecera: Wikimedia Commons.

Referencia:

Sarit Anava, Moran Neuhof, Hila Gingold, Or Sagy, Arielle Munters, Emma M. Svensson, Ebrahim Afshinnekoo, David Danko, Jonathan Foox, Pnina Shor, Beatriz Riestra, Dorothée Huchon, Christopher E. Mason, Noam Mizrahi, Mattias Jakobsson, Oded Rechavi. «Illuminating Genetic Mysteries of the Dead Sea Scrolls» Cell, 2 de junio de 2020.

SINC

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